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Aprender a lidiar con estas realidades será uno de los temas que encabezan la agenda del Foro Estratégico del Comité Judío Americano de Líderes de Comunidades de América Latina, el cual se inicia hoy en Miami, Estados Unidos.
Cuando Claudio Lottenberg, presidente de Conib - grupo que representa a los judíos de Brasil - publicó una carta en la prensa local criticando los vínculos del gobierno con Irán, se encontró con un resultado inesperado.
"Yo no podía entender cómo el entonces presidente de Brasil, Ignacio Lula da Silva sería un amigo del presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad, quien niega el Holocausto, y que por eso he pagado un precio muy alto", dijo.
"Cuando el presidente de Israel Simón Peres fue invitado a almorzar con Lula en su casa, no fui invitado", detalló.
Lottenberg, quien fue ignorado por da Silva, dijo que las relaciones con la actual presidente de Brasil, Dilma Roussouff, han mejorado, pero que la historia es indicativo de un fenómeno más amplio.
"Estamos ante una nueva situación", dijo Dina Siegel Vann, directora del Instituto Latino y Latinoamericano del AJC en América y una de las organizadoras de la reunión de tres días.
"En el pasado, las comunidades judías no estaban solas, pero no había competencia en el conflicto de Medio Oriente. De repente ahora hay actores a nivel local e internacional, compitiendo por la opinión pública y quienes también están presionando a los gobiernos sobre las distintas posiciones en materia de política exterior", agregó Siegel Vann.
La República Islámica, que tiene estrechos vínculos con Venezuela, Ecuador, Bolivia y Brasil, no es el único país de Medio Oriente con una fuerte presencia en el mundo latino. Arabia Saudita también ejerce considerable influencia política en virtud de sus petrodólares. Un ejemplo es Buenos Aires, donde se construyó la enorme mezquita por los sauditas en la década de 1990 la cual domina toda una manzana en el barrio de Palermo.
En Chile, la comunidad palestina local, la más grande en el continente, juga un papel importante en la conformación de la política de Santiago con el pedido de un Estado palestino en la ONU este año.
"Históricamente hemos tenido buenas relaciones con la comunidad palestina", dijo el ex jefe de la comunidad judía de Chile, Gabriel Zaliasnik, el año pasado. "Pero en la última década, se han deteriorado un poco debido a que el conflicto de Medio Oriente se ha instalado más en la agenda local", adhirió.
Después de muchos forcejeos, Chile finalmente apoyó la oferta de un Estado palestino, pero con la intención de apaciguar a Israel.
Mario Fleck, líder de la comunidad judía en Sao Paulo, que asistirá a la conferencia en Miami, dijo que cree que judíos de América Latina deberían participar más directamente en el gobierno.
Además, dijo que la comunidad judía en Brasil, que cuenta con alrededor de 100.000 miembros, tiene planes para alentar a sus miembros jóvenes a entrar en política."Este es un plan a largo plazo", enfatizó.