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La “Alliance” fue la madre generosa que brindó, a partir de 1860, educación a múltiples generaciones de niños y jóvenes sefardíes sumergidos en la pobreza y desparramados por el Impero Otomano, desde los países occidentales del Magreb hasta los confines orientales del Imperio. ¿Cual fue el origen de esta benéfica institución y cómo llegó a beneficiar a las masas paupérrimas? Dos trágicos incidentes ocurridos en comunidades judías durante el siglo XIX, que tuvieron resonancia universal, dispararon un mecanismo completamente inesperado. En 1840 se produjo el incidente conocido como “El Affaire de Damasco” y en 1858 se produjo otro triste incidente conocido como “El Affaire Mortara”.
Veamos qué pasó en Damasco, Siria, en 1840, cuya población judía era entonces de unas 20000 personas. El Padre Capuchino Tomaso de Sardinia, prominente religioso de Damasco, desapareció junto con su asistente el 5 de febrero de 1840. La Comunidad judía fue falsamente acusada de haberlo asesinado, reeditando una vez más el infame libelo de sangre en las semanas preliminares a Pesaj. Los monjes Capuchinos recurrieron, para clamar justicia, al poderoso Cónsul Francés en Damasco, Ratti Menton, quien apoyó la acusación contra los judíos sin haber realizado previamente una investigación independiente. Esto condujo a una masacre de numerosos prominentes judíos, pese a que hubo evidencias de que el asesino fue un mercader turco. El incidente tuvo una gran repercusión pública en Francia, con debates en el parlamento y separadamente entre las altas autoridades del Imperio Otomano (1).
Veamos ahora el incidente Mortara ocurrido en Bologna en la década de 1850. Un niño pequeño de la familia judía Mortara estaba gravemente enfermo. La niñera cristiana que lo atendía, decidió personalmente bautizarlo en secreto para que su salud mejorara. Al cabo de un tiempo el niño mejoró su salud y la niñera contó a un sacerdote católico lo ocurrido. La noticia se difundió en círculos católicos durante unos cinco años hasta llegar a oídos del Papa Pío IX quien ordenó a la Policía Papal retirar al niño de su casa paterna e internarlo en un monasterio de Roma, la Casa de los Catecúmenos, lo que tuvo lugar en la noche del 23-24 de junio de 1858. Edgardo Mortara tenía entonces 6 años de edad. Las múltiples gestiones realizadas por sus padres ante el Papado para que Edgardo fuera devuelto a su familia resultaron inútiles. Igualmente inútil fue el coro de protestas, no solamente de círculos judíos, sino además de sacerdotes cristianos y de varios gobiernos, inclusive el del Emperador Napoleón III, quienes se manifestaron en contra de este acto inconcebible. Ante todos los reclamos del público y de las autoridades de distintos gobiernos, el Papado contestaba con el “non possumus” (no podemos). El niño Mortara fue consecuentemente educado en el monasterio como católico, y obligado a seguir una carrera sacerdotal. En ese período el poder Papal era inmenso, con autoridad absoluta sobre Roma y los extensos territorios llamados “Estados Papales” (2,3). (Irónicamente, en pleno Siglo XX, otro Papa, esta vez Pio XII, aparentemente aplicó el mismo concepto para justificar su controversial y fría actitud de no-intervención frente a las atrocidades Nazis que condujeron a la Shoá (4).
El incidente Mortara tuvo gran repercusión en Europa y a la autoridad Papal no le sirvió de mucho. Muy pronto el Papado perdió el control de Roma y de todos sus “Estados Papales” reduciéndose sus dominios al área conocida como “El Vaticano”, cuyo nombre deriva del monte Vaticano situado en el lado oeste del río Tíber, donde está la residencia Papal.
Estos incidentes de injusticia e intolerancia religiosa, frescos en la mente de los europeos, indujeron a seis jóvenes judíos franceses a establecer una especie de sociedad aportando sus propios medios, para ayudar a judíos oprimidos en diversas partes del mundo. Ellos fueron: Arístides Astruc, colaborador del Gran Rabinato de Paris, Isidoro Cohn, profesor del colegio rabínico de Paris, Jules Caballo, ingeniero, Narcisse Léven, abogado, Eugene Masuel, profesor de la Universidad de Paris y Charles Setter, comerciante. En 1860 ellos fundaron la “Alliance Israelite Universelle” cuyo lema es “Todos los Israelitas son responsables uno por el otro”, basado en el lema hebreo “Kol Israel Javerim”. (Literalmente, “todo judío es socio uno del otro”. ¡Qué histórica verdad, comprobada infinitas veces, ante buenas y malas ocasiones!). Esta institución halló una
cordial recepción en muchas partes del mundo y se estableció como una organización educativa para ayudar a niños y jóvenes judíos necesitados de adquirir una educación moderna que les posibilitara salir de la extrema pobreza en que se hallaban en sus respectivos países. La Alliance recibió un enorme impulso cuando Isaac Adolphe Cremieux, prominente abogado y ex Ministro de Justicia del gobierno francés, se incorporó como su presidente en 1873.
Sin duda los fundadores de la Aliance comprendieron que enseñarle a pescar a alguien hambriento es mejor que alimentarlo con un pez cocido. Emprendieron la ardua tarea de crear escuelas judías elementales en países del Cercano Oriente, donde además de idiomas se enseñaba artes y oficios. Al principio limitada a los varones, pudo extenderse a escuelas para niñas una vez aceptada por las distintas colectividades. Sus directivos tuvieron el buen tino de no antagonizar a las autoridades rabínicas que necesariamente vieron inicialmente en las escuelas de la Alliance un elemento perturbador del esquema educativo prevaleciente en el clásico “Talmud Torah”. La introducción del francés como idioma de enseñanza para matemáticas, ciencias, historia y geografía fue un formidable y valioso avance educativo. Nuestros padres llegaron a ser tan fluentes en francés como en su idioma nativo, lo cual desplazó al Ladino. El gobierno francés apoyó ampliamente la introducción del idioma francés en las escuelas de la Alliance pues veía en ello una forma práctica de penetración cultural en todo el Cercano Oriente. Debe recordarse que durante los Siglos XIX y la primera mitad del XX el idioma francés era universalmente usado por la diplomacia internacional y por las clases educadas de Europa.
Particularmente en Turquía las escuelas de la Alliance llegaron a ser muy populares. Mi abuela (ZL), nacida allí en 1861, contaba que en su pueblo Magnasía (actualmente Manisa) el primer puente de hierro fue construido bajo la dirección del ingeniero Miara, ex alumno de las escuelas de la Alliance quien obtuvo una beca para estudiar ingeniería en Paris.
Otro prominente ex alumno de las escuelas de la Alliance, nativo de Manisa fue el Gran Rabino del Imperio Otomano Haim Nahum quien recibió el título honorífico de Efendi por los servicios realizados a favor del Imperio. Nacido en 1873, completó estudios rabínicos en Paris durante el período 1893-1897. Fue designado en 1908 y reconfirmado en 1909, luego de haber cumplido varias misiones diplomáticas en diversos países gracias a su dominio de idiomas europeos además del hebreo y del turco (5). ¿Qué motivó a los fundadores de la Alliance? Indudablemente los dos incidentes mencionados fueron determinantes para unificar opiniones y voluntades entre los seis fundadores. Pero sobretodo prevaleció en ellos el sentimiento de injusticia y sufrimiento a que muchos judíos estaban sometidos, no solamente durante el período en que tuvieron lugar los dos incidentes mencionados sino durante siglos de opresión sufridos en su peregrinaje por Europa y el Cercano Oriente desde la invasión de los Romanos a la tierra de Israel. Ellos, junto con Cremieux tomaron plena conciencia del significado del “Kol Israel Javerim. Establecieron contactos con las comunidades de muchos lugares del Cercano Oriente y tomaron conciencia “in situ” del estado en que vivían y de la necesidad imperiosa que tenían de salir de la Edad Media para entrar cuanto antes en el modernismo.
Actualmente la Aliance es una magnífica institución que actúa en varios países europeos y en Israel. Sus actividades están descritas en www.aiu.org con dirección de correo electrónico info@aiu.org . Sus programas continúan focalizados en la educación y cultura judías. Su objetivo es difundir el tipo de Judaísmo que es fiel a la tradición, tolerante y abierto al mundo moderno. Además continúa difundiendo el idioma y la cultura francesa en el exterior. Es un factor principal en la defensa de derechos humanos y propicia el diálogo entre religiones. Mantiene una red de escuelas que incluyen además del nivel primario, escuelas secundarias de Estudios Judaicos y el College de Estudios Judíos. Publica una serie de libros de excelente calidad.
(1)History of the Jews, H. Graetz, Vol. 5 pg. 634, The Jewish Publication Society, Filadelfia, 1956. / (2) A History of the Jews, Paul Johnson, pg. 357, Harper & Row, New York, 1987./ (3) Ibíd. (1), Vol 5, pg. 701./ (4) Ibid (2), pg. 517. / (5) Haim Nahum, A Sephardic Chief Rabbi in Politics 1892-1923, Esther Benbassa, editor, The University of Alabama Press, 1995.
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