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Los judíos expulsados de la península, llegaron a participar, en algunos casos, de la actividad política y de una ubicación muy elevada en la pirámide económica, poseyendo fábricas textiles que empleaban a miles de hermanos, estableciendo contactos con otros sefaradíes dispersos por diferentes partes del Imperio y Europa. Estos, en muchos casos, servían de nexo para el comercio internacional. En Safed, residía el centro productivo más importante, también estaba Salónica, con la industria de paños, que duró hasta el siglo XIX. Los gremios, en gran parte, regían la vida económica y social del Imperio. Entre los siglos XVI y XVIII había de diferentes religiones, aunque también estaban los exclusivamente judíos como los botoneros, los músicos y cómicos, los carniceros, los joyeros, los farmacéuticos y perfumistas, taberneros, fabricantes de hilos de plata, tintoreros, fabricantes de quesos y yogurt, o los pescadores y obreros portuarios. Los sefaradíes llevaron al Imperio Otomano tradiciones de España, pero también nuevas perspectivas de singular importancia como la imprenta y los caracteres hebreos para la misma y fueron los primeros en utilizarla allí. En Estambul, en 1494, se funda la primera imprenta, tan sólo dos años después del Edicto de Expulsión. Si bien se imprimió literatura, recién en el siglo XIX es cuando la actividad de impresión de textos toma gran desarrollo. Los descendientes de los expulsados dieron en esta nueva tierra grandes intelectuales, en Estambul y Salónica durante el S. XVI y en Esmirna en el XVII. También, durante este período aparecieron numerosos movimientos mesiánicos, entre los cuales el más destacado y, con grandes implicancias, fue el de Sabetay Sbí quien nacido en Esmirna en 1626, y junto a su "profeta" Natán de Gaza y los seguidores, logra conmocionar al mundo judío de la época. En Esmirna, se produjo un proceso inverso al de otras ciudades en lo que respecta a la decadencia. A mediados del siglo XVI, sobretodo en la época de Suleimán el Magnífico (1520-1566), el Imperio Otomano llegó al cenit de su poder político, económico y militar, y los judíos no fueron ajenos a los avatares generales. Safed, en Palestina y Salónica, en Macedonia fueron los dos polos de desarrollo netamente judíos que se convirtieron en centro de la industria textil y en atracción para la subsistencia de los llegados de Europa occidental. En el siglo XVII, al comenzar a decaer ambos centros, empieza el ascenso de Esmirna. Muy antigua, la ciudad tenía ya desde la época helenística, una población judía. Al comienzo del Imperio era sólo un pueblito de poca importancia y cuando llegaron los expulsados de la península, eligieron ciudades que estaban alrededor, para asentarse. Las autoridades otomanas y potencias europeas, comenzaron a darle desarrollo a Esmirna, a partir de su puerto, que llegó a convertirse en el más grande de Anatolia. Los primeros judíos en asentarse allí, provenían de Tire y Manisa, ciudades cercanas. Paulatinamente, comenzó a atraer a los de poblaciones más lejanas. Otra afluencia poblacional a Esmirna fue la de los judíos marranos de Portugal en el S. XVII, que llegó a convertirse en un grupo económicamente sólido e instruido (algunos de ellos fueron seguidores del falso Mesías). También llegaron emigrados de Italia, como los tipógrafos Gabbay, de ciudades griegas, como los padres de Sabetay Sbi (de Patras), de Holanda, etc. A finales del siglo XVIII, se estableció una comunidad de francos, comerciantes italianos. En 1688, un sismo destruyó la ciudad provocando un retroceso importante. A fines de S. XVIII, reconstruyen el puerto y la ciudad con lo que recomienza el apogeo de los judíos junto al resto de la población. La debilidad del gobierno y el fortalecimiento de los cristianos, hizo presión para que los judíos fueran desplazados de puestos clave de la economía (banca, intercambio internacional, etc.). Con el advenimiento de movimientos nacionalistas como griegos y armenios (segunda mitad del S. XVIII), se incrementaron las rivalidades entre cristianos y judíos (ya en el siglo XIX). Los cristianos perseguían a los judíos y el gobierno intentaba defenderlos. Es también conveniente saber que si bien en todas estas importantes ciudades del imperio, los judíos se conectaban con otras comunidades, solía haber enfrentamientos con los ashkenazíes, y estos a su vez con las comunidades portuguesas de Europa occidental (Holanda), casi siempre por las diferencias de la halajá (de Joseph Caro en adelante). La decadencia de las comunidades judías iba de la mano de las tensiones sociales. Los enfrentamientos entre los judíos y las dos minorías nacionales (griegos y armenios), comenzó por motivos económicos y luego se convirtió en un tema religioso. También dentro del seno de la comunidad judía, las diferencias de clase produjeron tensiones por el rápido empobrecimiento de grandes sectores de su población. Los conflictos nacionales, como el de los griegos en 1830, desprendieron una importante porción del territorio de Grecia independizándola. Los tres grandes centros judíos en los siglos XIX y XX, fueron Salónica, Estambul y Esmirna. Salónica incrementó notablemente su población, en el último cuarto del siglo XIX. Llegó a tener 70.000 judíos, frente a los 50.000 de Estambul y los 20.000 de Esmirna. A finales de los años 30, en el S. XIX, se dictan algunos decretos que suprimen las discriminaciones de las minorías, aunque no logran producir un efecto integrador. Comienza a notarse a finales de esa centuria, el aumento de familias que parten de Turquía hacia Europa, América del Norte y del Sur y las tierras de Palestina. Habían comenzado reformas, tendientes a levantar el Imperio por parte de las autoridades y de potencias europeas, que encontraban a la comunidad muy empobrecida. Las transformaciones de las minorías, en realidad, iban dirigidas a los cristianos, ya que los judíos no producían molestias para las autoridades. No obstante, a los judíos se los igualó dándoles ciertas libertades, nombrando al jajam bashí autoridad máximas de cada comunidad. El de Estambul tenía potestad para nombrar al de cada ciudad como consejero de la autoridad imperial. A pesar de todas las reformas hechas, los judíos no se incorporaron francamente a la sociedad central. Algunos pocos desempeñaron puestos políticos menores y colaboraron con células de jóvenes otomanos y turcos que en 1908 derrocaron al sultán. Con la primera guerra mundial, Salónica pasó a depender de Grecia, hubo mucho intercambio de población étnica con Turquía. Cientos de miles de griegos se pasaron de ciudades turcas al dominio griego y musulmanes pasaron a Turquía. Una parte de los judíos de Salónica emigraron aunque la mayoría permaneció allí.
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