El lunes 14 de abril tuve la oportunidad de presenciar una actividad extraordinaria, de esas que suelen acontecer muy de vez en cuando en el seno de la comunidad. La asociación YOK organizó un debate entre Ricardo Foster, un prestigioso filósofo intelectual judío y Shlomo Levy, un rabino de Jabad Lubavitch que dirige el centro para la juventud, el centro de jóvenes judíos mas importante de la Argentina. Prometía ser un debate muy jugoso y realmente lo fue. Sobretodas las cosas resultó sumamente educativo presenciar un intercambio entre dos personas de visiones y posiciones tan diferentes en un marco de respeto mutuo. La gente que acudió a ese debate, salió sumamente satisfecha y enriquecida de haber aprendido cosas nuevas acerca del judaísmo. Y lo más importante de haber presenciado que se puede integrar en vez de discriminar. Algo que desafortunadamente los judíos argentinos no estamos acostumbrados ya que tenemos una marcada tendencia a la polarización.
¿Qué significa pensar polarizadamente? ¿Te sucede esto en tu vida?
La polarización es el pensamiento donde veo la realidad en términos de "blanco o negro" (Como D'Elía hace en sus alocuciones). Se llevan las cosas a sus extremos. Se tienen categorías absolutas. Es todo o nada, sos de River o de Boca. Estás conmigo o contra mí (cualquier semejanza con el gobierno "K" es pura coincidencia). Lo hago bien o mal. No se aceptan ni se saben dar valoraciones relativas. El problema básico aquí reside en que es difícil integrar conceptos o vivencias diversas. Esta clase pensamiento que es normal y esperable en nuestra primera infancia, pero que mientras vamos creciendo suele ir mutando. Es deseable ir comprendiendo que muchas cosas son relativas y no necesariamente excluyentes sino que pueden ir acoplándose. Mantener el pensamiento polarizado gran parte de nuestra vida adulta es una pésima señal que conduce a conflictos constantes con las personas que nos rodean. Solo basta mostrar como ejemplos claros a países como Venezuela o Irán, que son regidos por líderes con esa mentalidad y los resultados desastrosos que ocasionan. O sin ir más lejos, nuestra presidenta Cristina y sus ataques continuos a la prensa y el campo, quienes son vistos como "enemigos del pueblo" ya que manifiestan opiniones contrarias a la presidenta. En los hechos concretos adultos, gobernarse por el pensamiento polarizado lleva a una vida de peleas, enojos y desgastes constantes.
En el seno de nuestra comunidad existe una marcada diferencia entre "ortodoxos" y aquellos que no lo son. Muchas de estas divergencias, se deben en el fondo de todo, a este pensamiento polarizado donde el judío cree que debe asumir una posición única y absoluta, es decir un "bando". De esta forma se pierde de experimentar y conocer una variada gama de opciones que el judaísmo tiene para ofrecer. Se puede ser un judío que va a un club o country y a la vez estudia y practica la Tora. Se puede ser un judío intelectual y confrontador, que busca otras fuentes místicas sin desconocer y practicar la propia, la Tora. Y más aún, este judío puede empaparse de la Torá sin dejar de discutirla. Pero esto implica un movimiento tendiente a conocer a través de las vivencias del judaísmo más simples como prender velas en Shabat, colocarse tefilim, practicar la Tzedaka, estudiar algo de Tora o leer obras de autores intelectuales judíos también. De otra manera, la persona conoce "parcialmente", solo a través de la bruma de sus pre-conceptos o del medio o institución a la cual pertenece.
El pensamiento polarizado implica percibir y vivir excluyentemente las cosas lo cual conduce a un empobrecimiento marcado de la vida espiritual, cultural y social de un judío. Bajo la lente de la polarización nos perdemos de vivir aquellas experiencias que son del "bando contrario" y tendemos a descalificarlas. Por esa razón, más allá que existen argumentos razonables de diversas facciones que están enfrentadas dentro de nuestra comunidad, subsiste en el fondo de la psiquis colectiva judía, este gran problema de fondo.
Aquellas personas que se animan a integrar a sus vidas los diversos aportes del judaísmo en sus variadas esferas como la religiosa, cultural y social, a partir de conocer de primera mano las cosas, muestran un mayor grado de profundidad y seguridad respecto a su identidad como judíos en el mundo. Estas personas no necesitan suscribirse a algún bando para demostrar que "los otros son los equivocados". Es esta clase de pensamiento y actitud en un judío la que fomenta el dialogo lo cual lleva a conocer y enriquecerse con la diversidad, en vez de atacarla. Si leemos atentamente el Midrash, observaremos que las doce tribus de Israel eran bien distintas entre ellas. Cada una portaba una cualidad diferente, complementaria y necesaria para la sobrevivencia del pueblo judío. Ninguna era mejor que la otra ya que cada una tenía un cometido importante que ayudaba al resto. Todas ellas conformaban un entramado cooperativo que se sinergizaba, más allá de sus peleas.
Ortodoxos, tradicionalistas, conservadores, intelectuales o countristas forman parte de la riqueza variada y diversa que constituye a la comunidad judía en Argentina. Vivir el judaísmo solo por el hecho de acudir a un club o conservar alguna tradición, es valido pero limitado y superficial. Muchos padres se horrorizan ante la idea de que sus hijos pueden casarse con personas no judías. Sin embargo estos padres se olvidan que se quedaron en la cáscara y no fueron al núcleo. Conocen el judaísmo solo por pertenecer a una institución socio-deportiva, en ves de conocer las raíces milenarias que están por detrás de estas.
La espiritualidad que reside en la Tora tiene un contenido profundo y revitalizante que puede empapar el resto de las otras áreas de nuestra vida. Tal como sucedía con los Kohanim y Leviim respecto a las otras tribus. Conocer mas acerca de ese legado espiritual nos confiere una profundidad como judíos que puede empapar y transformar cualquier acto corriente. No se trata de asumir un bando determinado , sino integrar a nuestra vida aquello de lo que somos propietarios hace mas de 3.000 años, el conocimiento de la Torá, en las dosis que queramos . Es esta clase de conocimiento lo que da profundidad al ser judío. Y eso bien vale la pena un esfuerzo ¿Cierto?
Lic. Pablo Nachtigall - Psicólogo Clínico
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