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El siglo XIX trajo sin duda los principales vientos de cambio para la literatura popular sefaradí del Imperio Otomano. Aunque ya existían signos de dicha transformación desde antes, donde el Meam Loez es uno de ellos. Los cambios acaecidos en los finales del Imperio y después de su desaparición (con la revolución de los jóvenes turcos) fueron significativos
En las últimas décadas del siglo XIX, Europa occidental irrumpió de diferentes formas en el Mediterráneo oriental, trayendo pautas nuevas rápidamente asimiladas por las poblaciones urbanas, entre ellos los sefaradíes.
La llegada de la Alliance Israelita Universelle en 1860, trajo aparejada la gran transformación de la lengua judeo-española hasta ese momento conservadora de los rasgos españoles. La numerosa bibliografía sobre diversos temas, incorporó nuevos vocablos y giros al djudesmo, signo de transformación profunda en la manera de pensar de las capas medias. A pesar que se mantuvo la literatura religiosa, se agregaron temáticas como poesía, teatro, historia y periodismo.
Este último es quizá, el que más ayudó a esa transformación, pues llegaba a capas muy amplias de la población sefaradí llevando problemáticas hasta el momento ignoradas, como noticias del mundo que hasta pocos años atrás, estaban más allá de las inquietudes comunitarias. El aporte de los periódicos fue informativo y formativo a un mismo tiempo, debido a que los responsables de las columnas se comprometían con opiniones propias, muchas veces enfrentadas con las autoridades civiles y religiosas de la judería, lo que provocaba conflictos y hasta intentos de excomunión, por parte de algunos rabinos.
Estos periodistas eran a menudo escritores y editores literarios, lo que enriquecía el nivel de la prensa y ampliaba la llegada de textos más cultos, hasta esa época desconocidos. Los relevamientos bibliográficos referidos a aquella época, consignan más de 300 publicaciones periódicas de distinta índole y periodicidad. Hubo directores que fundaron varias publicaciones de frecuencia desigual, pues había algunas que se vendían los viernes para ser leídas durante el shabat y otras semestrales y hasta anuales. Pero el período más rico en el periodismo sefaradí es sin duda el que comienza con los levantamientos de la censura del Imperio, al llegar la revolución de los Jóvenes Turcos, en 1908 y hasta alrededor del 1922, que se extiende con menor intensidad hasta 1945.
La mayoría de las publicaciones se hacían en cuatro ciudades: Salónica, Estambul, Sofía y Esmirna, en la primera con más de cien emprendimientos y en esta última con 23. Pero es en Izmir donde aparece el primer periódico judeo-español La buena Esperanza, inaugurado en 1842 por Refuel Pincherle, de escasa duración en el tiempo. La Buena Esperanza, de Aharón Yosef Hazán, en cambio permaneció desde 1871 hasta 1922 siendo uno de los más duraderos de la ciudad. Sólo seis publicaciones llegaron activas hasta después de la primera guerra, pero casi todas desaparecieron finalmente entre 1922 y 1923, debido a la guerra entre griegos y turcos y a que sus editores estaban comprometidos con estos últimos y tuvieron que huir a tierras donde no había dominio griego. Otro destacado hombre de prensa fue Alexander Ben Guiar que fundó El Meseret, donde publicaba novelas traducidas por él, del francés. El subtítulo de la edición decía: Jornal politico y de literatura / que lo entiende mismo una criatura / en Izmir se estampa y publica / un metalic se vende esta cosa rica / Alexander Ben Guiat lo dirige / abonamiento no se recibe / en poesía todo se escribe.
En Estambul, la actividad periodística local comienza con mucho brío, once años después que en Esmirna. Es de mencionar a David Fresco, fundador de varios periódicos incluida una revista científica. El Tiempo, aparecido en 1871 y publicado hasta 1930 fue el que más se mantuvo activo y uno de los que estableció mayores polémicas provocando pedidos de cierre por parte del rabinato. También fueron frecuentes las publicaciones humorísticas de las cuales El Djuguetón de Elías Carmona, fue la más conocida.
Pero es de destacar El Djudió, fundado en 1908 por David Elnecavé, editado en dos ciudades de Bulgaria además de Estambul. En 1931 cerró sus puertas, cuando su director emigró a Buenos Aires junto a su familia. Aquí continuó la tarea, fundando el periódico La Luz que conoció períodos de gran apogeo dentro de la comunidad sefaradí y en la actualidad se publica, dirigido por su nieto.
En Salónica también se distinguió un editor como David Elnecavé con un periódico que como el de éste, tenía tendencia sionista, aunque finalmente emigró a tierras de lo que hoy es Israel. La publicación fundada por David Yizjac Florentín, permaneció desde 1897 hasta 1917. En esta ciudad es donde más se destaca la prensa de tendencias sionista y socialista, frecuentemente enfrentadas entre sí, además de mantener polémicas con editoriales opositoras de otras regiones. Pero éste publicaba, además, otros de corte socialista como La voz del pueblo, El Combate, La Vara y El Tiempo.
En muchas ciudades de Bulgaria, la prensa era activa; aunque era Sofía la más prolífica. La Voz de Israel que se publicó entre 1887 y 1899 fue cerrado por gestiones del gran rabino. Había publicaciones de tendencia socialista, sionista, antisionista y oficiales del rabinato, como El Eco Djudaico, Ajadut y La Luz.
También en Viena aparecieron periódicos en judeo-español con nombres como El Coreo de Viena, El Tresoro de la Caza o el Dragomán. En Jerusalén el primer periódico data de 1870 y fue editado por Ezra Benveniste que seis años antes dirigía una publicación en París. El Tresoro de Yerushalaim apareció en 1902 y duró sólo dos años, luego su editor Moshé Azriel, creó en 1909 El Liberal, con Jaim Ben Atar, que aparecía en hebreo con dos suplementos. Uno era científico y literario (Yerushalaim) y el otro El Descarado que rezaba: “Jornal anual de insolencia de descaradez, de punchones, de burla y de maskaralik, etc.”. También aparecieron destacadas publicaciones en judeo-español en El Cairo y EEUU. En Nueva York había muchos, ya que poseía una comunidad bien organizada; en los Ángeles se editaba sólo uno, con partes en inglés.
En la actualidad existen unas pocas publicaciones periódicas sobre temática sefaradí, que incluyen textos en djudesmo y se distribuyen internacionalmente, como Lettre Sepharade (con ediciones en francés e inglés) de salida trimestral, Los Muestros, Shalom (de Estambul) con una página en judeo-español, Sefaraires (de Argentina) de frecuencia mensual, Aki Yerushalaim de Israel, de aparición trimestral, la única escrita totalmente en djudesmo.
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