A su reconocido desempeño como centro de la vida familiar, las mujeres judías han ido sumando nuevas tareas en los más variados ámbitos. Y gracias a su talento, a su tenacidad y constancia, algunas de ellas alcanzaron uno de los galardones más prestigiosos: el premio Nobel.
Tal el caso de la Dra. Rosalyn Sussman Yalow (norteamericana), ganadora del Nobel en Fisiología y Medicina en 1977. De ella nos ocupamos en la presente nota.
La Dra. Rosalyn Sussman Yalow fue la primera mujer doctorada en Física en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Illinois (enero de 1945). Fue, también, la primera mujer norteamericana y la primera mujer judía en recibir un Premio Nobel de Ciencia, siendo la segunda mujer que lo recibió en Medicina (1977).
Origen humilde.
Rosalyn nació el 19 de julio de 1921 en el modesto -y no muy apacible- barrio neoyorquino de Bronx, en el seno de una más que modesta familia judía de clase media. Sus padres Simon y Clara, tenían ya un hijo varón, Alexander. El padre, se había formado de manera autodidacta como tenedor de libros; la madre había tenido que empezar a ganarse la vida a los doce años de edad, como cajera en una tienda.
Del padre aprendió que cuando se proponía algo, lo lograba. La madre era ávida lectora y le enseñó a leer antes de comenzar el jardín de infantes. Su madre siempre quiso persuadir a Rosalyn de que fuera maestra de escuela. Rosalyn completó el ciclo escolar medio a los quince años de edad. Sus dotes ya se habían manifestado, a punto tal que sus maestros, y especialmente su profesora de química, insistieron en que hiciera carrera en las disciplinas fisicoquímicas. Y así fue.
Paralelamente, escuchando también otros consejos, siguió algunos cursos de secretariado y taquigrafía.
Pero luego de graduarse en Fisicoquímica como "Phi-Betta-Kappa" y "Magna Cum Laudo", comenzó a enseñar en el "fellow" de física (becarios que realizan investigaciones), en la Universidad de Illinois, en Urbana. Entre cuatrocientos cursantes, fue la única mujer.
Boda con el hijo del "Rebe".
Allí, en ese curso "fellow" en Illinois , conoció a quien pronto sería su marido, A. Aarón Yalow, también él estudiante de Física. Se trataba del hijo del rabino de un suburbio rural en la parte norte de Nueva York. La boda, según el rito judaico, tuvo lugar el 6 de julio de 1943.
Ingresó ella a trabajar como ingeniera eléctrica en el Laboratorio Federal de Telecomunicaciones. Y entre 1946 y 1950, en la inmediata postguerra, la Dra. Sussman Yalow es docente de Física en la Facultad y en el Hunter College.
A partir de 1947 es consultora del Departamento de Radioterapia en el "VA Hospital" del Bronx neoyorquino. En 1950 comienza a trabajar en la Unidad de Radioisótopos con el Dr. Solomon A. Berson.
Una "idishe mame".
Fue el marido quien inició a Rosalyn en el conocimiento del judaísmo. Ella no había sido observante hasta ese entonces. Pero a partir de su boda, adoptó en su casa los hábitos y la atmósfera del judaísmo ortodoxo.
Por otro lado su madre -"idishe mame" al fin- la amonestaba cuando ya era ella una dedicada científica, diciéndole que una mujer no debe ir a trabajar y dejar en casa a sus pequeños hijos al cuidado de una mucama. Igual que sus padres, Rosalyn tuvo en su matrimonio dos hijos: un varón en 1952 y luego una niña en 1954.
La consagrada científica, que trabaja arduamente en su laboratorio, lo hace de domingo a viernes; respetando el descanso del shabat. Y una de las anécdotas que cuenta con frecuencia, es que otro judío ganador de un Premio Nobel, en este caso el de Literatura, Isaac Bashevis Singer, había sido en una ocasión invitado del matrimonio Yalow para celebrar un Séder de Pésaj.
La lucha de las mujeres.
Ella se dice "feminista", al tiempo que sostiene que: "...si queremos -las mujeres- estar en permanente ascenso, debemos demostrar que somos competentes, que tenemos coraje y que contamos con la determinación necesaria para triunfar... y debemos estar preparadas para asumir el desafío que significa tomar nuestro puesto en el "establishment"... . A la vez, se ha manifestado reiteradamente en contra de los "guetos" ocupacionales, como así también de los "guetos" de los laureados.
En su pequeño laboratorio, la Dra. Yalow ha obtenido resultados que a laboratorios mejor equipados les ha llevado mucho más tiempo. Y ella, consciente de la situación, afirma: "...Empleamos procedimientos dinámicos y obtenemos un uso efectivo de los materiales; el resultado es lógico: logramos cotidianamente resultados perfectos, cosa que en la mayoría de los laboratorios consume largos y numerosos intentos..."
Y expresa también: "...Tal como Napoleón cuidaba de su ejército, debo yo permanentemente ocuparme de mi pequeño y súper eficiente laboratorio...".
Su marido murió en agosto de 1992. Pese al dolor, ella sigue trabajando en la investigación científica como en sus primeros tiempos. Sus colaboradores no dudan en sostener que para la Dra. Sussman Yalow no hay protocolo ni convenciones sociales que limiten sus horas de investigación. Y que aun puede dar su mano sucia y marcada por los usos del laboratorio a más de un visitante.
Ascendente carrera.
En 1947 fue contratada como consultora del Departamento de Radioterapia en el "VA Hospital" del Bronx neoyorquino. Dicho Departamento había comenzado a explorar el uso de radioisótopos (isótopos radioactivos, elementos y químicos radioactivos) en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades.
En 1950 pasó a ser su jefe en la Unidad de Radiosótopos el Dr. Solomon A. Berson. Al principio, el Dr. Berson y la Dra. Sussman Yalow empleaban el diagnóstico de las enfermedades tiroideas en base a iodo radioactivo. Este método lo aplicaron más tarde para realizar otras determinaciones en la sangre y en el plasma.
En una tarea de laboratorio, constante y sin pausa, descubrieron nuevas vías. Así, el iodo radioactivo comenzó a ser empleado para identificar a la insulina y a otras sustancias.
La revolución.
Fue en el año 1959 cuando la tarea de casi una década del Dr. Berson y la Dra. Rosalyn Sussman Yalow, produjo toda una revolución en el campo científico. Desarrollaron el método de ensayos radioinmunológicos (RIA, del inglés "RadioImmuno Assay).
Esta técnica se basa en la obtención de un anticuerpo específico frente a la hormona que se desea cuantificar y capaz de ligarse además a ella. Es útil, por ejemplo, para medir la cantidad de insulina en la sangre. Y como resultado de la eficaz aplicación de la misma, pronto se empleó en centenares de laboratorios, en los Estados Unidos y en todo el mundo.
A partir de 1961, la Dra. Yalow dictó cursos a unos ciento cincuenta endocrinólogos, en el término de cuatro años. Ellos fueron entrenados en el uso de esta prueba, y así difundieron y practicaron el hallazgo en diferentes laboratorios del mundo.
La ingeniosa aplicación de la física nuclear a la práctica de la clínica médica, posibilitó que los científicos pudieran emplear el indicador radioisotópico para medir la concentración de centenares de diversas sustancias biológicas y/o farmacológicas en la sangre; lo mismo que en otros fluidos del cuerpo humano, o aun de animales y plantas. Asimismo, los bancos de sangre emplean hoy el RIA como modo de prevención, para descartar la existencia de sangre contaminada con el virus de la hepatitis.
Premiada.
Nuevas aplicaciones del RIA hicieron acreedora a la Dra. Rosalyn Sussman Yalow de dos relevantes premios en el lapso de un año. En 1976, fue la primera mujer que se adjudicó el Premio Albert Lasker; mientras que ya en octubre de 1977, el reconocimiento de la comunidad científica internacional llegó de la mano del Premio Nobel. Fue entonces la primera mujer norteamericana (y también la primera mujer judía en el mundo) que obtenía el Premio Nobel en Ciencias. En 1980 sería nominada como Doctor Honorario en Ciencias por la Universidad Hartford, de Connecticut (Estados Unidos).
El descubrimiento del RIA ha sido considerado una de las más importantes aplicaciones de la investigación básica en la medicina clínica.
Afirmó la Dra. Yalow algunos años después de ganar el Premio Nobel que: "...Si queremos tener fe en que la humanidad sobreviva sobre la faz de la tierra, debemos depender de las continuas revoluciones que producirá la ciencia... Estas revoluciones liberarán a la humanidad del hambre y de las enfermedades, permitiéndole posar la vista en las estrellas...".
Cuando se le interrogó acerca de su mayor alegría, no dudó en expresar que: "... es el hecho de que el RIA sea hoy usado en miles de laboratorios en distintos países del mundo, incluidos los países en vías de desarrollo...".
Falleció a la edad de 89 el 30 de mayo de 2011.
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