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Después del ataque de los mongoles en el año 1260, Siria fue dominada por los egipcios, hasta el año l5l6 cuando fue conquistada por el Imperio Turco.
Siria estuvo ligada a la historia del Imperio Otomano durante cuatro siglos. Los tres primeros siglos fueron de una total inercia en todas las áreas, económica, cultural y social, imposibilitada de cualquier tipo de desarrollo y crecimiento, hasta alcanzar la decadencia absoluta a fines de la Primera Guerra Mundial, con la caída del Imperio. Hasta finales del siglo XIX Siria estaba dividida en cuatro provincias otomanas, cada una gobernada por un funcionario nombrado desde Estambul, excepto Aleppo, que por ser ciudad de entrada al territorio árabe, estaba fuertemente custodiada, no así el resto de las regiones que dejaban abandonadas a sus avatares para que obtuvieran sus propios recursos, con tal que pagaran el tributo y permanecieran bajo sus soberanía.
La población judía de Siria hacia fines del siglo XIX, se dedicaba al trabajo artesanal, elaboraban el cuero, los metales, lanas y sedas en bordados de alfombras y tapices, y se ocupaban de la venta ambulante. Con estas actividades poco rentables, la pobreza y la falta de escolaridad, sólo los varones recibían educación religiosa, limitaban sus posibilidades de acceder a un nivel de vida mejor.
Su condición de judíos los relegaba para cumplir funciones de mejores ingresos y los ponía en riesgo de segregación racial, así sucedió con el denominado “Affaire Damasco”, oportunidad en que acusaron injustamente a los judíos por el asesinato de un gentil, cuya sangre se habría utilizado para marcar el dintel de las puertas durante la Pascua judía. Este hecho tuvo repercusión en el mundo judío occidental, permitió así el conocimiento de las condiciones en que se encontraba la comunidad en Siria y movilizaron instituciones para ayudarlos.
Para esos años se estableció en el país la Alliance Israélite Universelle, escuela que facilitó a los judíos la inmejorable oportunidad de recibir educación.
Durante los años l831 a l840 Siria fue ocupada por los egipcios, bajo el régimen de Ibrahim Pasha, se benefició con sus reformas educativas, mejoras en la agricultura y brindó a los comerciantes europeos, mayor seguridad en las rutas. Años en los que Beirut surge como gran centro comercial, donde fueron respetadas las poblaciones judías y cristianas.
Una guerra por la sucesión del mandato egipcio puso en alerta a los poderes europeos que intervinieron desembarcando en las costas sirias, fuerzas británicas, austriacas y turcas forzaron a los egipcios a retirarse de Siria, que luego se incorporó al gobierno del sultán.
Líbano se convirtió en escenario de lucha por el poder entre drusos y maronitas. El resto de Siria intentó aplicar el modelo administrativo otomano, pero la situación empeoraba por el gran crecimiento de la influencia europea. El contacto de Francia con los católicos y de Rusia con los ortodoxos, provocaban la hostilidad hacia los musulmanes. La debilidad económica que producía en Siria, la importación de productos de origen europeo, destruyó la actividad de los artesanos, en su mayoría musulmanes, aumentando la actividad de cristianos y judíos, convertidos en mercaderes.
Esta situación generó fuertes tensiones que desencadenó en una guerra civil entre drusos y maronitas, una masacre de cristianos en Damasco, obligaron al gobierno otomano a enviar una comisión que castigara a los culpables e instaurara el orden.
Francia despachó una expedición, solicitando una intervención europea en la contienda. A partir de entonces, Damasco, Aleppo y Beirut, continuaron gobernadas como un grupo de provincias del Imperio Otomano hasta su caída.
Mientras tanto, una moderna administración vinculada con proyectos franceses, se ocupó de instalar ferrocarriles y telégrafos, mejoró el transporte y las comunicaciones, estas innovaciones impulsaron el desarrollo de la agricultura y mejoraron los procesos de comercialización. La educación oficial obligatoria elevó el nivel cultural de los pobladores.
El comercio en Beirut creció notablemente, una compañía francesa construyó la nueva bahía que produjo auge y prosperidad a su ciudad. Hubo un cambio notable en la vida social, las clases alta y media adoptaron ropa y costumbres de Europa Occidental, y proliferaron los colegios europeos. A principios del siglo XX la población había aumentado de forma considerable, superando el crecimiento de la producción necesaria para su subsistencia.
En Aleppo y Damasco las artesanías reemplazadas por los productos importados y la apertura del canal de Suez, anuló las rutas comerciales del desierto, que generaban trabajo a sus habitantes.
Tanto el crecimiento poblacional de Siria, principalmente en Beirut, como la crisis económica de Aleppo y Damasco, dieron comienzo al sostenido movimiento migratorio hacia América del norte y del Sur.
A principios de l900, la Argentina recibe a sus primeros judíos de Aleppo.
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