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Este es un recorrido por las ceremonias que se realizan cuando hay un recién nacido en la familia sefardí, algunas de las cuales pertenecen especialmente a los judíos damacenos y alepinos, quienes mantienen algunas costumbres que merecen ser mencionadas y descriptas, porque el bebé es el protagonista y celebrar la vida está marcado en el judaísmo con un carga simbólica fuerte que alude a un imaginario colectivo del que participan casi todos los miembros de la comunidad.
Algunas de estas costumbres no están prescriptas en los textos bíblicos, sin embargo son practicadas y creídas sobre todo por los judeo-sirios, influenciados tal vez por la cultura árabe en la que vivían. Se trata entonces, de conocer como festejamos los momentos importantes en la evolución de la vida del bebé. La primera salida que hacían con el bebé generalmente era para visitar a los abuelos.
No se acostumbraba llevar el bebé a la calle o salir así como así a tomar un colectivo o al parque, no, sus padres armaban la primera salida, y la familia que la recibía cumplía con el ritual de hacer obsequios especiales. Los padres se engalanaban, el papá guardaba en su bolsillo una pedazo de shebe (piedra de alumbre usada para alejar miradas fuertes), la mamá adornada con sus nuevas joyas, el niño con sus ropitas primorosamente tejidas, sin olvidar de prenderle una manito de oro en el babero y una prenda celeste que podría ser la mantilla, color especialmente usado para evitar el mal de ojo.
Esta visita se denomina Abra y los regalos para el varón, consisten en dos huevos duros, unos trozos de algodón y una canasta con dulces, que simbolizan larga vida, el algodón representa las barbas de rabino que esperan él se consagre, y para la niña, los regalos consisten también en dos huevos duros, un costurero y dulces, con lo cual el significado es claro, se desea para ella larga vida y buena ama de casa.
Otra celebración muy importante es el Slia, celebración que se cumple cuando al bebé le sale el primer diente inferior. Invitan a familiares y amigos, se prepara un postre a base de trigo cocido, endulzado con almíbar, aromatizado con coco, canela y agua de azahar, adornado con confites de colores, monedas de chocolate, y se coloca una velita en el centro. Los invitados que participan del festejo dejan algunas joyas en la fuente del Slia incitando al bebé que tome algunas con su manito, como augurio de larga vida y en abundancia.
La abuela “reza” unas bendiciones, al tiempo que esparce algunos granos de trigo sobre la cabecita del niño mientras los demás le dedican coplas con buenos deseos que terminan con el típico zagluta de las mujeres presentes (ulular de sonidos que se emite golpeteando la lengua en el paladar, para alejar los malos espíritus) expresando también la alegría y el entusiasmo que sienten por participar en dicho festejo.
Si primero le sale un diente superior, es mala señal, la madre debe comprar el equivalente del peso del niño en pan y sal, para luego repartirlo entre la familia.
En algunas familias realizan otras ceremonias, a veces no ya para celebrar la normal evolución del bebé, sino cuando se observa lentitud en su desarrollo.
Cuando demoran en hablar, sin entrar en detalles de los motivos de esos atrasos, se consulta al rabino, o bien a una curandera. Esta elección, tal vez entre una prole numerosa, significa en el niño un trato especial que expresa un poco más de afecto con lo cual, a veces, le ayuda a resolver dicho atraso.
Incluyo el testimonio de un informante de Aydin (1), que relata una costumbre del lugar: sobre un niño de más de un año y medio de edad, que aún no caminaba, su madre lo metió en un canasto y ambos hermanitos lo llevaban uno a cada lado, lo pasearon por las calles, echando gritos
“Dale piezes, dale manos, dale piezes para kaminar”
las mujeres del barrio ya sabían de qué se trataba y qué hacer, echaban trozos de pan, algunas frutas y roscas dulce.
Casi siempre la comida es una forma de expresión de buenos deseos, más allá de las palabras en bendiciones, dichos y por sobre todo de la fe religiosa, Los alimentos tienen un significado y un efecto simbólico y mágico que aparece en la mayoría de las celebraciones.
Algunos contienen en la raíz de su palabra equivalente en hebreo, el sentido que se le otorga, otras desconozco, pero vemos que la comida además de saciar el hambre y alimentar, contiene ese valor simbólico que acompaña a expresar los buenos augurios o alejar posibles males.
En todo caso, con la sabiduría popular de los sefardíes dedicada a celebrar cada uno de los momentos evolutivos del recién nacido realza su lugar en la familia y en el grupo y mantiene atentos a los familiares que ayudan a controlar su crecimiento.
(1)(H. Gutkowski , Erase una vez Sefarad, pág.266).
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