15-02-2011 Una ola de huelgas paraliza a Egipto: advertencia de la Junta SANA. AP, ANSA Y EFE/ Clarín
Involucra a los servicios públicos, bancarios, médicos, enfermeros, trabajadores del Canal de Suez y hasta policías. Reclaman aumentos de sueldo y mejoras en las condiciones laborales. El gobierno dijo que no tolerará más protestas.
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Egipto, liberado de la dictadura, se encendió ahora con un aluvión de huelgas y marchas sindicales alimentadas en unas condiciones laborales y de ingresos históricamente postergadas, que amenaza con una nueva etapa de grave agitación en este país. Las protestas involucran todo el arco laboral, desde servicios públicos, sanidad, bancarios, del Canal de Suez y hasta policías. Ayer la junta militar que gobierna Egipto sin Constitución ni Parlamento desde el golpe que derrocó el viernes al dictador Hosni Mubarak, advirtió que no se tolerarán las nuevas protestas y demandó a la gente regresar a sus trabajos.
“Los nobles egipcios ven que estas huelgas, en este momento tan delicado, llevan a resultados negativos”, dijo en tono cauto el vocero de la Junta. Nadie aquí apostaba ayer a que el mensaje vaya a ser acatado. Ahmed tiene 32 años, es bancario y está en huelga desde el domingo que es día laborable en esta parte del mundo. “Tenemos derecho a pedir aumento, ganamos la revolución”, le dice a este enviado en la plaza Tharir. Cuando se le consulta sobre el pedido de la Junta, dice con tono de delegado: “Están equivocados, no son así las cosas.
Va a estallar una huelga general si no atienden los pedidos ”.
Ayer había insistentes versiones en El Cairo respecto de que los militares consideran prohibir el derecho de huelga y de reunión hasta que se celebren las prometidas elecciones en seis meses. Pero ambos son partes de los derechos que recuperó la población con esta rebelión y sólo podrían volver a conculcarse con una fuerte represión. Es una situación compleja. La dictadura sostuvo un régimen laboral con grandes niveles de explotación y sin derecho a las protestas. Esas demandas reprimidas están surgiendo como una catarata.
Los militares quieren evitar reprimir a los trabajadores para no perder autoridad ni la imagen de neutralidad que construyeron en esta crisis y que los vincula especialmente con los sectores más empobrecidos del país. Será difícil. El derrocamiento de Mubarak se produjo cuando fue claro que además de la protesta civil en las calles, habían surgido huelgas en todo el país que acompañaban la rebelión y ponían en riesgo a la economía. Ese escalamiento convenció a los aliados del hombre fuerte, en especial al establishment local, a retirarle su apoyo y sobrevino el golpe.
La crisis de Egipto y la que se produjo previamente en Túnez, o las que están esparciéndose por todo el mundo árabe y en Irán, tienen como impulso central la falta de libertad y las críticas desigualdades sociales que estos despotismos mantuvieron o mantienen como norma.
El triunfo sobre la dictadura aquí abrió así todas las compuertas. Ayer, en la plaza de la Liberación, el centro neurálgico de esta revolución –ahora completamente ordenada y sin carpas– Clarín pudo ver por lo menos dos marchas muy nutridas de trabajadores que reclamaban aumentos salariales. Parte de ellos, pertenecientes al transporte público de pasajeros, hicieron una concentración en el cercano canal de televisión estatal, donde también centenares de ambulancias fueron estacionadas en protesta por los conductores que piden mejores ingresos.
A pocas cuadras de la plaza, otras pequeñas columnas de trabajadores eran de empleados de bazares, o de empresas textiles con iguales reclamos. El domingo un grupo de trabajadores se plantó en las vías de los trenes de larga distancia aquí, en la estación central de El Cairo, reclamando que se los convierta en empleados fijos de la empresa y, por cierto, con aumentos en el ingreso.
El problema es que los sueldos en este país son realmente muy magros. Hala Fawsi, de 34 años, madre de dos niños que protestaba en las puertas de una empresa estatal de seguros donde trabaja desde hace cinco años, dijo que gana el equivalente en libras egipcias a veinte dólares por mes . “Ahora tenemos el coraje de salir y reclamar”, comentó. Ese dinero es realmente poco. Un dólar está en torno de las cinco libras y los alimentos se han disparado desde el inicio de la crisis global mundial, pero también debido a esta coyuntura local.
La inflación sólo el año pasado fue de 13% .
El ministro de Finanzas, Samir Raduan, dijo que el país perdió en estos 18 días de rebelión alrededor de dos puntos del Producto, pero aún falta evaluar lo que ha causado el fracaso de la temporada de turismo, actividad que aquí explica casi 9 por ciento de la economía del país.
Ayer también se malogró la operación bancaria. Una huelga paralizó al Banco Nacional, el mayor del país, y también a una enorme cantidad de otras entidades. El Banco Central decidió suspender las actividades, lo que se complica debido a que hoy es feriado aquí. De modo que recién volverán a abrir el miércoles.
La Bolsa de Comercio, que también iba a comenzar a operar ese día, decidió nuevamente postergar el reinicio para el domingo entrante, en un esfuerzo para moderar lo que se supone será una fuerte caída de los papeles debido a la incertidumbre reinante en el país. Ya en enero, en apenas dos días de operaciones antes de que estallara la crisis, los principales papeles se encogieron 17% .
En medio de estas convulsiones, se supo ayer que dos de los dirigentes de la plaza decidieron tomar contacto con los militares. Fue después que la junta anunciara el cierre del Congreso, como demandaban los manifestantes y la suspensión de la Constitución. Se aclaró luego que una reforma de la Carta Magna estará preparada en diez días y pasará a referéndum en dos meses.
El ex alto ejecutivo de marketing de Google, Wael Ghonim, y el blogger Amr Salama informaron en Internet que se reunieron el domingo con parte de la dirigencia militar de la Junta. No dieron nombres.
“Hablamos con el ejército para intentar entender sus puntos de vista y comunicarles nuestras visiones”, escribió Ghonim, quien estuvo detenido y desaparecido durante 12 días antes de la caída del régimen y que al salir se convirtió en un líder de la revuelta.
Más protestas en Yemen
Inspirados por la histórica jornada de protestas en Egipto que terminó con el régimen de Hosni Mubarak, miles de yemeníes volvieron a reclamar ayer por la salida de Ali Abdullah Saleh, quien se ha perpetuado en el poder durante los últimos 32 años. Fue el cuarto día consecutivo de protestas en aquel país.
“Después de Mubarak, Ali” gritaron los manifestantes en las calles de Sana, capital de Yemen. Como su par egipcio, Saleh es un aliado de los Estados Unidos. La protesta fue organizada por estudiantes y representantes de la sociedad civil, a quienes se sumaron un grupo de abogados.
La situación se tornó violenta cuando los manifestantes chocaron con una contramarcha a favor de Saleh frente a la Universidad de Sana. Los simpatizantes del presidente yemení habrían atacado con piedras y cuchillos, y tres personas resultaron heridas.
La ciudad industrial de Taiz también fue escenario de protestas. Hubo cuatro heridos por peleas entre opositores y oficialistas, y la policía lanzó proyectiles al aire para reestablecer el orden.
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