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Aleppo es una región cuya formación geológica es propicia a los temblores
de tierra y cuando se producían, ocasionaban graves daños a sus pobladores, desde la destrucción de sus casas hasta la propagación de epidemias con enfermedades como la viruela, la difteria el cólera, que diezmaban notablemente la población. Su clima, con largos y calurosos
veranos, de inviernos con intensos fríos y eventuales nevadas, también ponía en peligro la salud de los habitantes, sobre todo la de escasos recursos, ya que no disponían de agua, sólo algunas familias tenían su brocal y el resto juntaba el agua de lluvia, situación que aumentaba el riesgo de enfermedades mortales. Aleppo no contaba con registros oficiales de población, de fechas de
matrimonio, nacimientos y defunciones, pero la historia oral nos revela que conmemoraban aniversarios usando como referentes las fiestas religiosas y las catástrofes (terremotos, o situaciones climáticas como las intensas nevadas).
En algunas familias, los libros de la liturgia servían como recordatorio, donde inscribían fechas como el fallecimiento de un familiar, para recitar así el obligado kadish.
La llegada de Purim marcaba el inicio del verano, entonces se desplazaban con sus comidas a Tedef, lugar de recreo, viajando en carros para disfrutar la sombra de sus árboles y el agua de sus vertientes. La llegada del invierno lo marcaba la iniciación de Rosh Ashaná con su celebración religiosa.
La conquista de Siria por el Islam provocó alteraciones en la vida judía, dependía exclusivamente de la voluntad de los califas, aceptarlos o perseguirlos. En general les tenían cierta tolerancia porque contribuían con sus impuestos a las arcas del califato.
El gran Rabino de la comunidad era el encargado de efectuar la recaudación y de intervenir en los conflictos que se suscitaran entre judíos. La historia nos ilustra sobre la presencia de los caraítas, una secta anti-rabínica que sólo reconocía la enseñanza escrita y rechazaban tanto la
enseñanza oral como la interpretación que hacían los rabinos y los doctores de la Ley.
Un gran número de alepinos siguieron a los caraítas, pero estos se dividieron en tantas facciones que terminaron por desaparecer. La Europa cristiana organizó a partir del siglo VII permanentes persecuciones a los judíos, mientras que en el Cercano Oriente dominado por
los musulmanes, los judíos vivieron bajo un régimen de tolerancia. Se incrementó la actividad comercial ya que la presencia musulmana confería seguridad a las rutas y como Aleppo era punto de llegada y de partida de las caravanas, esta nueva condición de confianza alentó la actividad comercial
especialmente en el tráfico de las sedas, el alcanfor, el almizcle y los esclavos.
En el siglo XII el fanatismo religioso de las Cruzadas que avanzaron por Europa para llegar a Jerusalén y liberarlo del poder de los árabes, provocaron muerte, robo y pillaje por todas las poblaciones que atravesaban, esto significó para los judíos su muerte segura, pues les prendían fuego aún dentro de sus sinagogas.
A mediados del siglo XIII las hordas mongoles del Gengis Khan dominaron Aleppo, matando a judíos y cristianos, sólo se salvaron algunas familias por la protección que les brindó un poderoso musulmán que pagó una patente de seguridad por el barrio en que habitaban. También en 1401 Aleppo fue invadida por tropas salvajes, esta vez atacando Bashita, barrio emblemático del judaísmo alepino, nuevamente asolado por el terror y la muerte.
Durante los siglos XVI y XVII hubo dos poderosos factores que produjeron cambios en la vida de la población, después de las Cruzadas, los mercaderes europeos descubrieron los productos de Oriente que hasta ese momento llegaban en forma reducida, tanto en variedad como en cantidad, objetos y materiales exóticos y suntuosos que sólo se producían en aquellos lejanos lugares.
El segundo factor fue la expulsión de los judíos de España, de Portugal y de otros países que siguieron el decreto de la Península, decreto que obligó a los expulsados a buscar protección en ciudades del Imperio Otomano ya que tenían algunas relaciones comerciales y tenían referencias de sus conocimientos de medicina, de sus habilidades bancarias, que aumentaba el
interés de recibirlos en su Imperio. La mayoría de los expulsados se instalaron en Esmirna, Constantinopla, Salónica y en Los Balcanes, donde permanecieron casi cinco siglos y continuaron practicando su religión, hablando su lengua: el judeo-español, derivado del castellano que usaban en la Península Ibérica.
Se desconoce la cantidad de familias que llegaron de España a Aleppo, pero algunos apellidos como Paredes, Franco, Mendes, Laniado de origen español, se los denominan judeo-orientales o mizrahim y no sefardíes como suelen llamarse. Los Sefardíes son aquellos expulsados de España que hablan el judeo-español.
Esta brevísima reseña es un punto de partida para establecer pequeñas diferencias entre los judeo-orientales y los sefardíes, diferencia que es apenas visible en algunas costumbres de la vida cotidiana. La diferencia más destacada entre ambas culturas es la lengua, pero conservan un patrimonio común: el universo cultural de sus tradiciones.
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