Ciertamente cada historia de vida de aquellos que sobrevivieron a la Shoá posee el sello propio de lo irrepetible, ya que tanto las experiencias vividas bajo el yugo nazi, como los modos de atravesarlas y las circunstancias azarosas que sobrevinieron en cada derrotero de la supervivencia, son sin lugar a dudas particulares. Sin embargo, algunas de esas particulares historias adquieren además el carácter de singularidad, y esto es debido a la radicalidad de lo vivido que hace que quienes se encuentran con su relato, sean conmovidos en su fuero más íntimo.
Hoy quisiera destacar en las líneas que siguen, desempolvándola del olvido, una de esas historias de vida que considero propia de un personaje singular: el boxeador griego Salamo Arouch.
Hace un tiempo ya, en 1989, el film que ilustró su vida y su supervivencia en Auschwitz bajo el título: "El triunfo del espíritu", protagonizada por William Defoe, me hizo rememorar su historia. Desde aquel entonces, estas palabras a modo de homenaje, tanto por su talento como pugilista, como por las abismales penurias atravesadas en el campo de concentración y exterminio, habían quedado pendientes.
Adentrándose tanto en los padeceres que allí sufrió, como en aquello que debió hacer para sobrevivir, uno comprende y comparte la elección del título de la película: en su vida y supervivencia encontramos el triunfo del espíritu por sobre la brutalidad de la voluntad de exterminio nazi. Y de seguro aquí cabe la pregunta, ¿con qué otra cosa podían triunfar aquellos seres despojados de todo?
Antes de la guerra: Grecia
Nacido en 1923 en Salónica -Grecia-, Salamo proviene de una familia de pescadores, tanto su padre como su hermano menor Abraham (se lo llamaba AVRUM), trabajaban como estibadores. Desde pequeño Salamo cultiva un sueño: desea ser boxeador.
Fue su padre quien lo entrenó y en 1937, a los 14 años de edad, lo condujo al ring. Su debut en su ciudad natal fue exitoso, mostrando además las semillas de aquello que sería su estilo propio, un "jab y cross" que le valdrían luego el apodo en su país natal de "el bailarín de ballet".
En aquellos tiempos de infancia y juventud, Jacko Razon -quien también devendría después un reconocido pugilista- era su amigo y "partenaire" de entrenamiento.
En 1939 cuenta con el récord de 24 triunfos por nocaut; combatiendo por el título Medio Pesado de los Estados Balcánicos, lo gana también por nocaut. En ese mismo año es seleccionado para integrar el plantel olímpico griego de boxeo.
Luego, advino la Segunda Guerra Mundial trayendo consigo la ocupación nazi en Grecia y su próspera carrera profesional de boxeador se vio truncada por la catástrofe.
Salamo contaba con 20 años cuando el 15 de marzo de 1943, él y su familia toda son trasladados a Auschwitz.
En Auschwitz
Ni Salamo, ni su padre, así como tampoco su hermano, recién arribados al campo de concentración, lo sabrán sino hasta mucho tiempo después, pero la pesadilla nazi había comenzado la matanza de su familia el mismo día del arribo: todas las mujeres y los niños habían sido enviados directamente a las cámaras de gas - encontrándose entre ellos también la recién desposada mujer de su hermano.
"Seleccionados" en la entrada al campo para realizar trabajos forzados, los tres hombres restantes de la familia, se encontrarán de diversas maneras con la abismal crueldad.
Al poco tiempo, Avrum es designado para integrar uno de los fatídicos grupos de judíos encargados de los cuerpos ya sin vida, desde las cámaras de gas hasta los crematorios. La labor de los denominados "sonderkomando" era de las más siniestras, Avrum no pudo tolerarla y fue asesinado por rehusarse a realizarla.
Salamo fue obligado a participar de combates de boxeo para entretenimiento de los nazis debido a que uno de los oficiales se enteró de que él era pugilista.
Los combates eran dos veces por semana. Las reglas no eran las del ring; no existían allí rounds, los combates sólo finalizaban cuando uno de los contrincantes no podía continuar. Quien vencía recibía pan y sopa, quien perdía era asesinado primero y luego, corría igual destino que los demás en el campo.
A estos combates de vida o muerte eran obligados judíos y gitanos de Auschwitz. Entre los boxeadores judíos que también debieron combatir en estos infames "matches" se encuentran "Young" Péres, Leone Efrati y Kid Francis.
El padre de Salamo no logró pasar una de las tantas "selecciones", y declarado "inepto para el trabajo" fue muerto en las cámaras de gas. Es profundamente emotiva la manera en la cual la mencionada película muestra el intento desesperado y frustrado de Salamo de interceder para salvarlo. Ya no quedaba nadie vivo de su familia.
Por casi dos años logró sobrevivir; se estima que fueron alrededor de 200 las peleas que ganó. La más difícil de ellas fue contra el judío alemán Klaus Silber oriundo de Dusseldorff quien contaba con 44 combates como amateur antes de la guerra. Cuando se encontró en el ring con Arouch en Auschwitz, arribó invicto con 100 combates realizados. Tan ardua fue la pelea que en un momento ambos cayeron juntos fuera del ring. Silber golpea y derriba a Salamo, pero finalmente éste se repone y lo noquea.
Quien también se encontraba en Auschwitz, pero que el azar o el destino quiso que no se encontraran para pelear allí, era su amigo de infancia Jacko Razon, que también había ganado fama de ser invencible en el cuadrilátero. A tiempo para ellos, no así para los suyos, llegó la liberación y ambos lograron sobrevivir.
La Resistencia
Arouch no sólo combatió dentro del ring para sobrevivir, sino que además se unió a la resistencia en Auschwitz. Formando parte de ésta, logró colocar un explosivo en uno de los hornos crematorios y destruirlo completamente, hecho que demoró la maquinaria mortífera nazi salvando de ese modo a muchos del destino fatal. A raíz de ello fue golpeado e interrogado por los nazis para que delatara a los demás miembros, pero logró resistir a la tortura. Afortunadamente, la liberación arribó antes que su ejecución.
Luego de la Guerra: Israel
Después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, Salamo se radicó en Israel donde sirvió en las Fuerzas de Defensa y continuó realizando algunos combates de boxeo en el ejército israelí.
En Israel se casó y tuvo cuatro hijos y doce nietos, tres de ellos casados, logrando así hacer nuevamente triunfar el espíritu. Su esposa, Marta fue su amor de juventud en la Grecia que los vio antes de la Shoá. Ella también fue deportada a Auschwitz sobreviviendo junto a su hermana. Único lazo afectivo que las garras del nazismo no había logrado arrebatarle, fue en su búsqueda cuando terminó la guerra.
Salamo Arouch había padecido vejámenes, había perdido a toda su familia de origen, pero no habían logrado hacer sucumbir su fibra más íntima, aquella de la cual brota el deseo de vida, formó una familia, se radicó en Israel y participó activamente en su independencia, algo imposible de imaginar en la época nazi: el proyecto nazi había fracasado.
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