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Dos lectores, uno desde Israel y otro desde Turquía, informan independientemente en el número 65 de Sefaraires (Setiembre 2007), que en ambos países actualmente está en marcha una campaña Jabadnik dirigida a captar jóvenes sefardíes, educarlos en sus yeshivot y convertirlos en “genuinos judíos” ashkenazíes, borrando así en ellos todo rastro de origen sefardí.
Los Jabadniks de hoy están fanatizados por una fiebre mesiánica que los consume. Durante el liderazgo del Rav Menajem Mendel Schneerson (ZL) fallecido en 1994, desarrollaron la idea de que el Rav era en realidad el Mesías. Dada su personalidad, durante su vida y particularmente después de su muerte, sus seguidores continuaron proclamándolo “Mesías” pese a que el Rav lo negaba, aunque no siempre con la debida vehemencia. Así fue creciendo entre sus seguidores esta idea y luego de su muerte creció la intensa esperanza, de que el Rav iba a revivir, se levantaría de su tumba y volvería con todo esplendor, como el gran salvador del pueblo judío.
Esta idea no podría ser más contraria a la Halajá. Históricamente el mesianismo ha causado ya suficiente daño al pueblo judío, comenzando con el del comienzo de la era común en que vivimos, pasando por los múltiples falsos Mesías que aparecieron hasta llegar al presente, de los cuales el más conocido es el sefardí Shabetay Zvi nacido en Izmir en 1626. Debemos destacar que luego de la muerte de Shabetay, como prisionero del Sultan, la psicosis mesiánica continuó viviendo entre los judíos y pronto apareció otro aspirante a Mesías fracasado, esta vez el ashkenazí Jacob Frank, nacido en Ukrania (1726 – 1791). El intenso y prolongado sufrimiento del pueblo judío en los diversos países de Europa contribuyó a crear la psicosis de la llegada próxima de un Mesías.
¿Cuál es el origen del movimiento Jabad? Luego de más de un siglo de intenso fervor mesiánico y gran sufrimiento, nace en el año 1700 en un pequeño pueblo del sur de Polonia llamado Okop Israel ben Eliécer, quien luego fue un modesto líder religioso, conocido entre sus discípulos como el Baal Shem Tov, quizás por su naturaleza mística. Luego de sus modestos comienzos, alcanzó gran fama como fundador de una nueva expresión del ritual religioso judío llamado Jasidismo, que introdujo una atmósfera de alegría en el servicio religioso y que fue abrazada con todo fervor por sus discípulos y ampliamente aceptada por las comunidades en general.
Sin embargo, autoridades religiosas del calibre del venerado Gaon de Vilna (Lituania) consideraban el Jasidismo del Baal Shem Tov como una herejía. Los discípulos del Gaon formaron un frente unido contrario al Jasidismo, llamado partido de los Mitnaguedim o contrarios. No obstante esta oposición, el movimiento Jasídico se difundió entre las masas humildes de Polonia y también de Lituania, como una reacción contra la poderosa y rica aristocracia religiosa. Luego de la muerte del Baal Shem Tov y de algunos de sus discípulos, el respetado Rav Shneor-Zalman Borukhovich de Liadi (nació en 1745 en Liozna, Polonia-Lituania) intentó mediar entre estos dos grupos antagónicos para finalizar con esa controversia. Luego de consultar a ambos grupos, Shneor-Zalman dictaminó que la atmósfera alegre introducida por los Jasidim en los servicios religiosos era apropiada y que además la tendencia al estudio más profundo de los Mitnaguedim era muy deseable. El Rav Shneor-Zalman convenció a los Jasidim a que orientaran sus estudios hacia la adquisición de sabiduría (Jojmáh), comprensión (Binah) y conocimiento (Deah). Éstas son precisamente las tres Sefirot más altas de la Kabalah. Combinando las primeras letras de estas tres palabras se formó el acróstico Jabad. Obviamente ésta es una orientación religiosa judía general, basada en principios que nada tienen que ver con el mesianismo. Como resultado de sus gestiones el Rav Shneor-Zalman se convirtió en el fundador y primer líder de Jabad. A él siguió una cadena de siete líderes hasta llegar al Rav Menajem Mendel Schneerson (ZL) fallecido en 1994 en Nueva York, EEUU.
En varios países, muchos sefardíes cultos estudian ocasionalmente Judaísmo en sinagogas y yeshivot de Jabad, sin perder por eso su carácter o su contacto con sus respectivas comunidades, manteniendo así su propia identidad sefardí. No nos referimos a este tipo de contactos que realizan personas adultas, independientes. El fenómeno que estamos presenciando actualmente en Israel, Turquía y otros países es completamente diferente.
Disponiendo de fondos substanciales, Jabad está “catequizando” jóvenes sefardíes no completamente instruidos, formándolos espiritualmente en una línea religiosa que conduce a transformarlos en fanáticos mesiánicos ashkenazíes.
Durante la Edad Media, antes de la expulsión de España, los sefardíes éramos mayoría en el mundo judío. Nos convertimos en la exigua minoría actual porque nuestros antepasados debieron necesariamente incorporarse a congregaciones de ashkenazíes ya existentes en los diversos países de Europa donde pudieron refugiarse. Aquel éxodo forzado dio origen a un rápido crecimiento de las poblaciones ashkenazíes y a una simultánea disminución paralela de sefardíes. Si bien esto sirvió para salvar a nuestros antepasados de destinos peores, lo cierto es que una buena proporción de actuales familias ashkenazíes poseen antepasados que en la Edad Media eran sefardíes.
El programa actual que Jabad ejecuta para reclutar jóvenes sefardíes de pocos recursos, debe ser analizado en conjunto por las instituciones sefardíes de varios países a fin de establecer la realidad presente de este programa y prever posibles consecuencias futuras. Amigos de Istanbul me cuentan que incluso el Gran Rabinato no dispone allí de los medios necesarios para contrarrestar dicho programa en Turquía. Como consecuencia de ello un número de jóvenes sefardíes cae bajo la órbita Jabadnik y se aleja de las comunidades sefardíes. Pienso que las instituciones sefardíes en Latinoamérica, Europa e Israel deben despertar pronto ante esta situación.
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