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Algún oyo burakado
Los jóvenes djidiós de baja condición social, como los de todas partes supongo, tratan de superar esa circunstancia por todos los medios a su alcance, aprendiendo un oficio, estudiando, trabajando duramente muchas horas, ahorrando. La inmensa mayoría no logra sus propósitos y a medida que avanzan en su madurez se van conformando con su suerte. Las excepciones son ostensiblemente aduladas y tratadas con una deferencia que en algunas ocasiones dejan traslucir un cierto sentimiento de envidia.
En su paso por Izmir, Yaquito tuvo estas sensaciones. Por eso en el viaje de vuelta a Buenos Aires, no dejaba de pensar y repetir:
- Algún oyo burakado (1)...
Symbul, su mujer, quería disfrutar del viaje. Iba a la peluquería del barco, se vestía y atacanaba (2) para ir a cenar. Pero él, se sentaba en la mesa como un bamia muda (3) y apenas si comía. Cuando se iba a hacer la fiesta al atravesar el Ecuador, Symbul preparó su mejor vestido, su alhajas y los zapatos para fiesta que había comprado en Italia. De repente, se dio vuelta y lo vio a Yaquito sentado en la cama en chamashir (4) y con cara de Tisha ve Av. No aguantó más y le dijo:
- Ya me cansates con esto del oyo burakado, que un día fue Jaim, que otro Shemuel y otro Bisión. Kualo...! “al desjaralado le cae el bocado, dice que es oyo mal” (6). Deshates a un chico de 21 años a cargo de ese boy (7) de negocio, y alguna embatacada (8) iba a hacer.
- Ió a su edad..., respondió Yaquito.
- No me digas, porque tú a su edad, no tenías un peso y eras más desconfiado que un ciervo en tierra de leones. Acódrate cuando Nicola (9) iba te miraba y tú no sabías por ande´scaparte y lo que quería era comprarte toda la mercadería. Nissim, tu iyo siempre tuvo lo que quizo, tiene que aprender que también hay maldad en el mundo.
- Pero...
- Iá basta, disfrutemos esto que bastante parás (10) mos cuesta. Ya vas a tener tiempo de hacerte mala sangre en Buenos Aires.
Yaquito recompuso un poco su ánimo algunos días, pero a medida que se acercaban a destino se fue deprimiendo nuevamente.
Al llegar al puerto, el reencuentro con toda la familia lo llenó de emoción. Los hijos les se habían preparado una fiestita de bienvenida con los parientes y amigos más cercanos.
Cuando la recepción estaba llegando a su fin, Yaquito, Nissim y Aarón “el selaniclí”, se encerraron en el escritorio. Al salir de la reunión, Yaquito con la cara “demudada” (11) se sentó pensativo en un sillón que daba al balcón.
La gente saludaba al retirarse y él contestaba con gesto ausente. De repente sintió que le tocaban la pierna. Era su cuñado Iusef que se había sentado a su lado.
Este empezó a hablar.
- ¿Te acodrás de aquella vez que veníamos de hacer la recorrida y que tú habías cobrado mabul (12) de parás y que te quisieron robar y ió los corrí con el cuchío? Mira si hoy godro y papu como´stoy iba a hacer eso! Pero a ti en esa oportunidad te hubiesen dejado en los petajim (13). Hoy qué te va a pasar?, vas a tener que vender algunas de las propiedades que tienes.
- No te creas, esto se va a ievar algunos de mis locales del Once.
- En un año o dos los recuperas.
- Es verdad, ma...
- Yaquito, hay que ser un poco más ojo harto... (14)
Ambos se quedaron silenciosos. A través del balcón se veía que las primeras sombras invadían la ciudad.6
(1) persona que produce mal de ojo / (2) se arreglaba la vestimenta / (3) persona callada, introvertida, silenciosa / (4) ropa interior / (5) día del calendario correspondiente a la destrucción del segundo templo, se emplea como sinónimo de “expresión muy trágica) / (<6) refrán: “al descuidado se le cae el bocado y lo atribuye al mal de ojo” / (7) tamaño / (8) cosa sucia, macana / 9) hace referencia a los primeros capítulos de “Yaquito...” / (10) dinero / (11) descompuesta / (12) un montón de... / (13) en la miseria / (14) no ambicioso.
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