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La ciudad santa se prepara para recibir a los turistas, que en los últimos años han aumentado de forma progresiva, si bien en esta ocasión todo parece indicar que las revueltas en el mundo árabe han pasado factura e influirán en el número total de visitantes.

El Ministerio de Turismo de Israel cifra en centenares de miles las visitas al país con motivo de la Semana Santa y de la Pascua judía o Pésaj, festividades que se inician el domingo y al atardecer del próximo lunes, respectivamente.

En el primer cuatrimestre del año, 741.000 turistas visitaron Israel, aunque la cifra es un uno por ciento menor en relación al mismo período del año pasado, de acuerdo a los datos del Ministerio.

Israel achaca ese leve descenso a los efectos de los disturbios que se registraron en Egipto a principios de año y continúan en varios países de Oriente Medio, así como el hecho de que en 2011 las festividades pascuales no tienen lugar en marzo, sino en abril.

"El Ministerio de Turismo tiene que lidiar con las consecuencias geopolíticas en la zona que se espera sigan afectando al tráfico de turistas a Israel", destacó el titular de Turismo, Stas Misezhnikov.

Comparte con él la impresión de una leve disminución de peregrinos el vicecustodio de Tierra Santa, el franciscano Artemio Vítores.

"De mi percepción personal, se nota una disminución de peregrinos, no tanto en el número de grupos sino en la cantidad de personas que los integran", afirma el fraile.

En su opinión, la situación económica se ha dejado sentir en las cancelaciones, pero sobre todo, "las revueltas del mundo árabe que han reducido el tamaño de los grupos".

El franciscano explica que un número de feligreses españoles e italianos han cancelado su participación en distintos grupos, por lo que éstos han menguado de 40 personas a poco más de una veintena.

Pero esas cancelaciones apenas han
afectado a conjuntos procedentes de países de Europa del Este, que siguen ritos ortodoxos.

Este año las distintas iglesias de Tierra Santa coinciden en celebrar la pascua en las mismas fechas, lo que se traduce en aglomeraciones de sus distintos representantes y fieles en lugares como el Santo Sepulcro, el Cenáculo o los alrededores de la amurallada Jerusalén.

La muchedumbre iniciará las festividades cristianas el próximo Domingo de Ramos, el primero después del plenilunio pascual -es decir, tras el equinoccio de primavera-, junto a la Iglesia de Betfagé, una aldea en la ladera noreste del Monte de los Olivos, que en tiempos de Jesús estaba fuera de la ciudad.

El lugar de la Última Cena o donde se encontraba el Monte del Calvario y que alberga la Basílica del Santo Sepulcro, serán el punto de peregrinación el Jueves y Viernes Santo.

Pero sin duda el momento álgido de la Semana Santa para peregrinos y locales será el recorrido del Vía Crucis por la Vía Dolorosa, siguiendo los pasos de la Pasión de Cristo antes de su crucifixión el Viernes Santo, una procesión alejada de extravagancias e imaginería y donde prima la austeridad.

En medio de la algarabía característica de la ciudad vieja, los devotos cristianos se toparán con israelíes y peregrinos judíos que visitarán Jerusalén y el Muro de los Lamentos, en medio de su semana pascual.

Los judíos conmemoran la salida de la esclavitud del Egipto faraónico y la llegada de la primavera con el Pésaj, festividad en la que acostumbran a comer pan ázimo y celebrar con dos cenas rituales los acontecimientos bíblicos en los que Moisés lideró el Éxodo.

Asimismo, decenas de miles de israelíes aprovecharán las próximas dos semanas para hacer turismo en el país o viajar al extranjero, aunque en esta ocasión el Sinaí egipcio no será uno de los destinos predilectos, pues los organismos de seguridad advierten de posibles ataques contra blancos judíos en esa península.

El festivo pascual se iniciará apenas una semana después de que el movimiento islamista Hamás e Israel se avinieran a respetar un alto el fuego tras el peor repunte de la violencia en dos años.