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Es frecuente, en testimonios de algunos sefaradíes, dar escaso valor a la creación literaria de sus antepasados, y son pocos los que poseen libros familiares sobre ese tema. Es mucho más conocida la creación trasmitida oralmente, como las romanzas, los refranes, los cuentos, etc.
La producción literaria de los sefaradíes después de su expulsión de la Península Ibérica, comienza casi inmediatamente tras su llegada al Imperio Otomano. Escrita fundamentalmente en rashí, y en ocasiones en letra hebrea cuadrada, está basada en general en la temática religiosa, aunque no orientada específicamente a la litúrgica, como los libros para las celebraciones (mazorim) o los de oraciones de cada día (sidurim); abordan temática religiosa complementaria a la leída (meldada) en la sinagoga.
Recién a finales del siglo XIX, con la “occidentalización” de la enseñanza en de las escuelas de la Alliance Israelita Universelle, las preferencias de los sefaradíes se ampliaron con literatura de espíritu francés e italiano, ocasionando esto, la incorporación de giros, términos y “estilos” nuevos al judeoespañol, que algunos autores denominan neojudeoespañol, porque transformaron de hecho, la lengua sefaradí respecto a la del siglo anterior, considerada clásica.
Los textos bíblicos
Las que merecieron el mayor número de ediciones en las imprentas sefaradíes, fueron lógicamente los temas de la liturgia y la Biblia.
En 1940, aparece una versión de los Salmos, en Constantinopla, escrita en ladino, forma lingüística surgida con anterioridad a la expulsión de España, destinada a facilitar el acceso a textos de la liturgia a quienes no entendían el hebreo. Se hacía sustituyendo mecánicamente las palabras hebreas por las castellanas, sin modificar la sintaxis, lo que hacía de ello un producto sólo para ese fin, con un lenguaje esquemático imposible de ser hablado (1).
También en Constantinopla apareció una interesante versión de la Torá (Pentateuco), en tres idiomas; con la típica diagramación de la época. En el centro, la versión en hebreo, más destacada por ser la lengua sagrada (lashon akodesh) y a ambos costados la versión en griego moderno y judeoespañol con caracteres hebreos de letra cuadrada.
Pero la más célebre de las ediciones, quizá por ser además cimiento para otras ediciones dentro de diferentes comunidades sefaradíes es la versión de la Biblia de Ferrara. En 1553 se edita en esta ciudad un libro con tipos latinos, por Yom-Tov Atías y Abraham Usque, de la cual se conocen dos versiones dirigidas a diferentes lectores. En el siglo XVI en Salónica se editan partes de la Biblia y a partir de estas versiones Ámsterdam la reedita durante el siglo XVII.
Las fuentes de consulta que disponen los investigadores, son las ediciones guardadas en importantes bibliotecas como las de la Universidad Hebrea de Jerusalén y el Instituto Ben Zvi en Israel, y la del Instituto Arias Montano en España. No obstante, tanto allí como en los EEUU, existen valiosos volúmenes de estas ediciones.
Hay que imaginar la edición de cualquiera de estos libros, sabiendo que la primera fábrica de papel en Fabriano (Italia) data de 1365 y que Gutemberg averigua el proceso de la impresión por tipos en 1440. La primera Biblia hebrea impresa, aparece en Italia en 1488, editada por Yehoshúa Shlomó Soncino, jefe de una familia de editores judíos(pasan menos de 50 años de la imprenta de Gutenberg y 15 de los primeros libros hebreos tipografiados). Esa edición constaba de apenas 200 ó 300 ejemplares y se tiene constancia de que el renombrado erudito Johannes Reuchlin pagó seis ducados por una copia que adquirió en Roma en 1492, en una época en que el sueldo de un funcionario era de unos cinco ducados anuales (2). En 1483, Joshúa Salomón Soncino (tío de Guershom) (3), imprime en el Ducado de Milán dos tratados del Talmud Babilónico, y entre finales del siglo XV y comienzos del XVI, Guershom publicó además de otros libros hebreos, veinticinco tratados sobre el Talmud, en Salónica, Constantinopla y ocho ciudades de Italia.
La investigadora Elena Romero (4) reproduce palabras de Abraham Asá (5) respecto a las dificultades económicas para imprimir una edición de la Biblia que contaba con la autorización del rabinato de Constantinopla.
Y por encuanto este hecho, se hace con la pá (dinero) que dan cada uno por pligo, que es cavdala de este hecho para poder hacerse, y como no pagan la dyente cuando les llevan los espartidores las hojas y cada uno dice: “con deber yo cinco o sesh paraas no es nada”; empero al estampador le es muncho y son causantes que queda (se detenga) el hecho, que por propia sibá (razón) no cumplió de estampar el resto de los Nebiím (Profetas) hasta dito tiempo.
Onde es que en cumplimiento de el Humásh,(Pentateuco), mos quedó fiado en la dyente más de sheshentos grush, en quen, diez parás, y en quén quinae, y quen pagó y quen no pagó, y se pedrió un saj ( una suma) de aspros. Y esto es la sibá de no poder hazerse este zejut (mérito) tan grande a que se tope dito Arbá´ve esrim (6) cumplido.
La misma investigadora transcribe (7) la visión de Israel Bajar Hayim (8), sobre la operatividad de las imprentas del momento:
Y sabido es que la estanparía (9) de Amsterdan no estampa tan hermozo como un tiempo, que ansí verán que la mejor estanpa que hay hoy por el mundo es la de Viena, siendo se van dando la pena de en día en día de hazer todo más y más mejor y más hermozo a que den los djidíos es bien querida y con sudores ganada.
Se publicaron numerosas versiones de la Biblia en hebreo, en Italia y Ámsterdam, donde se incorporaban explicaciones en judeoespañol con letras rashí o en caracteres latinos en el margen de cada página.
(1)El profesor Haim Vidal Sephiha de Francia, denomina al ladino lengua calco / (2) Fuente Internet / (3) El apellido de esta familia judía de imprenteros, fue tomado de la localidad de Soncino (Milán) / (4) Elena Romero, La Creación Literaria en Lengua Sefardí, Editorial Mapfre, Madrid 1992 Pg.40 / (5) El autor de este comentario, publicó entre 1739 y 1745, en Constantinopla, una traducción de la Biblia, en letras hebreas / 6) En hebreo 24, refiriéndose a los 24 libros de la Biblia Hebrea. / (7) Elena Romero, La Creación Literaria en Lengua Sefardí, Editorial Mapfre, Madrid 1992 Pg.41 / (8) Entre 1813 y 1815, se publicó en Viena la última traducción completa, castiza de la Biblia. / (9) impresión gráfica.
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