Ya lo advirtió el Gobierno turco el pasado viernes, cuando expulsó al embajador israelí de Ankara. Ése era sólo el primer paso, que Turquía se sentía obligado a dar al publicarse un informe de la ONU sobre el asalto a la Flotilla de la Libertad, en el que murieron nueve personas.
Ahora Recep Tayyip Erdogan ha ido más allá al anunciar que "las relaciones diplomáticas con Israel serán reducidas a nivel de segundo secretario". En una conferencia de prensa, el primer ministro turco recalcó que además "las relaciones comerciales, militares y de la industria de Defensa serán suspendidas. Serán completamente congeladas. A este proceso seguirán nuevas sanciones".
Erdogan, además, definió a Israel como "el niño consentido de la familia, que piensa que puede seguir haciendo lo que quiera por siempre", e indicó que su país no lo permitirá. "El Mediterráneo no es un lugar desconocido para nosotros. A partir de ahora se verán continuamente nuestros barcos (militares)", advirtió.
Turquía también piensa reclamar al Tribunal de Justicia Internacional de La Haya
con el fin de que revierta la consideración de la ONU sobre el bloqueo israelí a Gaza, que ésta considera "legal y apropiado", aunque no obstante admitió que la "actuación israelí" contra la Flotilla de la Libertad, una flota que se dirigía a Gaza con más de 10 mil toneladas de ayuda humanitaria, fue
"excesiva y desproporcionada".
El comercio bilateral entre Turquía e Israel, potenciado con un Tratado de Libre Comercio alcanzó el pasado año los 3.439 millones de dólares (2.424 millones de euros), con un balance positivo para Turquía de 721 millones de dólares (508 millones de euros). Pero el intercambio más fluido entre ambos Gobiernos ha sido el militar, desde la firma del Acuerdo de Cooperación en la Industria de Defensa de 1996.
Gracias a este pacto, Israel vendía a Turquía tecnología de punta -utilizado en parte para su lucha contra el grupo armado kurdo PKK-, mientras que los turcos prácticamente sólo vendían al Estado hebreo uniformes militares.