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Cuando se hacía la limpieza para Pésaj, es decir: quitar todo vestigio de james (comida no permitida) de la casa, en Izmir se les encomendaba a los más chicos que recorrieran los “cantones” (rincones) con una vigla (candela) para buscar miguitas de pan que no hubieran sido barridas. Era una forma de hacerlos participar de los preparativos. En Buenos Aires, en mi casa al menos, esa costumbre se perdió. Por supuesto, siempre se hacía la limpieza a fondo y se eliminaba todo lo que no fuera de Pésaj. En realidad lo poco que quedaba, ya que días antes se consumía lo que había y se compraba diariamente pequeñas cantidades para tirar lo menos posible.
o Se que en algunas casas, en lugar de tirar lo que no era pascual, se guardaba en una alacena. Lo mismo pasaba con la vajilla. Unos tenían vajilla especial para Pésaj, otros usaban la más fina que tenían y que guardaban para moé (las grandes fiestas).
o Acompañantes insustituibles de los desayunos eran la matzá dulce y el exquisito arrope de uva chinche que preparaba mi tía Donna, siempre enviaba un frasco para mi casa y otro para mi tía Clara. A propósito del tema, mi suegra hacía el arrope con azúcar negra, después apareció la harina de matzá, entonces fue todo fácil, comer bizcochuelos, budines, pastafrolas ¡en medio de Pésaj!, ¡antes inimaginable! Pero me pregunto ¿había harina de matzá en Izmir y no se usaba?.
o En la cuadra de la calle Gurruchaga al 500 (Buenos Aires) hay una confitería en la que se congregaban multitudes de ashkenazíes para comprar toda clase de exquisiteces aptas para consumir en esas fiestas. Los djidiós, aunque tímidamente en los primeros tiempos, se incorporaron rápido a la masa de clientes de la confitería. Algunos muy sifús (guardianes de la ortodoxia) dudaban de la “aptitud pascual” de las delicias mencionadas. Pro para responder a esa duda staba el argumento que transfería responsabilidades al otro. bien característica de los “muestros” :el pecado es para él”.
o En la década de los cincuenta, había sólo en esa cuadra de la calle Gurruchaga, más de treinta familias de djidiós y por supuesto muchísimos eran niños. Si bien no era habitual, alguno de estos chicos aparecía en la calle con un crujiente sándwich de pan francés y mortadela, como ignorando expresamente el cuidado pascual de la alimentación que todos conocíamos. En el colmo de la desubicación, se veía a algún gameo grande (estúpido) comiendo un sándwich de pebete con jamón y queso en el Moderno Bar de Gurruchaga y Corrientes.
o No faltaban todo tipo de coartadas justificadas en la salud, argumentadas para disculpase al ser hallado comiendo pan, enuncio las principales:
- La matzá me da agruras (acidez estomacal)
- La matzá me trae shushulera (diarrea) o bien durera (constipación).
o Desde que tengo uso de razón, escuché largas disquisiciones sobre si era aceptado comer arroz en Pésaj, porque levda (leuda). Cada familia lo cumplía o no, según las costumbres heredadas.
Ante la cantidad de transgresiones que los distintos miembros de la comunidad podían hacer sobre las normas establecidas en la comida pascual, podría intentarse una calificación de las mismas de acuerdo al grado de pecado o importancia de la transgresión:
a) Graves:
Mandar a un chico a la calle con un sándwich de pan o comerlo en un café sentado en la ventana a la vista de otros paisanos.
b) Simples:
No tirar adecuadamente el jamés (comida no pascual) al efectuar la limpieza de la casa. No usar la vajilla separada de la que se emplea cotidianamente. Aducir problemas de salud al hacer alguna contravención.
c) Leves:
No extremar la limpieza. Comprar comida pascual en una confitería de la que no se está convencido que es totalmente kasher.
Y por último una reflexión: ¿deberían reunirse de una vez por todas, en algún simposio de magnitud, sabios de todo el mundo para determinar si en Pésaj se puede comer arroz, o no?
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