La Voz Judía


La Voz Judía
Número 7, Az rov nisim BIS
“En aquel momento causaste asombro con muchos milagros…”

Por Itzjak Matitiahu Tenemboim

Cuando los judíos están nuevamente en peligro, los Piutim (alabanzas a D-s) nos recuerdan que la vida de nuestro pueblo es un eterno hecho sobrenatural
Nuestra vida- la del pueblo judío- está llena de maravillas.
No existe otro ser en el mundo como el eterno iehudí cuya vida es una concatenación de sucesos extraordinarios.
El judío vive únicamente debido a los milagros. Todo es un milagro.
Si nos regimos por las leyes de la naturaleza que el Eterno implantó sobre la creación, el pueblo judío no debiera ser más que historia antigua.
Si existe algún portento en este mundo, el fenómeno de la existencia de nuestra nación hasta el presente es el que se destaca en primera línea.
No sólo el pueblo judío fue protegido y se ha mantenido sin interrupción el nexo entre los descendientes, sino que además su Torá fue resguardada. Incluso este último hecho es asombrosamente llamativo. Pues la Torá al igual que el judío durante todas las generaciones, ha sido pisoteada, vapuleada, rechazada y muchas veces lanzada a las llamas.
La palabra judío ya es sinónimo de milagro de la creación.
Con su sola existencia en este mundo ya contradice todas las leyes de la naturaleza. Un iehudí al que ningún enemigo logró destruir es la demostración cabal de que existe vida sobrenatural.
He aquí el judío perseguido que deambula de un país a otro lleno de vida. El mismo que repite tres veces por día “Al niseja shebejol iom imanu veal nifleoteja shebejol et” (“Por Tus milagros que todos los días están con nosotros, y por Tus prodigios en toda ocasión”). El judío cuyo corazón está convencido que vive gracias a los milagros tiene su alma iluminada, henchido de fe en la Providencia que lo cuida, en la Torá y en la eternidad de su pueblo! Y justamente en la noche de Pesaj – “Leil Shimurim”- está más habilitado para cantar “Az Rov Nisim…”- “En aquél momento hubo muchos milagros…”.
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Esa loa interpretada también como tiempo futuro: “Az Rov Nisim” – (“En el futuro muchos milagros…”). La historia del pueblo judío a partir del comienzo de su Redención con la salida de Egipto ocurrió a través de caminos develados y también ocultos de amargas travesías por distintas diásporas hasta llegar a nuestros días, todos basados en la abundancia de innumerables maravillas.
El iehudí se sienta a la mesa del Seder de Pesaj mirando de reojo hacia el pasado a lo largo de todas las generaciones, justamente desde los días de la liberación de Egipto hasta nuestros días, y todo aquello lo inspira para anunciar “Az Rov Nisim”.
Las palabras del Gaón y Jasid Rabí Iaakov Emdin (z”l) en el prólogo de su libro de plegarias” Amudei Shamaim” escribió: Quien observa nuestra situación especial y única en el mundo como pueblo de la diáspora luego de todas las vicisitudes que nos han sucedido en estos milenios, reconoce que no existe otro pueblo que haya sido perseguido como nosotros. Tantos opresores quisieron aniquilarnos, sin embargo no lo han logrado.
Más aún, todos esos imperios que se ensañaron contra nosotros ya no existen, no hay recuerdo de ellos, Y nosotros “Hadveikim BaHashem” (“Los ligados a D-s”) “Jaim Kuljem Haiom” (“Todos ustedes están vivos hoy”)…Por eso a lo largo de toda la diáspora no se ha perdido siquiera una letra o un punto de la Torá Escrita. Las palabras de los Sabios también están vivas y latentes pues la mano del tiempo no ha tenido control sobre ellas.
¿Cómo justificaría esto un hábil filósofo? ¿Es posible que ello sea casualidad?
“Jei Nafshi”- Juro que cuando presto atención en profundidad a todas las maravillas arriba mencionadas, ellas se multiplican dentro de mí aún más que todos los milagros que el Todopoderoso demostró a nuestros antepasados en Egipto, en el desierto y en Eretz Israel. Y cuanto más se alarga la diáspora, más aumenta la admiración por la fuerza y el poder del milagro de nuestra existencia.
Es como si se hubiera pactado una condición con la obra de la creación: que la luz del pueblo iehudí no se extinga del mundo, que las olas de la historia no lo hagan desaparecer tal como ocurrió con otros grandes reinados e imperios que fueron barridos sin haber dejado huella siquiera o sobreviviente.
¡Sí! ¡El pueblo judío es un milagro!
“¡Jei Nafshi!” clama Rabi Iaakov Emdin. Cuando él analiza el tema en profundidad se sorprende de cómo un pequeño pueblo esparcido y disperso entre tantos otros de diversas lenguas y a pesar de todas las persecuciones no ha perdido siquiera una letra de la Torá y se ha conducido de acuerdo a la energía de las palabras de nuestros Sabios. Entonces brota de él una promesa: ¡Jei Nafshi!
“La mano del tiempo” que gobierna a todos las naciones no tiene dominio sin embargo sobre Am Israel pues él está por encima del tiempo, por encima de todas las leyes de la naturaleza.
El judío deambula por el mundo del Todopoderoso y se pregunta: “¿Cómo es que vivo?
¿Existo realmente?”. Él mismo se contesta afirmativamente y que además es testigo viviente de que hay un Guía que conduce todo el Universo, tal como está escrito: “¡Atem Edai!”, “¡Ustedes son mis testigos!”.
Y de la pureza de su fe el judío extrae el ímpetu para continuar creyendo que la Redención está cerca.
Quien intente explicar el milagro según la comprensión humana no lo logrará. Y esto también es como un rompecabezas: un milagro dentro de otro. Pues la razón no puede desenmarañar la contradicción más absoluta. Tal como está escrito en el versículo: “¡Bedamaij Jaií!”- (“Cuando te vi revolcar en tu sangre, dije: En tu sangre vivirás”). ¿Cómo es posible mantener la vida cuando el individuo se está desangrando?
Otro versículo también difícil de explicar es: “Vejaasher Ieanú Otó Ken Irbé Vejen Ifrotz”. (“Y así como lo oprimían así se multiplicaba”). Resulta imposible ser atormentado, oprimido sostenidamente y crecer aumentando la especie al mismo tiempo.
Pero con nuestra gente no ocurre así. Una nación que vive milagrosamente, cree con devoción absoluta que en la contradicción misma se halla el milagro, el cual no permite preguntas y de todos modos no hace falta explicación alguna.
Los Jajamim enseñan en Masejet Smajot 88: “Cuando Rabí Akiva fue asesinado y la noticia llegó hasta Rabí Iehuda Ben Baba y Rabí Janina Ben Teradión, ellos… rasgaron sus vestiduras diciendo: “¡Hermanos, escuchen!: Rabí Akiva no fue asesinado por sospecha de robo y tampoco por no haber estudiado Torá. Todo esto es una señal. Una señal para las próximas generaciones que la sangre de la Akeidá,de aquellas personas que mueren Al kidush Hashem santificando el Nombre de D-s, es sangre de vida.
Todo es una señal para que los judíos enviados al exilio sepan que la ascensión al Cielo de Rabí Akiva y los Sabios que fueron asesinados por decreto del Imperio Romano, como así también el largo destierro del pueblo judío significan la sangre de la vida… “Bedamaij Jaií”– “¡En tu sangre vivirás!”.
Existen dos tipos de sangre. Uno es por la muerte del sujeto y la otra clase se relaciona con la vida. La que se vierte “Al Hamashkof Veal Shtei Hamezuzot”, sobre el dintel y las dos jambas de las casas de Israel, representa a la vida.
La sangre de Rabí Akiva es una señal para las generaciones venideras. Y tal vez ése sea el precio del milagro. Quizás ése sea el sentido de las palabras “Mitboseset Bedamaij”; “Mitboseset” de la raíz hebrea “Basis”- Fundamento. La sangre judía es su pilar.
“Leil Shimurim”- “Noche de vigilia es para el Eterno”. Rabí Leivi Itzjak de Berdichev, Defensor del pueblo de Israel, nos enseña respecto de este versículo:
“Shimurim”- D-s cuida por generaciones las bondades de su pueblo.
Cada acto de bien que un judío realiza es reservado por el Altísimo a través del tiempo para “Halaila Hazé”- esta Noche del Seder de Pesaj.
Un Tesoro de Misericordia es recogido por generaciones como consecuencia de aquellos actos de Jesed, y cuando D-s desea recompensar a sus sufridos y golpeados hijos, los inunda con aquel Tesoro y les retribuye con bondades.
Y aunque lleguen días de oscuras tinieblas que cubren la Tierra, en los cuales los Defensores de Israel se transforman en Fiscales debido a la conducta inadecuada de Israel y exclaman “¿Ma Haavodá Hazot Lajem?” –“¿Qué es esta ceremonia para ustedes?”, es ahí cuando el Padre Celestial abre el preciado Cofre de Bondades, expulsa a quienes acusaban a sus hijos y reparte la recompensa protegida por años.
Cuando el pueblo judío está necesitado de milagros pero no posee en su balance buenas acciones ni méritos, y los ángeles acusadores entorpecen e intentan perjudicar…en ese momento se abren los Portones que guardan el Tesoro Celestial y una abundancia de maravillas rescatan al pueblo de sus enemigos.
¡Az Rov Nisim Hifleita! ¡En aquel momento asombraste con muchos milagros!

 

La Tribuna Judía 76

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