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En 1492, Colón descubrió el nuevo mundo y poco tiempo después que el poder musulmán (que dominó España durante 700 años), cayera, los reyes Fernando e Isabel anunciaron a los judíos que tenían dos posibilidades: la conversión al catolicismo o su salida de la península. Había una tercera posibilidad: “la hoguera”. Cinco años más tarde, se entendió que esta oferta fue muy generosa.
Muchos de los expulsados se dirigieron al reino vecino. Cien mil judíos españoles se unieron a los 80.000 de Portugal. Estos pagaron un monto por cada persona que llegaba a refugiarse, a cambio de un permiso de estadía por ocho meses. La creencia que habían arribado a tierras seguras se diluyó rápidamente, y allí fue el exterminio.
En 1493, el rey de Portugal ordenó sacar a 700 criaturas de sus familias para enviarlas a las islas de Sautuma frente a la costa africana, donde fueron en muchos casos alimentos de las fieras y fue sólo un comienzo.
El rey Manuel y la reina Isabel
Dos años más tarde, los judíos de Lisboa fueron expulsados, y al casarse Manuel 1º con la hija del rey de España, su pedido fue “echar a los judíos de Portugal”. Cinco días después de la boda, un edicto real, dio diez meses para su salida. No obstante quizá, alguno de sus consejeros le haya dicho al oído, lo inconveniente de expulsar a la elite de economistas del reino. Un día antes de Pesaj de 1497, los judíos de Portugal debieron entregar todas las criaturas entre 4 y 14 años a familias católicas. Se cuentan numerosas historias de padres que prefirieron la muerte de sus hijos. Hubo suicidios antes de verse arrastrados de los cabellos hasta la pila de conversión y así desapareció el judaísmo de Portugal. En aquel tiempo, muchos conversos adoptaron nombres de plantas o árboles como Pera u Oliviera, que aún hoy pueden hallarse en las guías telefónicas de Portugal.
Desde 1596, la Inquisición estuvo a cargo del Vaticano, por 285 años bajo el sistema de delación. Se secuestraba cristianos nuevos sospechados de judaizar secretamente, torturándolos y en muchos casos llevándolos a la hoguera.
Arturo Carlos de Barro Basto
Arturo nació en 1886 en Amarante, ciudad pequeña al norte de Oporto, en una familla católica muy religiosa. A los nueve años, su abuela le dijo en voz baja: ”somos judíos” y para que le creyera, le mostró una Biblia escrita en lengua portuguesa.
Este hombre comenzó a aprender hebreo y para la misma época (a los 18 años) leyó en un periódico que se fundaba la primera sinagoga en Lisboa, desde que la princesa Isabel llegara a Portugal. Vestido en su uniforme de oficial fue a encontrar al rabino y pedirle que le enseñara sobre judaísmo. Para esa época estaban regresando los marranos, descendientes de conversos y Barro Basto no sólo activó en el judaísmo de su época sino que incursionó en la política de su país y tuvo un papel destacado en diversas batallas que lo pusieron a nivel de héroe nacional.
Profundizó sus estudios de hebreo y Torá, se casó con una judía al retornar a su ciudad natal, reunió a 17 ashkenazíes recién emigrados y los convenció de fundar una sinagoga en una casa. Con el tiempo, comenzaron a llegar a ese sitio descendientes de conversos que deseaban volver a la religión de sus ancestros. Uno de los primeros en dejar su cristianismo fue un médico, que terminó desempeñándose como moel para las circuncisiones. Los dos terminaron haciendo largos recorridos a caballo por el país, Arturo vestido con su uniforme y sus medallas, se encontró con gran cantidad de judíos ocultos. Para encontrar a los marranos tenían que recurrir a ciertas tretas. En 1929, invitó a un rico londinense, Lord Caduri, a colocar la piedra fundamental de la sinagoga de Oporto, que se inauguró en 1938. Unos años después se contaban 9.000 conversos vueltos al judaísmo, algunos llegados para estudiar en la escuela rabínica.
La calumnia
En una carta anónima llegada a la comandancia de la armada de Oporto, se lo acusó de ser homosexual y explotar a los niños que estudiaban en la escuelas judías. Trajeron testigos que declararon que él los tocaba, y así el capitán Barro Basto, héroe de la guerra, fundador de los boy-scouts portugueses tuvo que enfrentar un tribunal militar y otro civil, que lo hallaron inocente. Su nieta narró: “"Mi abuelo, quebrado por los juicios, se sumergió en una gran angustia. Siendo una persona orgullosa, esos malos momentos fueron duros para poder retornar después de la primera guerra al judaísmo.” La iglesia no pudo aceptar su inocencia, y la armada, tras la salida del dictador Salazar no pudo volver a juzgarlo, no obstante un tribunal lo exoneró de la fuerza porque un oficial no puede intervenir en circuncisiones, y le fue quitada su pensión. Murió en 1961 rodeado de sus medallas. En los últimos años existe un movimiento que trata de reivindicar su nombre y las obras de este capitán judío.
(*) El artículo original fue escrito en judeoespañol y traducido en nuestra redacción.
Bibliografía: Diario Maariv Israel 11.5.2005, por Arique Bahar / Enciclopedia hebrea, vol.27 pag.524-526 / Web:Saudades-Secrets of Forgotten Past, R.Bernardetti S.Mausenbaum.
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