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Los sefardíes fueron muy sensibles a las situaciones socio-económicas y políticas que se plantearon durante el apogeo y decadencia del Imperio Otomano, también lo fueron a la problemática intra-comunitaria. El siglo XVIII, fue en su inicio, muy agitado en todo sentido, donde tuvo enorme peso la frustración producida por el falso mesías Sabetay Sbí. Sus ideas, fueron proclamadas por Natán de Gaza, su principal seguidor, desde mediados del siglo anterior. Este movimiento mesiánico, dividió a las comunidades en detractoras o en fieles seguidoras. Terminada la acción, al convertirse al Islam Sabetay Sbí, quedó como remanente, una larga etapa de desconfianza y desazón entre ellas.
Los grupos de estudio rabínicos entran en franca crisis; el hebreo deja de difundirse entre la población, quedando sólo a resguardo de unos pocos jajamim (estudiosos). Esta preocupante situación, hace tomar la iniciativa a algunos autores, quienes deciden que sus correligionarios deben acercarse a lectura de las Escrituras. Pero sabiendo lo estéril de proponerlo en la lengua sagrada, buscaron hacerlo comprensible recurriendo al judeoespañol. Tiene como parangón, la acción inteligente de Alfonso X El Sabio, cuando decidió alentar la creación literaria en lengua vernácula dejando a un costado definitivamente el latín.
Esta actitud de los sabios escritores, el aporte de familias enriquecidas que actuaron de mecenas y una situación técnica favorable para la impresión masiva de libros, fue el factor desencadenante de un siglo XVIII, pleno de difusión de la cultura sefardí, un verdadero renacimiento donde el gran exponente fue la obra del Me´am Lo´ez.
El Me´am Lo´ez, se basa en textos hebreos y está escrito en judeoespañol. La traducción literal del título sería “Del pueblo que no habla hebreo”(1) y el primer aportante a esta obra fue Yaacob Juli (1690), oriundo de Palestina y fallecido en Constantinopla (1732). De gran formación rabínica y perteneciente a una familia de rabinos, era conciente de la carencia que el pueblo tenía respecto al hebreo y a la ignorancia sobre el mismo de los antiguos textos españoles, lo que ocasiona el abandono de la lectura de los textos sagrados. Por eso emprendió un extenso comentario de la Biblia en siete partes, donde dio cabida a la tradición oral o escrita de las Escrituras, la interpretación de la misma, temas de moral, historia o las tradiciones populares.
Este libro es una organización textual comentada, al que aportaron una docena de autores a lo largo de un siglo y medio, llegando a construir la primer enciclopedia de tradiciones judías y sefardíes. La primera parte se editó en Constantinopla (entre 1730 y 1777) y tuvo numerosas reediciones. Luego una segunda de 1851, agrega comentarios novedosos a la anterior, manteniendo su estilo. Posteriormente, en poco más de una década, aparece una nueva versión. Pero aquí los autores ya no están formados en las antiguas escuelas rabínicas (yeshivot) , sino que son discípulos de la Alliance Israelita Universelle, aquí se incorpora la historia de la salida de los judíos de la Península Ibérica, y como en los casos anteriores tienen el cuidado de citar con llamadas, las fuentes. Muchos otros temas han sido enfocados en obras de distinto carácter fuera de esta obra troncal cuya temática abarcaba la moral, complemento de textos bíblicos, personajes, mística y religión, astronomía, medicina cuentos y monografías.
El siglo XIX llegaba a su fin y nuevos géneros y estilos se presentaban, junto al cambio de forma de vida de las comunidades que dejaban tradiciones de siglos para adoptar costumbres europeas occidentales no judías.
Nuevos horizontes de edición
Hasta el siglo XVIII, en las comunidades sefardíes se editaban sólo libros de temática religiosa, o ligada a ella. En el último cuarto del siglo XIX, los periódicos aportaron una nueva tipología de edición y difusión de la cultura impresa, que alcanzó a grandes sectores de la comunidad sefardí, sirviendo para darle conciencia de unidad, aportando además, una unificación en el uso de nuevos términos de la lengua. Encaraban temáticas que se alejaban de lo religioso, el Imperio Otomano estaba ya en su fase final y muchas regiones se iban independizando, dando paso a nuevas conciencias nacionales y a problemáticas culturales diversas. Europa occidental llegaba con fuerza para la conquista de los nuevos mercados y puertos en la región, y nuevamente se destaca el papel desencadenante que desempeñaron las escuelas de la Alliance Israelite Universelle (2) en los cambios culturales de la comunidad.
Los periódicos llegaron a ser verdaderos formadores de opinión, y en algunos casos enfrentando duras polémicas con las autoridades políticas y religiosas de la comunidad. Fueron a su vez una eficaz fuente de difusión para trabajos literarios de temática nueva, poesía, novela, teatro, humor, etc.
Se considera que hubo más de trescientos periódicos de frecuencias diversas: diarios, semanarios, algunos que salían para cubrir el shabat, etc. Pero su verdadero apogeo, comienza con el nuevo siglo, especialmente a partir de la Revolución de los Jóvenes Turcos (3), que genera un grado de libertad respecto al clima de censura de la época anterior, produciendo un mayor interés en los lectores que hasta el momento se mostraban poco interesados.
La mayoría de los periódicos se publicaban en tan sólo cuatro ciudades. La más prolífica era Salónica, donde se imprimían 105; en Constantinopla 45, en Sofía 30 y en Esmirna 23.
En Salónica, se inició la actividad periodística en 1865 y se caracterizó por tener una prensa sionista y socialista activa enfrentada entre si.
En Constantinopla el periodismo comienza en 1853, y es aquí donde se establecerán las polémicas más fuertes con el Gran Rabinato, hasta llegar a decretar la excomunión de David Fesco, uno de los más importantes periodistas y editores de la ciudad.
Esmirna tiene el orgullo de haber visto nacer al primer periódico sefardí, en el año 1842, pero la ciudad tuvo una vida con muchos avatares, que produjeron un corto esplendor periodístico a partir de 1918 y una fuerte caída cuando en 1922, a propósito de la guerra entre turcos y griegos, los intelectuales pro turcos debieron exiliarse para salvar sus vidas, y al liberarse Turquía de la ocupación, tuvieron que abandonar la ciudad los que tuvieron una actitud de colaboración con los salientes.
En Sofía y otras ciudades de Bulgaria, hubo mucha circulación periodística, datando la primera publicación en esta ciudad de 1887. En número menor, las comunidades sefardíes de Viena, Belgrado, y otras ciudades de la región de los Balcanes, tuvieron destacada actividad periodística y prensa propia.
(1) Tomado de los salmos 114.1 / (2) Las escuelas de la Alliance Israelite Universelle, tuvieron su origen en Francia y comenzaron a funcionar en Medio Oriente a partir de 1860 / (3) Movimiento revolucionario nacionalista que termina con el Sultanado en Turquía, a partir de 1908.
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