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Cumichea Symbul (1)
Symbul, la esposa de Yaquito, no era ya la dulce y cariñosa mujer de los primeros años de casados. Tampoco era la “cara de risa” a la que todo divertía, pocos años atrás. Estaba pasando por lo que en esa época se llamaba “la edad crítica” y cualquier nimiedad la hacía estallar con violencia.
Todas las noches de Shabat, el matrimonio, más los tres hijos, la nuera Sol y el consuegro Shelomo, que había enviudado hacía poco, se reunían alrededor de la mesa familiar para decir el kidush (2) y luego cenar.
Esa noche de viernes, cuando Yaquito llegó solo del negocio, Symbul enseguida preguntó por su hijo Nissim. -Va a venir un poco más tarde porque tiene una reunión con la Dra. Kaplansky, contestó el marido. La sola mención de la abogada le hizo “arrugar el musho” (3) a Symbul.
Cuando llegó el momento de ir a la mesa y Nissim no había llegado, insistió para que se lo esperara.
Pasado un tiempo prudencial, Yaquito se sentó en su lugar, invitando al resto a que lo imitaran. Se dijeron las berajot (4) correspondientes, en las que Shelomo llevó la voz cantante ya que era el más versado en cuestiones religiosas.
Durante la comida, y a medida que pasaba el tiempo y Nissim no llegaba, el malhumor de Symbul fue espesando el ambiente.
Por más que los jóvenes hacían “shacas” (5), no podían quebrar el carácter sombrío de la reunión.
Los invitados no necesitaron mucho para retirarse rápidamente ni bien terminaron de cenar.
Selma se fue a su pieza a estudiar y el matrimonio se quedó a solas en el comedor.
Symbul se sirvió un café y otro para Yaquito y comenzó un monólogo:
-Esta güerca (6) me está fichizando (7) al muchacho, claro... mucho más joven y con parás (8), lo quiere echar al saco (9).
Yaquito trató de calmarla:
-Es joven y ella es muy atractiva y el muchacho querrá tener una aventura. ¡Qué vas hablando de casamiento!
Como su mujer seguía cumichiándole (10), se fue a dormir.
Al otro día por la tarde, Symbul tomaba el te con unas amigas.
Bella Alderoqui el “clavo y el burako” (11) de toda la comunidad comentó como haciéndose la mordejai (12):
-Dime Symbul, ¿tu hijo Nissim anda con una abogada divorciada como quince años mayor que él?
-Mira Bella, si mi hijo se ve con esta abogada es estrictamente por motivos profesionales.
-A Dió, por eso se los ve juntos en restaurantes de lujo.
Lucy Pardo, fitirjía (13) de primera acotó
-Si es tan grande, por ahí tiene algún hiyico para ievar en el ajuar.
Symbul volvió a su casa dando y matando (14) y encaró al pobre Yaquito haciéndolo culpable de todos los males que caían sobre la familia.
Este, viendo el cariz que tomaban los acontecimientos, aunque no tenía ganas, se fue a jugar al póquer al club de Las Heras. El domingo a la mañana Symbul estaba preparando unos bohios cuando sonó el teléfono. Como tenía las manos iaglias (15), le dijo a la dula (16) que atendiera.
Cuando volvió le preguntó quién era.
-Era una señorita Kaplansky que preguntó por el señor Néstor (así llamaban a Nissim) y como le dije que aún dormía, lo va a volver a llamar en media hora.
El lapso que medió entre esa llamada y la que debía repetirse, le sirvió a Symbul para levantar presión y darse los ánimos necesarios para decirle a esa mujer si no tenía vergüenza de meterse con un chico que casi podía ser su hijo y que por esa circunstancia la estaba haciendo rizil (17) con todas sus amigas.
Cuando por fin sonó nuevamente el teléfono, corrió hacia él y cuando escuchó una voz de mujer dijo:
-Dígame doctora ¿qué quiere de mi hijo?
Del otro lado, una voz apenas audible le contestó:
-No, la abogada es mi hermana, yo lo llamo a Néstor (Nissim) para agradecerle lo que hizo para que ella volviera con mi cuñado del que estaba separada por una pavada y él hablando una vez con uno y otra con otro, los arregló.
Symbul por un lado se moría de vergüenza por el papelón, pero por otro sentía un alivio inmenso por la forma en que se solucionaba la cuestión.
Como se demoraba en contestar, la chica dijo:
-Hola señora, ¿me escucha?
-Sí querida, iá te escuchí, lo que pasa que me emocioné por lo que me contaste y me quidí sin habla.
Cuando cortó vio que Selma y Nissim estaban en la cocina.
-¿Con quién hablabas mamá?, preguntó la hija y ella dulcemente contestó:
-Con una amiga, querida. Sorprendiendo a sus hijos por su buen humor repentino.
(1) lloriquea, se queja / (2) bendición / (3) musho: latín, la expresión es de disgusto / (4) bendiciones / (5) bromas, chanzas / (6) diabla / (7) hechizando / (8) dinero / (9) atraparlo para casarse / (10) quejándose lastimosamente / (11) “vida y milagros”, equivale a la expresión / (12) la tonta o inocente / (13) mete púas, cizañera / (14) equivale a la expresión “echando chispas” / (15) doméstica / (16) humillando.
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