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Dedicaremos esta ponencia a analizar la vida y el pensamiento de Francisco Maldonado de Silva >(1592/1639) en el contexto histórico de la época. Había nacido en Tucumán (hoy provincia argentina) que murió ‘relajado’ (= quemado vivo) en Lima (Los Reyes) el 23 de enero de 1639. Es el más célebre de los mártires criptojudíos de América del Sur. Fue acusado de judaizante y estuvo preso durante 12 años antes de su ejecución; vivió solamente 46. Era hijo del cirujano portugués Diego Núñez de Silva (juzgado por la Inquisición de Lima y reconciliado en 1605) y de Isabel Otañez (sevillana). El hermano mayor de Francisco, llamado Diego de Silva también fue reconciliado en la misma fecha que el padre.
Lo más interesante a los efectos de analizar los pensamientos de Francisco Maldonado de Silva es que mientras estuvo preso, sostuvo 15 “disputas” con los doctores más calificados de la Iglesia y se mantuvo “pertinaz” (es decir defendió sus convicciones). Conocemos parcialmente el contenido de dichas discusiones a través de los textos de la Inquisición y del propio Maldonado de Silva. Éste nos dice en una de las cartas, que elaboró más de doscientos argumentos para los calificadores y que no le respondieron (1). Los calificadores definieron los argumentos de Maldonado como “explicaciones frívolas”, “para hacer vana ostentación de su ingenio y sofisterías”. Y agregaron que los infinitos cuadernos que escribió, lo hizo “por la curiosidad de juntar papelitos”. El lector juzgará quien tenía razón luego de analizar alguno de los argumentos de Maldonado que veremos más adelante.
A la pluma de Francisco Maldonado de Silva se deben dos cartas de 1633, dirigidas a la Sinagoga de Roma y escritas en latín (que nunca fueran enviadas) y un cuadernillo (año 1638). Son los únicos textos propios que se conservan. Las cartas tienen alto valor histórico y literario. Además, escribió varios otros cuadernillos (cuyo destino no lo conocemos) y dos libros que fueron quemados con el propio Maldonado en 1639.
Es interesante destacar la lucidez de un condenado como Francisco de Maldonado de Silva, cuando describe en la segunda carta a la Sinagoga de Roma, la situación del reo ante la Inquisición: ‘...el que abiertamente confiesa ser judío y no haber otro Dios verdadero que el Dios de Israel, es echado al estrago del fuego y le quitan toda su hacienda, y si acaso tiene hijos no se compadecen en absoluto de ellos; por el contrario, quedan en perpetuo oprobio. Si se convierten a los cristianos, quitados todos sus bienes, los vejan con oprobio perpetuo, pues aunque por algún tiempo corto o largo les ponen sobre los vestidos la capa que llaman de Sambenito, sin embargo el estigma de su oprobio se imprime en su sangre y en la de sus hijos de generación en generación, y no pueden ni ellos ni sus hijos desempeñar funciones públicas en los Estados de los cristianos...’(2). Este diagnostico que hace de la Inquisición y sus consecuencias lamentablemente se aplicó a su propia esposa e hijos que tuvieron que vivir en la mayor indigencia luego del apresamiento de Maldonado de Silva. Resalta además sus profundos conocimientos bíblicos tanto en español como en latín. En los pocos textos que nos han quedado hace referencia a 52 citas bíblicas en su mayoría del Antiguo Testamento y algunas del Nuevo Testamento. Es realmente increíble que la defensa del judaísmo provenga de un condenado por la Inquisición que nunca tuvo acceso a ningún texto hebreo original. Debe recordarse que los criptojudíos americanos no tenían acceso a fuentes vivas del judaísmo. No había maestros, ni rabíes o exegetas que pudieran transmitir sus conocimientos. Estaban prohibidos todos los libros judaicos y tampoco había calendario para encontrar las fechas de las festividades. Además, ni siquiera se podía acceder a las Biblias católicas prohibidas por la Inquisición. En este contexto adquieren aún mayor relevancia sus conocimientos bíblicos. Además llama la atención en los escritos de Francisco Maldonado de Silva su elevado concepto moral del hombre y su afirmación de los más caros derechos humanos; especialmente si tenemos en cuenta las durísimas condiciones que debió sobrellevar como preso en las cárceles de la Inquisición durante doce años. Y entre sus escritos (segunda carta a la Sinagoga de Roma), figura: ‘...Amad la misericordia y la justicia, dad con largueza vuestra limosna a los prójimos pobres y, en fin, temed a Dios y amadle de todo vuestro corazón para que proteja a vosotros y a vuestros hijos después de vosotros... Defended Su Verdad ....Elegid para vosotros la vida ...’(3). Curiosamente, estas líneas eran escritas a la Sinagoga de Roma por Maldonado de Silva en el 1633, o sea en los mismos días que en otra latitud, en Recife (el nordeste del Brasil bajo dominio holandés), se estaba fundando la primera Comunidad Judía de América, de la que seguramente, Maldonado de Silva no tenía noticia alguna sobre su existencia. Para concluir, el proceso a Francisco Maldonado de Silva es uno de los mejor documentados, pero no ha recibido toda la atención que merece de parte de los historiadores. La valentía del personaje, su coraje al desafiar a la mayor autoridad de la época. Sus convicciones llevadas hasta el final de sus días no pueden más que provocar nuestra admiración, cualquiera fueren nuestras creencias. Francisco Maldonado de Silva debe incorporarse a la lista de los grandes mártires latinoamericanos que lucharon por la libertad de expresión y desafiaron a la mayor empresa del Imperio Español en América: la Inquisición.
(*) Este artículo forma parte de la ponencia del autor en el Congreso de Madrid junio de 2006. /(1) Bohm, Gunter: Historia de los judíos en Chile, Vol I, Período Colonial. Judíos y Judeo conversos en Chile Colonial durante los siglos XVI y XVII. El
bachiller Francisco Maldonado de Silva, 1592 -1639, Santiago de Chile, 1984, pag. 324) / (2) Bohm, op cit, pag. 324. / (3) Bohm, op cit, pag. 324 y325
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