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La sola lectura de esas dos palabras en el diario de Buenos Aires que tenía entre mis manos, me provocó el torrente de recuerdos que aquí intento describir. Iom Haatzmaut es el día de la Independencia de Israel, coincidente con el de la creación del estado hebreo.
Mira…, si la Gran Bretanyia se va de Palestina, a los djidiós mos van a ajarvar (1). Recuerdo a mi abuela con una Biblia escrita en judeoespañol en su mano, hablándole a mi madre.
Mira…, si la Gran Bretanyia se va de Palestina, a los djidiós mos van a ajarvar, le repetía, mientras su vista no dejaba de recorrer las líneas de texto sobre las suaves hojas del Libro. Ella sabía leer bien en hebreo, y fue quien me inició en las maravillosas historias del Antiguo Testamento. Pero pienso que no creía que un puñado de idealistas iba a equilibrar fuerzas en Medio Oriente si el Estado judío se creaba. En ese momento, sabría recién de grande, algunos acusaban a mi abuela de pesimista y falta de conciencia sionista.
Eran los finales de la década del cuarenta, yo niño aún, carecía de conocimiento sobre la geografía del mundo y la situación dolorosa por la que muchos pueblos acababan de transitar por la gran guerra, pero algo había escuchado sobre el Palmaj (2), la explosión del King David (3), aunque en mi cabecita, las mezclaba con las luchas de indep0endencia que los criollos del Río de la Plata libraron siglos atrás contra la corona española. Mi único líder auténtico era el general San Martín, libertador de América, y el resto, eran para mi sólo nombres. Así crecí y cuando tenía nueve años, una tarde desperté de mi siesta con alboroto, mis abuelos y mi madre comentaban un suceso que me costó comprender, trataron de explicarme el alcance de la resolución de las Naciones Unidas, de la partición, de la creación de un estado judío, que se llamaría Israel. ¿Donde quedaba, pensaba para mis adentros, el nombre que aparecía en la canción que mi abuela me enseñó?
Viva, viva, Palestina / Muestra tierra karísiiiima
Ande muestros padres sufrieron / i al fin salvasión ia tuvieron (4)
La melodía era linda y ella la cantaba con fervor. Los acontecimientos no terminaron allá, cada día había novedades, resoluciones, en las gestiones del nuevo Estado, y en Villa Crespo, el barrio donde vivíamos, un día se formó una manifestación. Desde el balcón de nuestro departamento del quinto piso, me recuerdo sentado en mi bicicleta junto a mi abuela observando un grupo de gente que llevaban banderas, crecía tanto que la policía cortó la ancha avenida Corrientes, unos daban vivas desde atrás, otros trataban de contagiar al resto con su himno, se preparaban para el acto en el luna Park, donde celebrarían el Nuevo Estado Judío, a pocos años del horror del nazismo.
Comenzaron a marchar, encendiendo el fervor de los que los esperaban para sumarse. Mi abuela, entonaba desde arriba Hatikva, y me invitaba a acompañarla, mientras arrojaba confites de almendra al grupo, que ignoraba allí abajo el fervor de ella. Celebraba, celebraba con alegría, y yo la acompañaba tocando el timbre de mi bicicleta. En ese momento dejó a un lado su sentencia: Mira, si la Gran Bretanyia se va de Palestina, a los djidiós mos van a ajarvar, dando apoyo incondicional a los héroes que expulsaron de Palestina a los colonialistas ingleses. Hoy, cuando procuro acordarme de esos días, al leer sobre enfrentamientos en Medio Oriente, acuden a mi memoria las sentencias dolorosas de mi abuela, sus temores hoy hechos realidad, mis infantiles imágenes de una tierra árida, que mi abuela llamaba “La Palestina”. Y yo, como si tuviera aún ocho años, no puedo dejar de pensar en el general San Martín, su lucha por la independencia, como la que los judíos libraron contra los ingleses por el anhelo de tener su patria, como el anhelo que de los árabes por su merecida parte de Palestina. Hay tierra para todos, les diría a unos y otros el Gran Libertador, miren altura…, la misma altura que a él lo hizo dejar su patria y renunciar a la gloria, para no ver las mezquindades y las luchas fraticidas. Yo veía a los nueve años, a árabes y judíos como hermanos, los imaginaba viviendo en su Palestina en paz, y a esa edad, yo, ya no creía en los reyes magos.
En judeoespañol ajarvar: pegar / Palmaj: ejército judío de liberación / Hotel empleado por las fuerzas británicas de ocupación como cuartel central, y fue volado por guerrilleros judíos / dos frases del himno hebreo Hatikva, que al declararse la independencia cambió la palabra “Palestina” (correspondiente a la región) por la de Israel correspondiente a la parte que les tocó en la partición.
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