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- No le veo nada de diferente a este bar que está a una cuadra de Gurruchaga y Corrientes, el lugar que usted propuso para ver a alguna mujer sefaradí en su ambiente y hablar con ella - dijo Dora, después de ordenar un café cortado.
- Bueno, también le mostraré el Templo de la calle Camargo, maravilla arquitectónica, porque el club está cerrado ya hace tiempo y en el geriátrico, sólo queda una señora de las muestras, como decimos nosotros.
Graciela estaba un poco nerviosa, quería hacer sentir a la actriz el “aire del barrio”, el centro de la vida sefaradí en Villa Crespo, pero los elementos se le escapaban o ya no existían.
Había respondido con cortesía a la solicitud recibida en el centro de investigación y difusión; sin ninguna duda intentaba ayudarla, pero ahora percibía cierta desilusión en los ojos de Dora.
- Le agradezco el material, los discos, los libros y folletos, las explicaciones, inclusive el te que organizó con familiares y amigas, las anécdotas e historias, pero intento formar el personaje dentro de mí y me salen lugares comunes, no sé, siento que es mucho lo que se me escapa.
Dora recordaba la película filmada hacía más de treinta años, ella era una novia y el casamiento en el campo. El velo que caía e iba ocultando, las casitas que terminaban en una pampa sembrada de girasoles, los gauchos y judíos acriollados uniéndose en una algarabía, quizás fondo de música de violines, el quiebre con el pie de una copa e imágenes idílicas de una comunidad feliz, quizás por haber encontrado tierras, descanso y protección en América. Eso era una colonia, progresista.
Pero ahora era diferente, recibida la propuesta de interpretar un personaje de este tipo, en una película de producción española, se puso a buscar datos, ya sean templos, clubes o lugares donde vivían o se reunían e informaciones en embajadas, pero ella necesitada ver a una mujer en carne y hueso, real, según el libreto leído.
- Lo que pasa es que necesito ver sus gestos – decía - muecas, modos de moverse, de pelearse, de cantar, de cocinar y de dirigirse a sus vecinas, a su familia, no quiero caer en la macchietta, vi varias interpretaciones durante mi vida, pero de mujeres de Europa Oriental, de askenazíes, en general, cercanas al modo de ser ruso o polaco, pero siento que en este caso debería ser una mezcla de oriental, española, turca, griega, con un fondo judío, necesito individualizar a ese ser, palparla, entenderla, para meterme en su piel.
- Es difícil - contestó Graciela - usted me dijo antes, que las que le presenté no tenían mucha diferencia con las argentinas que ve en la calle, en fin, deberá componerla con cierto talento.
- No quisiera hacer un mix, en realidad comprendo que es un desafío, pero la señora que entrevistamos antes no recordada casi palabras de sus padres o abuelos, creo que no fueron más de diez y lo mismo con los refranes y dos o tres comidas o dulces, creo que habló más de su country y ropa, o de la peluquería adonde se dirigía, a propósito, en el “dossier” que recibí me informan que en Buenos Aires hay una colectividad numerosa, que algunas usan tocados…
- Mire, yo la entiendo, pero no sólo los tocados, el típico español, desapareció de nuestras cabezas hace muchos años, sino también las mantillas para concurrir al templo, recuerde que decimos esa palabra, casi nunca sinagoga.
- Ah, no se lo comenté - se apresuró a contestar Dora - no soy la única actriz propuesta, el equipo se reunirá el mes próximo en Montevideo, creo que seremos tres o cuatro y deberán elegir la protagonista, ¿sabe quién fue la primera actriz que interpretó un personaje de esta religión en el cine?: María Aurelia Bisutti, en La Calesita, dirigida por Hugo del Carril, pero de asquenazí, y otras varias lo hicieron, pero de este origen según la información que recibí, no lo ha hecho ninguna.
- Me alegra que se tome esto tan en serio, todos la vamos a ayudar, inclusive sefaradíes orientales, o de los países árabes, como María, que prometió llevarla a Flores, yo creo que “armará” una buena djudía, más no le puedo decir, a menos que usted entienda que lo que pide, está en otro país.
- ¿Otro país?, me dijeron que en éste…
Graciela sonrió, melancólica - recordaba a sus nietos preguntándole: ¿Cómo era la abuela Luna cuándo era joven, y su madre? Ese país se llama pasado - contestó al fin.
Hubo un silencio, pero pronto la anfitriona se levantó rápidamente y salió. Luego de intercambiar unas palabras con una anciana, la entró con mucho cuidado, sentándola a la mesa del moderno bar, ya que antes, pese a la búsqueda, no dieron con ninguno que quedara de la época de oro de la colectividad. Hasta La Pura cerraron, se había quejado.
Gracias a Dios dimos con la señora Bulisa, la de Mayo, una de las pocas que quedan en el barrio, le decimos así porque su marido se apellinaba Mayo, entonces ella era como de él, ¿Me comprende?
Bulisa escuchó con mucho esfuerzo lo que se le requería, después de un momento comenzó a decir:
- ¿Cualo están demandando?, no estó entendiendo, cualo quedó de todo eso bueno, casi no veo , tengo la cabeza hecha aguas, no, no quero café ni chocolate, no puedo, Amán Amán, se me hace tadre para mercar las vedruras.
La dejaron ir, Dora parecía ahora más animada.
- Lo haré, emprimero el Dió los informes de la prensa, ¿vió?, ya estoy aprendiendo, busquemos la manera de viajar a ese país que usted propone.
Caminaron las dos por Corrientes hacia Abasto.
- Es posible que demos con otra, otra babá, a vagar a vagar, caminando y hablando - dijo Graciela sonriendo.
- ¿No estarán todas las paisanas suyas, mercando en el shopping? bromeó la actriz, que empezó a caminar como lo hacía la señor Bulisa.
CONTINUARA
¿Podrán entrar a ese lugar ideal, qué recursos intentarán? el túnel del tiempo sería una fácil trampa, tampoco se arreglará mágicamente como en un cuento infantil, tampoco a la manera de la tragedia griega con un “Dios en máquina”, ni la testaruda actriz renunciará al papel, o será elegida alguna uruguaya, española o cubana ¿Lo harían mejor?. ¿Nos dejarán presenciar el casting? ¿Se conformará la producción con un personaje sin vuelo? El Autor promete que no dejará a sus lectores con el misterio de la mujer sefaradí. Dentro de lo posible, porque primero le deben publicar la primera parte de este extraño relato.
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