Volvió a su ciudad natal, Roma, en agosto de 1945 para reencontrarse con sus padres, pero no así con sus hermanos Angelo y Davide, quienes habían sido asesinados por los nazis.
"Todas las mañanas se veían pobres seres pegados a las redes con los cables de alta tensión eléctrica. Estaban cansados de sufrir y se abandonaban a la piedad de Dios para poner fin al infierno de todos los días, al hambre, al frío", había explicado el italiano de su experiencia en los campos de concentración.
Tras conocerse su muerte, la familia de Romeo Salmonì recibió numerosos mensajes de condolencias de parte de las autoridades italianas, sobre todo de las de Roma, cuyo intendente, Gianni Alemanno, lo definió como un "gran hombre con su valentía y su fuerza".
Por su parte, el presidente de la Cámara Baja italiana, Gianfranco Fini, destacó el hecho de que Romeo Salmonì dedicara "toda su vida a mantener vivo el recuerdo, consciente de que solo la memoria puede representar un eficaz y potente antídoto capaz de impedir la vuelta de los monstruos del pasado".
Fuente: Aurora Israel, a través de Agencia EFE