Durante los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial, era sabido que dos grupos jasídicos - los jasidim de Belz y los de Munkatj - no se llevaban muy bien. En la ciudad de Munkatj vivía un jasid de Belz llamado Moshé Silber. Siendo leal a su Rebe, él frecuentemente discutía con el Rebe de Munkatj. Un día, en el medio de una de las discusiones, el Rebe de Munkatj se dirigió a Moshé Silber y le dijo: "Tú morirás con tu talit katán puesto!" (el talit katán es la vestimenta que tiene tzitzit en sus esquinas y que los hombres religiosos visten debajo de sus camisas).
Algunos años más tarde, llegó la guerra y Moshé Silber fue deportado a Auschwitz. La amenaza de muerte era constante: él sufrió hambre, enfermedades y mucha brutalidad. Por supuesto, en Auschwitz no había manera de obtener y mucho menos de vestir un talit katán. Entonces Moshé Silver nunca dudó de que iba a sobrevivir. ¿Por qué? Porque, después de todo, el Rebe de Munkatj había dicho que él iba a morir con un talit katán puesto. Si el Rebe de Munkatj - un gran tzadik (justo) - lo había dicho, no había duda de que así sería.
Finalmente, Moshé Silber sobrevivió a la guerra. Y por años él se sentaba vistiendo su talit katán en su casa de New Jersey, contando a los visitantes historias maravillosas sobre su viejo oponente, el Rebe de Munkatj - cuyas palabras le habían dado la fuerza y la esperanza para sobrevivir a ese infierno viviente.
Una y otra vez, nosotros vemos cómo enfocarnos en el futuro puede hacer que las personas sobrepasen tiempos de gran crisis y tragedia. Una circunstancia así está aludida en la parashá de esta semana, Shelaj Lejá.
Moshé, por pedido de los israelitas, envía un grupo de espías para que exploren la tierra de Israel. 10 de los 12 espías regresaron con un reporte negativo, advirtiendo a los israelitas del gran peligro al cual se enfrentarían si entraban a la tierra. Los Quenahanitas, ellos explicaron, son muy fuertes y los israelitas no serán problema para ellos. A pesar de que los dos espías restantes, Caleb e Iehoshúa, discutieron en contra de eso, el pueblo no les creyó y una ola de desesperación invadió al campamento israelí. Muchos dijeron abiertamente que no llevarían a cabo la voluntad de D'os y regresarían a Egipto. Enojado por todo esto, D'os les informa que, en verdad, ellos no entrarán a la tierra de Israel. En lugar de eso se quedarán deambulando 40 años por el desierto, y sólo sus hijos podrán heredar la tierra.
Un interesante Midrash señala que lo ocurrido no fue todo para mal, puesto que estaba claro que los israelitas no estaban preparados para entrar a la tierra de Israel. En verdad, ellos necesitaban tiempo en el desierto para crecer espiritualmente, y obtener una mayor confianza y seguridad en D'os.
De todas maneras, con la nueva noticia de que desaparecerían en el desierto, una desesperación aún más grande se apoderó del campamento israelita. ¿Qué garantía ellos tendrían de que algún israelita entraría alguna vez a la tierra?
Esforzándose para calmar al pueblo y asegurándoles que todo iba a salir bien, D'os le dice a Moshé que les enseñe al pueblo la mitzvá de la "jalá" (Esta es la separación de una porción de masa, que era dada como regalo a los cohanim). La clave aquí es que "jalá" es una mitzvá que inicialmente sólo podía ser cumplida cuando el pueblo de Israel entrara a la tierra de Israel!
Fue un gran consuelo para el pueblo aprender que D'os estaba haciendo planes para la futura entrada de la nación a la tierra. A pesar de que las circunstancias eran difíciles, ellos estaban seguros de que tenían un futuro para anhelar. Así como Moshé Silber y el talit katán…
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