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El derbi de Tel Aviv ofrece cada año numerosos momentos de dramatismo, pasión, máxima rivalidad y goles. Pero lo que nadie podía imaginarse es que el partido correspondiente a la séptima jornada de la Liga disputado el lunes por la noche entre el Hapoel y el Maccabi finalizara en el minuto 43 sellando uno de los mayores escándalos en la historia del deporte en Israel.

Partido suspendido, violencia de aficionados que saltan al campo, polémicas decisiones del joven árbitro Roei Reinshriber, negligencia de las fuerzas de seguridad del Estadio Bloomfield, una pelea entre Eran Zahavi (la gran estrella del Maccabi y ex jugador del Hapoel) y el seguidor que le atacó y la sensación resumida en los titulares locales: "Día negro del fútbol israelí".

El Hapoel, que jugaba de local, se adelantó en el marcador al batir al portero del Maccabi, el español Juan Pablo Colinas. Zahavi empató de penalti y lo celebró con un gesto desafiante ante la grada roja del Hapoel.

En el minuto 33, un aficionado de los locales saltó al campo para agredir a Zahavi. El centrocampista ofensivo no rehuyó el enfrentamiento y respondió al ataque propinando una patada al agresor. Los guardias de seguridad tardaron demasiado tiempo en frenar la pelea y detener al agresor del Hapoel.

Con la tensión por las nubes en Tel Aviv, el árbitro sacó la tarjeta roja a Zahavi provocando el monumental enfado de los jugadores del Maccabi, entre ellos los españoles Carlos Garcia y Juan Pablo. El campeón de Israel, por cierto, está entrenado esta temporada por el también español Pako Ayestarán (sustituyó a Oscar García a finales de agosto) y desde hace dos años tiene a Jordi Cruyff como manager.

Por razones obvias, el mayor sorprendido y enfadado por la expulsión fue Zahavi que, enfurecido, pidió a Pako y los suyos abandonar el campo. Tras varios minutos de protestas al entender que recibieron una roja sólo por defenderse de una agresión, el Maccabi decidió seguir jugando. Zahavi se fue a los vestuarios, escoltado por Cruyff, mientras algunos aficionados le tiraban todo tipo de objetos.

Pero ahí no acabó todo ya que algunos aficionados del Maccabi saltaron al campo para "vengarse". No lo consiguieron pero remataron el derbi. Con el terreno de juego convertido en un campo de batalla, el árbitro dio por terminado el partido en una medida apoyada por los dos equipos.

"Lo más importante es la seguridad de los jugadores y se llegó un momento que no se podía garantizar", afirmó Pako mientras el manager del Hapoel y ex estrella israelí, Eyal Berkovic era rotundo: "Es una mancha para nuestro fútbol. Me da igual quien tiene la culpa pero los dos clubs debemos que ser sancionados de forma ejemplar. Estoy muy triste. El fútbol es sólo un deporte y un juego y no la guerra que hemos vivido esta noche".

Una noche que acabó con diez detenidos y el fútbol acaparando por motivos indeseables las webs de información general de Israel. La Comisión Antiviolencia del Deporte ha convocado el martes una reunión de urgencia para tratar un derbi en boca de ministros y diputados. Los dirigentes de la Liga y la Federación prometen sanciones ejemplares para evitar que se repitan semejantes escenas en un campo de fútbol.

Tras una década de sequía, el Maccabi Tel Aviv ha ganado las últimas dos ligas (con Oscar y posteriormente con el portugués Paolo Sousa). Hoy en día es con diferencia el equipo más poderoso de Israel en términos de plantilla, recursos económicos y número de aficionados.

El Hapoel, un histórico de Israel, atraviesa desde hace varios años graves problemas deportivos debido sobre todo a las fuertes deudas económicas.Y asiste con mucha frustración al éxito de uno de sus grandes ídolos del pasado (Zahavi) que, tras jugar en el Palermo, se ha convertido en símbolo orgulloso y ganador del Maccabi. Bloomfield, un pequeño pero caliente estadio situado al sur de Tel Aviv, ha sido escenario de uno de los partidos más tensos, violentos, cortos y polémicos de la historia de Israel.




Fuente: http://www.elmundo.es/deportes/2014/11/04/54582fab268e3e0a6e8b4571.html