|
No obstante ser el judeo-español la principal lengua de los sefaradíes de Los Balcanes a Turquía, hubo otras lenguas o hablas locales, surgidas en muchos casos, solamente para evitar ser entendidas por los gentiles. Un testimonio del escritor Primo Levi (1) nos explica bien uno de estos casos:
“...Havertá es una palabra hebrea degradada, tanto en la forma como en el significado y fuertemente cargada de resonancias. Propiamente es una arbitraria forma femenina de Haver = compañero y significa “doméstica”, pero contiene la idea accesoria de la mujer de baja extracción social y creencia y hábitos diferen-tes, que se ha visto obligada a tomar albergue bajo un mismo techo. La havertá es por tendencia, descocada y poco limpia y por definición, malévolamente cu-riosa acerca de las costumbres y conversaciones de los dueños de casa, hasta el punto de obligar a estos a valerse, en su presencia, de una jerga particular, en la que evidentemente queda incluido el término havertá mismo, además de los otros más arriba citados. Esta jerga hoy en día ha desaparecido casi por comple-to; un par de generaciones atrás todavía estaba enriquecida por centenares de vocablos y de expresiones, generalmente de raíz hebrea, con desinencia y flexiones piamontesas. Un análisis de ellos, por somero que sea, revela su fun-ción solapada y subterránea, de lenguaje artero que sirve para hablar de los go-jim (2) en presencia de los gojim ...” (3)
También el judeo-español tiene sustituciones para nombrar a las empleadas domésti-cas, ante quienes se hablaba en una jerga especial por temor a ser escuchados. Una expresión para hacer callar a alguien cuando se acercaba la empleada era: Soilema por modo de la bule-ma, empleando el término griego (soilema) para decir silencio y bulema (deformación del bula del turco) para nombrar a la doméstica, a quien se decía también jasmichí, jasmekiar, dula, chi-raca, etc.
Sigue narrando Primo Levy acerca de este argot:
“ Su interés histórico es exiguo, porque nunca fue hablado por más de unas cuantas miles de personas; pero su interés humano es grande, como lo es el de todos los lenguajes limítrofes y de transición. Éste contiene, de hecho, una fuerza cómica admirable que surge del contraste entre el tejido del discurso, que es el dialecto piamontés áspero, sobrio y lacónico, no escrito más que por encargo y el entramado hebreo, arrancado de la remota lengua de nuestros padres, sagrada y solemne, geológica, pulimentada por los mile-nios como la hoya de los glaciares.... Lo precario de sus raíces resulta eviden-te; le faltan por ejemplo como inútiles, expresiones para designar sol, hombre, día o ciudad, mientras tienen su representación las que se refieren a noche, esconder, dinero, prisión, sueño, (...). Existe además un buen número de des-preciativos, que a veces pueden emplearse para juzgar a personas...”, “...Luego hay también un discreto surtido de vocablos poco decentes que se emplean no sólo en sentido literal delante de los niños, sino en sustitución de una palabra injuriosa. En este segundo caso presentan, en comparación con términos italianos o piamonteses (4), equivalentes, además de la ventaja ya mencionada de que no se entienden, la de que permiten desahogar el cora-zón sin desollar la boca. ” (5). ...” Más interesantes para el estudioso de las costumbres, son sin duda unos cuantos términos que aluden a cosas relacio-nadas con la fe católica. En este caso la forma hebrea originaria aparece mu-cho más profundamente corrompida y ello por dos razones. En primer lugar, el sigilo era estrictamente necesario, porque su comprensión por parte de los gentiles hubiera podido acarrear peligro de una acusación de sacrilegio; en segundo lugar, la distorsión adquiere en este caso el designio concreto de negar, de borrar el contenido mágico sacro de la palabra y de sustraerle por consiguiente, toda virtud sobrenatural.”
Así, el autor ejemplifica con términos como A-issa (Nuestra Señora), absolutamente críptico e indescifrable como lo califica y Odó para aludir a Cristo, este extraño dialecto que si bien contenía muchas palabras deformadas de origen hebreo, otras por su mezcla con el pia-montés, eran imposibles de rastrear.
Las judeo-lenguas, fueron variedades del idioma local, al que los judíos agregaban o deformaban ciertos términos con el fin de no ser entendidos por los gentiles y hablaban entre ellos dentro de los barrios o juderías. Pueden rastrearse muchas de ellas; los judíos magrebíes tenían la propia, creada a partir del árabe; en Italia los judíos de Roma lo crearon a partir del latín ya durante el Imperio.
(1) Primo Levi, nació en Turín en 1919. Obtuvo los principales premios que se otorgan a un escritor en Italia. Es un humanista y científico que vivió los episodios de su época (en 1943 fue deportado al campo de concen-tración de Aushwitz),
(2) Forma de denominar al no judío o gentil.
(3) Primo Levi El sistema periódico, Alianza Editorial Mexicana – Consejo nacional para la Cultura y las Artes, México 1990. La primera edición es de Turín, 1975. pág. 14
(4) Primo Levi describe costumbres del habla de su época entre los miembros de la comunidad judía del Piamonte, Italia.
(5) Idem (3) págs. 14-17
|
|
|
|
|
|
|
|
Creación
y Dirección:
Arq. Luis León
Asesores
de dirección y colaboradores permanentes
Sr. José Mantel
Dr.Santó Efendi (EEUU)
Declarado
de "Interés Cultural" por Departamento de Cultura de AMIA ( Asociación
Mutual Israelita Argentina) y
CIDICSEF ( Centro de Investigación y Difusión de la Cultura Sefaradí)
Todos
los artículos, son colaboraciones ad-honorem de los respectivos
autores, y reflejan sus opiniones personales. La dirección y redacción
de SEFARaires, puede no coincidir con el contenido de algún artículo,
siendo el mismo de total responsabilidad del autor. Se autoriza
la reproducción total o parcial del contenido de los Sefaraires,
mencionando la publicación y el autor.
|
|