El agua es muy “pegajosa” en este sentido, y disuelve otros materiales desgarrando sus moléculas una de otra. El hecho de que el agua es indispensable para cocinar lo sabe cada ama de casa, pero las propiedades atómicas no las conocen tantas personas. Sin embargo, nuestras vidas dependen de las cualidades fantásticas del agua. Los hebreos ya habían estado caminando por el desierto durante tres días después del espectacular cruce del Mar Rojo. Los burros que ellos llevaban, estaban cargados con fabulosas riquezas, producto de los obsequios que habían recibido por parte de los egipcios antes de abandonar el país, y aun más, del botín que se habían servido cuando el ejército egipcio se hundió en el mar. No había sido fácil para Moshé alejarlos de la orilla del mar, y tuvo que insistir y obligarlos, para que los hebreos no decidan quedarse en búsqueda de más tesoros.
Luego de una marcha de tres días, comenzaron a sentir sed. ¿Cuánto faltaría para llegar a un sitio adecuado para acampar?
Finalmente, los que lideraban el viaje avistaron algo que les llamó la atención: ¿una estación de servicio? De inmediato, comenzó a correr la buena noticia por el pueblo: “¡Un oasis!” Por fin habían alcanzado un lugar con agua fresca.
Cuando se acercaron, pudieron comprobar que no había sido un espejismo: ¡era agua de verdad! Rápidamente se acercaron algunos a beber. Pero... sus rostros demostraban que no estaban para nada contentos. Es más - parecía que hubieran bebido el peor líquido en su vida: el agua estaba amarga.
La queja generalizada no se hizo esperar. “¡Moshé! - ¿adónde nos trajiste?¿qué podemos beber?” Moshé imploró a D”s, y Él le hizo arrojar un leño al agua. ¿Un “pan de azúcar”? No. ¡Un leño muy amargo! Eso es lo que debía arrojar al agua. ¿De qué serviría arrojar un leño amargo al agua? - nos preguntaríamos todos - ¿para empeorar aun más el sabor horrible del agua? Sin embargo, sucedió exactamente lo opuesto: el agua se tornó potable - agua fresca y cristalina - precisamente a través de ese leño.
Seguidamente, Moshé enseñó al pueblo varias Mitzvot, y les advirtió que si cumplirían los preceptos de D”s, entonces toda enfermedad con la que había sido castigada Egipto no recaería sobre ellos.
Esta historia nos da para pensar: Evidentemente D”s determinó que salvaría al pueblo de la sed de modo milagroso. Pero: ¿por qué Moshé debía lanzar justamente un tronco amargo al agua? Los Sabios nos enseñan en el Midrash (Mejilta 15:25) que este detalle haría resaltar aun más el milagro. A diferencia de lo que harían en este caso los humanos, que intentarían sanear naturalmente una deficiencia con al antídoto opuesto, D”s demostró que no existe diferencias para Él entre leños dulces y amargos, y que las lógicas humanas no se asemejan en absoluto a las razones de D”s.
Si nosotros estuviéramos junto al pueblo sediento en aquel momento, y viéramos el milagro suceder delante de nuestros ojos, no hubiésemos encontrado las palabras para agradecer por el giro de los acontecimientos.
“Mamá, tengo sed, quiero tomar” - pide Lucila (antes se solía decir “por favor”). “En la heladera hay agua, mi amor, te puedes servir” - responde la mamá. “¡¿Agua?! - no quiero agua, no me gusta el agua, ¿no hay otra cosa? ¡Tengo sed!” insiste Lucila.
Quizás Ud. ya conozca este diálogo. Lucila puede tener 10 años - o 50 años. Nacimos en la generación de las gaseosas, y nos es difícil desprendernos de su dominio. ¿Qué es una gaseosa? Agua, azúcar (o jarabe de maíz), ácido, colorantes, estabilizantes y saborizantes químicos y sintéticos, más un enorme despliegue publicitario. El daño que provocan estas bebidas en forma directa, o por la merma del apetito natural hacia los alimentos saludables, es notable, pero poco se habla del tema. Es más: la aceptación o el rechazo a cierta bebida comercial, están directamente vinculados a la imagen que estos productos logran mediante su máquina de difusión, y por el paladar local que ya se acostumbró a que cierto sabor sea grato, o no.
¿Y el agua? Este gran milagro de D”s cayó en desgracia, no solamente frente a las gaseosas, sino en el descuido que se le tiene. Todos sabemos que la vida es imposible sin agua. Sería importante investigar, y apreciar el más precioso de todos los líquidos. Sin embargo, la modernidad va arruinando y despreciando progresivamente esta maravilla con la que D”s nos da la vida. Tomemos, pues, unos minutos para reconocer algunas de sus bondades, para poder valorarla y agradecer al Todopoderoso por ella.
La ley de la expectativa es que todas las experiencias anteriores que en el pasado se han confirmado, así han de seguir ocurriendo. Por lo tanto, creemos que “siempre” que abramos el grifo saldrá agua.
¿Creerías la cantidad de agua que realmente utilizas?La casa promedio en los países modernos con aparatos electrodomésticos, utiliza 486.000 litros de agua cada año. En el curso de un día promedio, nuestro hombre actual se cepilla los dientes (7 litros), toma un baño (75 litros), opera su lavavajillas (30 litros), además de cocinar, beber, lavar su ropa y varias visitas al baño. AGRICULTURA No termina ahí. Necesitamos comer. La agricultura es una labor muy sedienta, exigiendo enormes cantidades de agua, en forma de lluvia o riego, no sólo para el crecimiento real de las plantas, sino también para la aplicación de fertilizantes y pesticidas. Por ejemplo, cultivar 1 Kg. de cerezas requiere la asombrosa cantidad de 2.500 litros de agua! El agua es algo de lo que no se puede prescindir.
No hay ser viviente que no contiene agua. Las plantas necesitan agua para realizar la fotosíntesis (la conversión de luz solar en energía), y los animales necesitan agua para digerir los alimentos, la eliminación de residuos, y para la circulación de la sangre. Una hoja de lechuga tiene el 94 por ciento de agua, un pino, el 55 por ciento, mientras que tú mismo estás constituido por 60-70 por ciento de agua.Puesto que todo en la tierra requiere de esas cantidades de agua, no es sorpresa que en verdad haya tanta agua. El agua es el compuesto químico más común en la tierra. Hay tanto de ella, que si la superficie de la Tierra fuese absolutamente plana, el nivel de los océanos cubriría todo el planeta a una profundidad uniforme de casi 2,5 kilómetros. LOS OCÉANOS Lo que sorprende a la mayoría de la gente es que los océanos tienen un 97 % del agua del mundo. El 2 % está congelada en los polos. Y el restante 1 % no sólo proporciona toda el agua que utilizamos - ¡sino que también incluye todos los lagos y ríos del mundo, el agua en la atmósfera y toda el agua en el suelo!
En realidad depende del reciclaje constante de ese 1 % del agua, para satisfacer nuestras necesidades. Toda el agua en la atmósfera del mundo sólo es igual a la precipitación normal de 10 días. Usted puede imaginar que si el agua fuera utilizada como el gas o el petróleo, entonces el mundo se secaría muy rápido. ¡Pero no se preocupe! Gracias al ciclo del agua (y El que lo organiza), el agua no se gasta - simplemente da vueltas y vueltas. TODO SE LAVA... Además de su abundancia, el agua tiene muchas propiedades notables. Más sustancias se disuelven en el agua que en cualquier otro líquido.
Puesto que el agua constituye alrededor del 92% de la propia sangre, y proporciona los medios de transporte de nutrientes, azúcares, ácidos, sales, minerales y proteínas en todo el cuerpo, esta habilidad es vital para nuestra existencia.
¿Qué le da al agua esta capacidad fundamental?Las moléculas de agua tienen una coordinación inusual de átomos que los convierte en “imanes” miniatura, con una carga eléctrica positiva en un extremo, y una negativa por el otro. Puesto que las cargas eléctricas opuestas se atraen, esto significa que uno u otro lado de la molécula de agua se une a las moléculas de otras sustancias, cualquiera que sea su carga. Por ejemplo, compuestos tan diferentes como la sal, el azúcar y el alcohol se disuelven fácilmente en agua. El agua es muy “pegajosa” en este sentido, y disuelve otros materiales desgarrando sus moléculas una de otra. El hecho de que el agua es indispensable para cocinar lo sabe cada ama de casa, pero las propiedades atómicas no las conocen tantas personas. Sin embargo, nuestras vidas dependen de las cualidades fantásticas del agua. LOS PECES Y no se olvide de los peces a quienes se les permite nadar con seguridad durante todo el invierno sin congelarse en el hielo. El agua se congela de una forma poco común. La mayoría de los líquidos se congelan de abajo hacia arriba y a medida que se enfrían, su densidad aumenta de forma constante. Esto significa que las capas más cálidas, siendo más ligeras, siempre van a subir, y el líquido más frío se reunirá en la base. Lo mismo ocurre con el agua - el agua más caliente en el tanque de agua caliente estará siempre en la parte superior, no a la inversa.
Sin embargo, el hielo se forma primero en la superficie de un cuerpo de agua. Por ejemplo, la temperatura de un lago puede ser de 10 grados centígrados en el otoño. Como el aire frío del invierno empieza a enfriar el lago, la capa superior del agua será más densa y se hunde hacia el fondo. Sin embargo, a diferencia de otros líquidos, el agua alcanza su máxima densidad a 4 grados centígrados - muy por encima del punto de congelación.
Por lo tanto, a esta temperatura, el movimiento del agua en el lago se detendrá. La capa superior se enfriará cada vez más, volviéndose menos densa, pero no se hundirá, porque el agua debajo de ella, es más densa. Si el aire es lo suficientemente frío, el agua en la superficie se aproximará al punto de congelación y se convertirá en hielo. Esta capa de hielo del lago se convierte en un escudo frente a la atmósfera fría, y así, evitará que los peces que están en el interior del agua se congelen.
¿Qué hace que el agua se comporte de esta manera inusual? La mayoría de las sustancias sólidas son más densas que su forma líquida. Para formar un sólido, las moléculas se acercan entre sí y se unen. Pero cuando las moléculas de agua (un átomo de oxígeno con dos átomos de hidrógeno ensamblados) se unen para formar un cristal de hielo, su forma extraña crea una brecha entre ellos, aumentando la cantidad de espacio que ocupan. Por lo tanto, el hielo es menos denso que el agua, y por ese motivo, ¡los cubitos de hielo flotan! LOS ÁRBOLES En un día caluroso, un árbol grande puede perder varios cientos de litros de agua de sus hojas en forma de vapor. Para impedir que las hojas no se marchiten, el agua tiene que ser continuamente reemplazada. El árbol tiene que absorber esa agua con sus raíces, levantarla muchos metros a través de su tronco, y enviarla a lo largo de sus ramas y ramitas hasta las hojas mismas.
Un bombero, parado en lo alto de su escalera, sólo podría obtener agua en su manguera si está siendo alimentada por un motor enorme que bombea desde abajo. Sin embargo, un árbol se las arregla para hacer algo similar sin ningún movimiento visible y en un silencio total.
¿Cómo? Volvemos a las cualidades inusuales eléctricas del agua. Debido a esas cualidades, las moléculas de agua se adhieren a ellos, con tenacidad extraordinaria. Se precisa una enorme cantidad de energía para separarlos.
Una columna de agua encerrada no se rompe en gotas separadas, excepto bajo una enorme tensión. En un árbol, hay células muy alargadas, y que con una sustancia llamada lignina, forman tubos largos y continuos, sin interrupción de ninguna división. A medida que las células de una hoja pierden agua por transpiración, se sustituye por el agua de la parte superior de los tubos, y toda la columna de agua “tira” hacia arriba. La enorme resistencia a la tracción de agua impide la fragmentación. APRECIAR EL MILAGRO El agua es una necesidad básica que muchas personas no pueden satisfacer. Alrededor de un tercio de la población en el mundo carecen de agua segura y limpia. Increíblemente, el costo de proporcionar a todo el mundo con agua potable para una sanidad adecuada sería equivalente a alrededor del 1 por ciento del dinero que los gobiernos del mundo gastan cada año en armas!
El agua es una bendición maravillosa. Aunque la gente lo da por sentado, no debemos dejar de apreciarla y valorarla. Su abundancia, su estructura atómica única, y su punto de versatilidad apuntan a la inconmensurable Sabiduría de D”s, Quien nos ha colmado con este líquido que es mucho más precioso que el oro (y, por supuesto, vital). LA BRAJÁ DEL AGUA ¿Cómo podemos agradecer, entonces, a D”s por tan magnífica bebida? Cuando una persona bebe agua al estar sediento, bendice previamente “Shehacol” (= todo se cumple según Su palabra), y luego de haber bebido “Boré Nefashot” (= Quien creó a las personas y sus menesteres). “Ven y mira - ¡cuántos milagros realizó el Todopoderoso para Israel mediante el agua! En la plaga del Nilo, cuando se partió el Mar Rojo, cuando endulzó las aguas en Mará, cuando extrajo agua de la roca, con el manantial que los acompañó en el desierto y cuando cruzaron el Iardén para ingresar en Israel” (Midrash Rabá, Dvarim 3:8). Creó a las personas y sus menesteres, y todo se cumple según Su palabra... AGUAS AMARGAS Volvamos a la historia del agua de Mará, donde Moshé tornó las aguas amargas en potables.
Mencionamos que los hebreos habían estado marchando por el desierto durante tres días hasta que se encontraron con las aguas amargas. También indicamos que consecutivamente Moshé enseñó al pueblo varias Mitzvot en ese mismo sitio.
Los Sabios vinculan estas dos situaciones: ¿cómo? Señalan que el motivo por el que los judíos sintieron amargura en las aguas, se debió a que habían permanecido tres días sin estudiar Torá. Habiendo excedido este límite básico sin crecimiento espiritual, se precipitaron desde un nivel en el que percibieron profecía y recitaron un poema inspirado de alabanza a D”s (“Az Iashir”) - a una simple y ordinaria queja de descontento y desazón. Los Sabios de aquel momento instituyeron medidas para que esto jamás volviera a ocurrir. Por lo tanto, leemos la Torá todos los lunes y jueves (aparte de Shabbat), para que no transcurran tres días sin estudio. Fue por ese motivo que recibieron allí mismo y en aquel momento las primeras leyes. Las aguas físicas solo saciarían sus gargantas secas, pero era imprescindible que bebieran de las aguas saludables y diáfanas de la Torá para seguir adelante.
¿Por qué debían potabilizarse las aguas precisamente con un tronco amargo? La comparación de la Torá con el agua (Bavá Kamá 17.), tiene un principio obvio: del mismo modo en que la vida material no sería posible sin agua, tampoco puede existir vida del alma sin Torá.
Sin embargo, la Torá se adquiere con mucho esfuerzo. Se debe renunciar a muchos gustos para concentrarse y poder llegar a entender. Inicialmente se siente un “sabor amargo” por desconocimiento, y se le agrega la “amargura” de una lucha denodada - pero quien se entrega e insiste, es porque cree que finalmente se podrá apreciar la dulzura. De otro modo, dedicaría su tiempo a cosas más seductoras, al menos desde su aspecto exterior. Pasan muchos días y noches hasta que se registre el primer sabor, fruto del esfuerzo. Pero, cuanto mayor ha sido el esfuerzo, tanto más sabroso el resultado. Es así como el “leño amargo” se convierte en el “Etz Jaim” (la Torá: el tronco de la vida - Rav Avigdor Nebenzahl shlit”a) MORALEJAS Asimismo, el Talmud nos deja varias enseñanzas morales del agua: “Así como el agua siempre deja los lugares elevados y se dirige hacia el lugar más profundo, también las palabras de la Torá, se asientan únicamente con la gente modesta” (Taanit 7.)
“Tal como el agua abunda para todos los habitantes de la tierra, así se debe cumplir la Voluntad de D”s con todos los miembros del cuerpo humano”. “Así como el agua trae satisfacción a todos los humanos - tanto en época de verano como en el invierno, así también debe el hombre brindar satisfacción a D”s todos los días de su vida”. “De mismo modo en que no existe construcción terrenal sin agua, ni nada crece sin ella, así el mundo no existiría si no fuese por Israel y la Torá”. “Tal como las aguas constituyen una fuente de pureza para Israel y para todo lo que ha sido creado (en forma de Mikve), así las palabras de la Torá son una Mikve para Israel en cualquier lugar que se establezcan” (Tana d’Bei Eliahu 18:82-88).
El agua puede ser fuente de vida, pero cuando es abusada con fines destructivos, también puede devastar a quienes la malversaron. Así sucedió con los egipcios, a quienes se les retribuyó con el agua, del mismo modo en el que la utilizaron para sus viles designios (Midrash Rabá, Bamidbar, 9).
Y una moraleja más: “del mismo modo en que las aguas son eternamente accesibles (si no las contaminamos...), así también las palabras de la Torá deben ser accesibles a todas las personas”. Quienes tuvimos el privilegio de haber sido educados con las apacibles aguas de la Torá, y día a día seguimos teniendo acceso a cursos de estudio que renuevan nuestro espíritu, debemos ser conscientes del hecho que la Torá debe ser accesible a todos, y que con nuestra conducta, si refleja los valores que nos exige, podemos hacer que tantos hermanos más puedan saciar su sed espiritual con ella.
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