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Un acontecimiento que concierne a la judería de Izmir sucedió hace casi 200 años, en torno a la vida del famoso Rabenu (2) Jaim Palachi (Ahabif)..
En el año 1968, el Rabí Elazar Halevy, de la ciudad de Yahut (y de la kehilá de Izmir hasta 1949), me envió un libro escrito por Isjy Hasida que contenía una corta biografía de este hombre honrado entre los judíos de Izmir de su tiempo.
Fue publicado en ocasión de cumplirse 100 años de su muerte y 180 de su nacimiento. Un grupo de siete personajes destacados se ocuparon de hacer esta publicación en Israel, re-copilando los libros que el notable Rabino y sus hijos escribieron durante sus vidas. A seis de ellos los conocí personalmente: al Rabí Elazar Halevy, de la sinagoga de Karatash en Izmir, y aquí en Israel, de la de Yahut, cercana al aeropuerto Ben Gurión. A Abraham Altalef, en ese tiempo el mayor de la ciudad. Y a los señores Gabriel Barsimantó y David Ventura de quienes en mi niñez aprendí Torá.
Además del libro mencionado, encontré otros tres que tratan sobre la vida del rabino Palachi y sus hijos. También un artículo publicado por el doctor Shemuel Altalef, originario de Izmir que habla de un gran desacuerdo entre Palachi y los dirigentes de la Kehilá (3). Otro mate-rial al que accedí, fue una revista trimestral en la cual la investigadora Lea Makovetzki Borens-tein publicó un artículo de 50 páginas sobre el tema.
Rav Jaim Palachi, proviene de una familia de muchas generaciones de rabinos. Nació en 1788, y vivió 80 años. Por su modestia, declinó ocupar el puesto de servicio en la Kehilá, en vida de su padre Rabí Yaakov. A su muerte, lo nombraron Rabenu en Izmir. Contaba en ese momento con 40 años y transcurría 1828.
Cuando fue designado Rav y Dayan, se consagró a la obra comunal creando reglas para dirigir mejor la actividad del Comité de la Kehilá. Así es como reforzó la supervisión de las insti-tuciones comunitarias y su primera acción fue fundar un hospital para los judíos.
A los 66 años, fue nombrado Rav Acolel, es decir, Gran Rabino. Recibió entonces del sultán otomano la nominación de Jajam Bashí, es decir, dirigente espiritual de los judíos de Iz-mir y otras ciudades próximas. Esta investidura le daba autoridad como juez de los judíos en asuntos civiles.
Son innumerables las obras escritas por Palachi y sus hijos. Se contabiliza un total de 116 libros muy ricos no sólo en el campo de literatura rabínica, sino en temáticas tan variadas como diligenciamiento de la Kehilá y sus instituciones, temas sociales y educación, testamen-tos, prohibiciones, el cuidado del shabat, etc.
En el año 1841, sucedió un desastre: un gran fuego destruyó Izmir quemándose gran parte de los libros de la Kehilá. Ante esta situación, el rabino Palachi decidió escribir nuevamen-te muchos de ellos. Fue por ello muy reconocido más allá del Imperio Otomano, y lo consulta-ban rabinos de otras comunidades como Jerusalém, Sofía, París, Gibraltar, Tetuán, Hamburgo, etc.
Un misterioso acontecimiento demuestra además, sin duda alguna, que este rabino era santo y puro. Tenía una honda preocupación por la situación económica de sus hermanos de la judería de Izmir, que en ese tiempo pasaba por una muy mala situación, con deudas que no podían afrontar. Los dirigentes comunitarios quisieron saldarla aplicando un impuesto o gabela sobre la venta de carne y vino, a todas las familias. Así, las pobres y muy numerosas, deberían pagar altas cifras, aunque sus ingresos fueran escasos.
La decisión del Comité de que todos pagaran por igual no era justa, pues los carenciados se empobrecerían más aún hasta tener que privarse de la carne y el vino del Shabat. Por este mo-tivo, el Rabino Palachi tuvo un gran conflicto con los dirigentes de la Kehilá ya que él pretendía que dicho impuesto fuera pagado proporcionalmente a los ingresos del grupo familiar.
Los dirigentes, ante la fuerte resistencia de Palachi, no se avergonzaron de presionar para que el rabino dejara su puesto y fuera reemplazado por otro.
A pesar de sus esfuerzos, este gran hombre no pudo atenuar la decisión del Comité, que repre-sentaba a los ricos de la ciudad.
Aquella injusticia le produjo una profunda tristeza. La discusión duró más de 3 años, afec-tando seriamente su salud. Decidió entonces que la decisión la debía tomar el Patrón del mun-do (4). Ingresó a la Kehilá, encendió una vela, se sentó en el piso delante del Aron Acodes (5) y pronunció una oración cuyo contenido desconocemos. Al terminar Tefilá (6) y según testimonios de personas presentes, aconteció un fenómeno sobrenatural: la ciudad de Izmir comenzó a temblar, las cosas se movían en sus lugares. Era un terremoto tremendo como no había memo-ria en ese lugar. Este hecho los convenció de que el mensaje de su rezo fue recibido. La deci-sión de los dirigentes, por lo tanto, no fue ejecutada y el Rabenu Palachi fue retornado a su puesto con grandes honores.
(1)El presente artículo es una síntesis del trabajo enviado por el autor, redactado en judeo-español.
(2)Del hebreo, nuestro rabino, y en la judería de Izmir era empleado para nombrar a los rabinos del gran talento.
(3)Sinagoga (del hebreo). Además de la función de templo era el sitio que nucleaba a la comunidad.
(4)Referencia a Dios.
(5)Sitio donde se guardan los rollos de la Torá.
(6)Oración de la tarde.
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