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15-12-2011

Opinión
Israel es un país rico con ciudadanos pobres
Aurora

Los precios son del primer mundo y los ingresos, del terceroIsrael es un país rico con ciudadanos pobres

¿Por qué primer mundo?
La situación financiera y económica de Israel se encuentra en inmejorables niveles y lejos de las crisis que afectaron a los Estados Unidos y a Europa. La economía está fuerte y en manos de un experto que casi es arrebatado por el FMI (Fondo Monetario Internacional) cuando su ex director cayó en desgracia. El desarrollo de la tecnología y la investigación de punta que posee el país permiten a los grandes empresarios realizar excelentes negocios e insertar en el mundo los productos e inventos israelíes. La cotización del shékel frente al dólar y al euro se mantiene en un nivel controlado y no pega los saltos que podemos ver en otros países.
La recaudación de impuestos es implacable. Aquí todos pagan porque el que no lo hace sufrirá rápidamente consecuencias muy perjudiciales. Israel tiene un nivel de impuestos y gravámenes de los más altos del planeta. Existen grandes empresas que ganan millones y cuya situación es envidiable. La mayoría de ellas trabajan con el Estado o están vinculadas de alguna manera al círculo de poder de los políticos. El gobierno decide y legisla a favor de los intereses de los que más tienen a pesar de que no son la mayoría de la población sino que por el contrario integran un pequeño grupo de privilegiados. En casi todas las ciudades existen monopolios que explotan rubros exclusivos apañados por los gobiernos municipales y también por el gobierno central a pesar de la ilegalidad que esto representa.
Grandes contratos de servicios de todo tipo son entregados por plazos excesivos a Empresas que funcionan sin competencia alguna, lo que les permite fijar precios abusivos y condiciones leoninas para los consumidores. Las empresas de servicios tienen ganancias desproporcionadas y prácticas ilegales que son por lo menos permitidas por las autoridades. El personal es adiestrado para omitir todo lo negativo de lo que ofrecen y resaltar solo los beneficios de acceder a tantas cosas necesarias si se quiere ser un ciudadano del primer mundo.

¿Por qué tercer mundo?
Esa brillante realidad que describimos no es Israel. Por lo menos no es todo Israel y mucho menos, todos sus ciudadanos. No es cierto que en Israel no haya inflación. Lo único que no sube son los ingresos de los trabajadores, los emprendedores y los pequeños empresarios. Cualquiera que vaya al supermercado podrá ver como los precios crecen en forma desmedida aunque algunos productos que por necesidad, vencimiento o desesperación deben ser vendidos rápidamente, se ofrecen a precios más bajos que los de lista.
La mala situación del mercado comercial que siente la falta de dinero y de crédito hace que los precios no exploten del todo. La necesidad de vender reduce los márgenes de ganancia a niveles que no permiten el pago de los presupuestos y dificulta el cumplimiento de las obligaciones. La dificultad de acceder al crédito también tiene que ver con los monopolios ilegales.
Muchísimas ciudades no cuentan con opciones que generen competencia y buena atención a los clientes por parte de los bancos. El propio riesgo que genera la situación del mercado hace casi imposible obtener ayuda financiera de las instituciones que ofrecen sus recursos a quienes no los necesitan. Todo eso forma parte de una política económica dirigida a los ricos y en la que se excluye a la mayoría de los ciudadanos. Mudarse lejos para combatir la inflación
Muchas

familias decidieron dejar las grandes ciudades. El dólar no sube pero los precios están lejos del poder adquisitivo de los ciudadanos comunes. Los valores de las viviendas y por consiguiente los arrendamientos suben cada año en forma desproporcionada a los ingresos. La imposibilidad de renovar el contrato con nuevos y abusivos precios obliga a buscar zonas alejadas del centro intentando pagar un alquiler parecido al del año anterior. Pero ese cambio trae aparejado dejar el empleo, cambiar de colegio a los hijos modificando su entorno y su círculo de amigos. Genera prescindir de muchas cosas que eran habituales y sobre todo mudarse del primer mundo al tercero.
Cuando llegan al nuevo destino se encuentran con que allí también subieron los precios porque está llegando mucha gente nueva. La oferta de propiedades es escasa y no está preparada para estas circunstancias, sin contar con el agravante del abuso de los propietarios ante la falta de viviendas.
La distancia, el precio de los transportes, y la poca competencia, hacen que los alimentos y consumos necesarios e indispensables también sean más caros en esas zonas. Las ofertas de empleo son menores y muchas son manejadas por agencias de trabajo temporal (“kablanim” o (“coaj adam”). La relación entre el empleado y las Empresas es nula, el trabajo es temporal y mal pago. Cuando se cumplen plazos que otorguen derechos al trabajador, este será despedido o cambiado a una nueva Empresa, burlando de esa forma las leyes laborales. Los servicios y los combustibles que ya han subido demasiado amenazan con seguir escalando con el pretexto de un nuevo plan contra la contaminación.

 

Empleo informal y subsidios
Las dificultades que trae a la familia no tener un lugar de residencia permanente se agravan entonces por el empleo informal, por los malos salarios y por la inseguridad que genera no saber hasta cuándo se tendrá trabajo. Los cambios de ciudad, el periodo de instalación y adaptación generaran nuevas deudas y posiblemente incumplimiento, intereses o gastos extras que harán más difícil la recuperación. La pérdida del crédito hará el resto para que la situación sea insostenible.
Israel es un país que otorga muchos subsidios, esos por los que quienes tienen trabajo deben pagar un porcentaje demasiado alto sobre sus ingresos. Cuando un padre de familia o ambos cónyuges entran en el círculo de recibir del gobierno un pago mensual por no tener trabajo todo se empieza a desmoronar. Se pierde la autoestima, la seguridad sobre sus posibilidades. Las personas se creen culpables de lo que les pasa, cuando en realidad fueron empujadas a esa situación por imprevisión y falta de interés de quienes deben generar oportunidades y controlar a los vivos que se aprovechan de todo. La autoridad de los padres en la educación de sus hijos se hace añicos. En estos momentos la cantidad de personas que sobreviven gracias a estos subsidios no es compatible para nada con la buena situación en la que se encuentra la economía del país.
Hace falta un cambio en la política de empleo, eliminar la intermediación y precariedad del trabajo, crear competencia y castigar el delito del monopolio. No permitir la especulación, abusos en los precios y castigar a los políticos que hacen negocios con su poder o que los delegan en amigos o testaferros. Solo una firme actitud de cambio inmediato podrá salvar a la mayoría de la población de vivir en el primer mundo, como pobres, con ingresos y derechos del tercer mundo.

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