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En la carta, firmada por Noah Flug y Orly Alex, los sobrevivientes del Holocausto escriben que, como el resto de la población israelí, están sorprendidos y dolidos por la decisión del Gabinete de deportar a los niños.

"La mirada en los ojos tristes de los niños, y sus lágrimas, no pueden dejarnos apáticos a los sobrevivientes y niños del Holocausto", escribieron al primer ministro.

Asimismo, dijeron que se trata de una decisión inhumana: "El Estado de Israel es un país judío basado en un corazón y una conciencia judía. Somos una nación con una historia y una Torá que nos indica con precisión cómo comportarse hacia un extranjero. Es inaceptable que un Gobierno judío actúe de una manera tan inhumana y sin escrúpulos".

Los sobrevivientes mencionan que los niños eran arrancados de sus padres durante el Holocausto. "Nosotros, que experimentamos el Holocausto, fuimos testigos de la selección en los campos de la muerte y la separación entre niños y sus padres", escribieron a Netanyahu. "Ante todo, no podemos ver la imagen de niños miserables que no son responsables de su situación, y permanecer indiferentes. Nos domina una sensación de asfixia y de vergüenza".

En la carta, también se plantean otras razones por las qué los niños no deben ser deportados de Israel. "Estos niños han nacido aquí y estudian en escuelas públicas. No son ellos quienes tienen que pagar el precio como parte del intento de resolver el problema de la desocupación".

Además, los sobrevivientes del Holocausto plantean que si la cuestión de los trabajadores extranjeros debe ser resuelta, son los trabajadores adultos que se encuentran ilegalmente en el país, a quien se debe apuntar.

"Creemos que los visados de entrada se deben conceder de forma más estricta y que el país debe comenzar con la deportación de los trabajadores que permanecen en Israel ilegalmente. Sin embargo, debemos mostrar compasión, corazón, alma, y humanidad, hacia los niños que no son responsables de la suerte que los trajo a Israel", dice la carta.

"El Estado judío, con un pasado como el nuestro, no debe fracasar en términos de humanidad y moralidad. Esto nos daña como sociedad misericordiosa con un alma judía. Estos niños conocen sólo a Israel, hablan nuestra lengua, sueñan en hebreo, y aspiran a participar en la construcción de Israel. No debemos dejar que un niño que creció aquí, sea desarraigado solamente por su origen. Esta lección está grabada en la carne del pueblo judío", concluye la carta.