La Agencia Judía de Noticias (AJN) lo entrevistó para conocer su opinión sobre la actual situación del Movimiento Sionista y lo que está ocurriendo en nuestro medio.
P.- Manuel, en julio participaste de la sesión anual del Vaad Hapoel (Comité de Acción) de la Organización Sionista Mundial. ¿Cuál es tu impresión sobre la situación actual del Movimiento Sionista?
MJ.- El Movimiento Sionista, como Organización Sionista Mundial, está reverdeciendo. Ha tomado autonomía económica y, a partir del año pasado, las autoridades son específicas del Movimiento Sionista, es decir que no hay más duplicidad de cargos como ocurría anteriormente, que el presidente de la Organización Sionista Mundial era, a la vez, presidente de la Agencia Judía y lo mismo ocurría con los funcionarios. Entonces se nota una situación en la cual realmente veo un reverdecer y cómo se está tratando de alcanzar nuevos horizontes en lo que hace a proyectos. Me parece muy importante que se estén estableciendo proyectos en común en lo que hace al apoyo a la Diáspora y a la educación judeosionista con el apoyo de algunos ministerios del Estado de Israel, que se han dado cuenta de la importancia de fortalecer el vínculo entre Israel y las comunidades judías del exterior. Realmente soy optimista ante este desarrollo y se ve una diferencia con lo que pasaba antes, como que realmente hubo un punto de inflexión.
P.- ¿Cuál es la situación de la comunidad judeovenezolana?
MJ.- La comunidad judía de Venezuela está muy preocupada porque hay actos antisemitas que se siguen notando, y duele –dentro de la comunidad– el corte de relaciones con el Estado de Israel por parte de Venezuela, como también la forma en que se han fortalecido los vínculos con Irán y el desarrollo de posibles grupos terroristas actuando dentro de Venezuela, que se pueden expandir al resto de Latinoamérica. A los judíos venezolanos les quedó el corazón orientado hacia Israel, pero la actividad sionista prácticamente no existe. El Movimiento Sionista, como el resto del pueblo judío, está preocupado y también quisiera ver que, de alguna manera u otra, esta situación de beligerancia, ataques antisemitas y demás se corte y que (el venezolano) pase a ser un gobierno democrático como corresponde. Me consta la preocupación de la judería en Venezuela sobre su situación y también la inquietud que generan no sólo los comentarios, sino los hechos políticos que (el presidente Hugo) Chávez desarrolla en contra de la comunidad judía y fortaleciendo vínculos con el régimen terrorista de Irán.
P.- ¿Cómo ves a la comunidad judeoargentina en la situación actual?
MJ.- Como siempre expresé, me gustaría ver una comunidad judía unida y que realmente encare el futuro. Cuando hubo situaciones de este tipo, la problemática en que la comunidad se encontraba era de más fácil resolución en unidad, y uno ve –de repente– que eso no se produce. Mi aspiración es que esto se produzca y se concrete lo más rápido posible, entendiendo al otro distinto y aceptándolo, y buscando entre todos un destino común.
P.- En el acto central conmemorativo del atentado a la AMIA se produjo un hecho inusual: por primera vez en 16 años de actos se silbó y se le gritó a un familiar. ¿Qué puede decir Manuel Junowicz ante esa situación tan desgraciada para la comunidad?
MJ.- Que se transformó un acto que era, como siempre, de recordación y exigencia de que las autoridades cumplan la obligación de llevar a los acusados a un juicio y de que aparezcan los culpables a un acto de connotación política que me desagradó muchísimo. El silbido fue un repudio de la asistencia a palabras que no quería escuchar en un acto.
P.- ¿Es decir que hay un problema de connotación política en lo que ha ocurrido?
MJ.- Totalmente, un problema de connotación política, la forma de la expresión. Estamos en un año electoral en la República Argentina y no era el momento ni el lugar apropiados para hablar y expresarse de esa manera. También hubo problemas en la organización a priori. Me consta que, antes de empezar el acto, ciertos familiares estaban del otro lado de una valla y no podían acceder al placo, etc. Todo eso ya generaba un clima enrarecido. El silbido fue una expresión que surgió de por sí, espontánea, ante situaciones que a la gente no le resultaban gratas.
P.- Volviendo a la situación comunitaria, la OSA tiene una muy buena relación con la DAIA y con la AMIA, en la cual se está produciendo un hecho inusual, no previsto por su Estatuto. Cuando hablás de unidad, ¿también lo hacés respeto a la situación que se está produciendo en la AMIA?
MJ.- Me encantaría que se busque una solución a esta situación, que sea una comunidad que acepte a todos los judíos como son y que el diálogo prevalezca y devenga, finalmente, en una alternativa en la cual la AMIA actúe en unidad, dándole respuesta a toda la comunidad. Me duele de sobremanera cuando veo el nivel de rispidez o el nivel de mails o el nivel de agresión, que no hacen bien a la comunidad y habría que pensar en que, finalmente, se está generando un daño. Espero que no sea irreversible.
P.- ¿Cómo puede colaborar la OSA para solucionarlo?
MJ.- Tendiendo la mano hacia todos. En la mesa de la OSA se sientan todas las personas que quieren; es decir, no hacemos disgregación según su nivel de observancia, religiosidad, agnosticismo o como podamos llamarlo. Todos son bienvenidos a trabajar por una comunidad unida, y ésta es mi aspiración: que también ocurra en la mesa de AMIA, respetando al distinto, no descalificando, no agrediendo y soñando –como siempre– con una comunidad unida, incondicional al lado del Estado de Israel, que dé respuesta a todos sus miembros y que todos se sientan partícipes de una AMIA que sea abierta, dándoles la bienvenida a todos, sin que se produzcan los roces que veo que se están produciendo.
Fuente: Agencia Judía de Noticias (AJN)
