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Hace un tiempo terminé de leer un libro llamado “Historia de una tragedia, la expulsión de los judíos de España”. Su autor, el Prof. Joseph Pérez nos adentra de un modo erudito, pro-fundo y bien documentado en la historia de quienes fueron perseguidos y finalmente expulsados por los Reyes Católicos de sus reinos, a finales del siglo XV, es decir los judíos.
Miles y miles de personas fueron desterradas, alejadas de “su tierra”, aquella que los al-bergó durante siglos bajo el justificativo de “...fuimos informados que en estos nuestros reinos y señoríos había algunos malos cristianos que judaizaban y apostataban de nuestra santa fe ca-tólica, de lo cual era mucha causa la comunicación de los judíos con los cristianos...”(2)
Pero dentro de todas estas tragedias individuales y colectivas, sin embargo, aquello que más me impresionó al leer al Prof. Joseph Pérez, como a otros autores que han tratado este episodio, fue la situación de aquellos judíos que se vieron obligados a convertirse pero que igualmente siguieron practicando en secreto su fe, ya que la pira bautismal no podía transformar mecánicamente el sentimiento y la herencia que no querían abandonar. Hablemos del siglo XXI.
Fue con este estado de ánimo con el que comencé a interesarme por el tema y en mi búsqueda permanente conocí a través de Internet a una persona en España que me dijo que era “Anusim”. Como historiadora y profesora de historia judía sabía qué significaba ese término, aunque nunca había profundizado realmente en él. Sin embargo corregí que “Anusim “ es plural en hebreo, en todo caso serás un ben anusim, le dije. Aquella conversación escrita entre Espa-ña y Argentina podría haber acabado de esa manera, pero no fue así, José M., así se llama la persona que me introdujo en el tema, me relató su historia personal y cómo descubrió su identi-dad. Entonces un mundo nuevo se abrió para mí y a partir de ese momento comencé a investi-gar en el fascinante mundo de los Anusim y los Bnei anusim tratando de encontrar el nexo entre el ayer y el hoy o quizás entre el hoy y el ayer.
Durante los siguientes días me formulé preguntas que no podía responder ni siquiera re-curriendo a la bibliografía existente sobre el tema. ¿Cómo se puede mantener una identidad a través de siglos, de generaciones, de vicisitudes y de pronto aflorar, estallar como cuando un pimpollo se convierte en una hermosa rosa o de una crisálida emerge finalmente una mariposa? Aquella primera conversación se convirtió en muchas otras. Fui conociendo nuevas historias. Todas ellas tenían en común sentimientos de inseguridad, de conflictos, de frustraciones y de la complejidad de sentirse profundamente algo mientras el entorno no acepta e incluso rechaza. Y estoy hablando incluso de la propia comunidad a la que se quiere retornar.
Así, finalmente comprendí que el tema de los Bnei Anusim, no es menor. Por eso me propuse dedicarme a él pues considero imprescindible que este sea conocido. Y he descubierto que en los últimos meses se está produciendo un maravilloso encuentro, decenas, quizá cien-tos de Bnei Anusim se están encontrando. Lo interesante es comprender el sentimiento de al-guien que cree estar solo y de pronto descubrir que hay otros que quieren retornar desde Por-tugal hasta México, pasando por toda España y los Estados Unidos. Por eso considero que sus voces deben ser escuchadas. Son muchas historias que deben ser conocidas, valoradas; son años de rechazo, de sufrimiento, de marginación porque hay desconocimiento y prejuicio.
Un joven de América Central me ha contado que como no tiene ningún documento que demuestre que es Ben Anusim y judío (¿qué debería tener?) le niegan la entrada en la Sinago-ga de su ciudad, la única de su tierra, pues no puede probar lo que es. ¿Es eso justo? . Los prejuicios sitúan a los Bnei Anusim en una difícil y extraña situación porque cuando acuden en busca de los judíos, para su entorno no son ni una cosa ni otra, y lo mismo sucede en cuanto a los judíos que conocen, aunque hay algunas excepciones dignas de ser tenidas en cuenta.
Sin embargo este fenómeno es muy complejo y no siempre la respuesta es el guiur (3) sino la legitimación de lo que son. La mirada prejuiciosa de muchos judíos y cristianos, que no los ven ni una cosa ni la otra, los ponen es situaciones muchas veces difíciles.
Pero ¿cómo se ven ellos a sí mismos? Pues ellos se sienten profundamente identificados con su ser y ello viene de un convencimiento sincero que cuál es su origen y la suerte corrida por sus antepasados.
El tema de los Bnei Anusim está emergiendo actualmente con fuerza. España fue la tie-rra que los expulsó como judíos, que les obligó a la conversión, y les exigió fidelidad a una reli-gión con la que no siempre acordaban; y ellos, muchos de aquellos que se quedaron, durante siglos, generaciones, han guardado su tradición, su identidad y su amor hacia en Pueblo de Israel del que se sienten parte. Hoy están con nosotros... quieren ser conocidos, escuchados, que las historias de los sótanos, los recuerdos de familia, el encendido de velas que no se com-prendían, los manteles blancos para la mesa de los viernes, las piedras en lugar de flores en los cementerios, y tantas pero tantas tradiciones cuidadas celosamente empiezan a tener sentido, el sentido de ser lo que no pudieron seguir siendo pero que definitivamente han rescatado para convertirlo en su realidad y presente.
(1)En hebreo : Anusim : forzados .Bnei anusim: hijos de forzados o descendientes de ellos. Aquellos que mantuvieron su judaísmo en secreto / (2) Edicto de Expulsión emitido por los Reyes Católicos en 1492 / (3) palabra hebrea que signi-fica conversión al judaísmo.
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