Las fotografías rodean a una sola modelo femenina en un micro Egged con hombres que la miran, todos vestidos a la moda, revelando ropas basadas en trajes religiosos tradicionales. Las camisas transparentes y los shorts abiertos desmienten la modestia de las mangas largas y el material negro. En una foto, la boca de la mujer está tapada. En otra se ve a un hombre sentado cubierto solo con su saco, mostrándolo como objeto de deseo.
La segregación de género en colectivos públicos, todavía practicada en algunas líneas a pesar de que es oficialmente ilegal, ha provocado indignación tanto dentro como fuera de Israel. Los ultra ortodoxos insisten con que es más cómodo para todos los miembros de la comunidad haredi, que intentan evitar el contacto físico.
Quienes apoyan los derechos de las mujeres dicen que enviar al sexo femenino a la parte trasera del micro las convierte en ciudadanas de segunda clase e infringe en sus derechos. La secretaria de estado americana, Hillary Cllinton, incluso comparó la práctica con la segregación racial de Estados Unidos y dejó en claro su preocupación ante la democracia israelí.
La editora de la revista “BelleMode”, Maya Polar, dijo que la moda es un gran medio para dirigirse al tema de la exclusión de las mujeres en Israel. “En el campo de la moda, las mujeres tienen mucho poder”, dijo. La idea de la sesión fotográfica era “yuxtaponer lo muy modesto y muy cerrado con lo rebelde y sexy”. Cuando se le preguntó si la moda en si misma cosifica a la mujer, Pollak contestó: “Mientras esté hecho con buen gusto y no hiera a la mujer, no veo que haya un problema”.
“Cuando hay un tema como este vale la pena ser un poco más descarado y provocativo. De este modo el tema será escuchado realmente a través de la fuerza de la mujer”, agregó.
El fotógrafo Lior Nordman dijo que la sexualidad de la mujer es importante. En referencia al argumento de que el sexo femenino debería estar modestamente vestido para evitar atención masculina no deseada, dijo: “Estoy rodeado de mujeres mínimamente vestidas al menos cuatro veces por semana y todavía puedo controlarme”.