|
Los sefaradíes, como el resto de los habitantes de Buenos Aires, sufrieron el calor de la ciudad en los meses de enero y febrero, cuando pasaron aquí su primera temporada de verano.
Muchas de estas familias compartían un solo cuarto en el conventillo, suerte de vivienda colectiva porteña, que servía para albergar a los que carecían de un hogar. El incremento de la inmigración en nuestro país, por aquellas décadas, crecía a índices mucho más elevados que el de los emprendimientos habitacionales urbanos. El único medio para ventilar cada habitación era la doble puerta de madera vidriada, generalmente de no más de 1,20m de ancho, con una banderola elevada que permitía la renovación de aire de ese cubículo de 4m de lado. Las habitaciones daban a un patio de uso colectivo, donde se sentaban al atardecer vestidos con la ropa más liviana que tenían, a tomar limonada o comer sandía a la espera de una fresca brisa. Allí se establecían los vínculos entre familias, en los primeros años a menudo se hablaban diferentes lenguas, se escuchaban dialectos del sur de Italia, el gallego, idisch y también el ladino. En el barrio de Villa Crespo existieron conventillos donde todas sus habitaciones estaban ocupadas por sefaradíes y la propia encargada de cobrar los alquileres, pertenecía ese grupo inmigrante.
Y en su hablar los sefaradíes empleaban términos y expresiones para nombrar las sensaciones corporales de las altas temperaturas que el verano trae.
Decían Kalorina preta es k´está (hace un calor terrible) como quejándose y compartiendo el sufrimiento por el calor.
Estó atabafado (estoy agobiado por calor) era la expresión con que decían a su vecino el estado físico que sentían.
Estó truyí ó truyaná (estoy como pepino en salmuera = todo mojado), era la forma de contar a su vecino ocasional, que sentado a su lado compartía las molestias del calor, y era acompañado con un gesto de su mano tomándose la camisa o la ropa que cubría su torso, visiblemente mojada por la transpiración.
Bafarada, era el término para referirse a oleada o corriente de aire caliente.
Esto es guinnán (esto es el infierno). Otra tradicional expresión, hecha casi como lamento y resignación ante el calor que no cedía al caer la tarde. Pero cuando por algún fenómeno climático recibían una corriente de aire fresco, o bien cuando llegaron tiempos de conseguir un ventilador que calmara (amajara esta calor), lo expresaban con alegría diciendo:
Oj, oj, oj esto es Ganeden en vida. (Oh,oh,oh, esto es el paraíso en la tierra)
Y cuando este estado de alegría por el clima que refrescaba, se mantenía se decía con alegría en el rostro: Está feráj (está para disfrutar), también se escuchaba Estamos trabando kief (estamos gozando).
E imaginemos un patio en verano al atardecer, lleno de sillas de madera con asiento de juncos, que se va poblando de a poco a medida que los djidiós retornan de sus labores, una pequeña cocina colectiva, una canilla en el patio que además de riego surte los recipientes que los inquilinos llenan para dejar en sus piezas.
Aparecía algo de comida, algunos boios, restos del almuerzo, para saciar el hambre de la jornada laboral, antes de la cena formal que por el calor muchas veces se evitaba. Niños que corren y son reprendidos con poca paciencia por los acalorados padres, o la protesta por alguna limonada servida que no estaba suficientemente fría ¡esto ´stá lishía! (esto parece lejía).
Por el contrario, cuando aparecía algún carpús (sandía) enfriado, que deleitaba el paladar, aparecían las expresiones de alegría.
Las heladeras conservadoras de hielo fueron los primeros artículos del hogar que los inmigrantes pudieron comprar, cuando sus condiciones económicas lo permitían: el vendedor ambulante de hielo, pasaba con un carro, las barras estaban envueltas en arpillera para evitar que se derritieran, la entregaban casa por casa. Aún eso era un lujo que en los conventillos, no todos sus habitantes se podían dar.
¡Está yielado, comeló! era la expresión del ama de casa cuando se acercaba al marido desganado que estaba por rechazar lo que le ofrecía. Temiendo que estuviera lishía
(*) Con el invalorable aporte informativo de José Mantel
|
|
|
|
|
|
|
|
Creación
y Dirección:
Arq. Luis León
Asesores
de dirección y colaboradores permanentes
Sr. José Mantel
Dr.Santó Efendi (EEUU)
Declarado
de "Interés Cultural" por Departamento de Cultura de AMIA ( Asociación
Mutual Israelita Argentina) y
CIDICSEF ( Centro de Investigación y Difusión de la Cultura Sefaradí)
Todos
los artículos, son colaboraciones ad-honorem de los respectivos
autores, y reflejan sus opiniones personales. La dirección y redacción
de SEFARaires, puede no coincidir con el contenido de algún artículo,
siendo el mismo de total responsabilidad del autor. Se autoriza
la reproducción total o parcial del contenido de los Sefaraires,
mencionando la publicación y el autor.
|
|