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En la Plaza de la Shoá la Embajada del Estado de Israel y el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en Argentina rindió homenaje a Raoul Wallenberg el pasado 10 de diciembre, fecha en que se conmemora el Día Internacional de los Derechos Humanos.
El subsecretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, trajo el saludo del Jefe de Gobierno, Mauricio Macri, para luego referirse al accionar de Raoul Wallenberg que salvo a miles de judíos húngaros de la deportación a los campos de la muerte.
La embajadora israelì, Dorit Shavit, afirmó entre otros conceptos “Conmemorando el Día Internacional de los Derechos Humanos, la Embajada de Israel junto a la Ciudad de Buenos Aires honran la labor y el nombre de Raoul Wallenber, distinguido como “Justo entre las Naciones” por Yad Vashem (…) Recordamos a Don Raoun Wallenberg por su vida plena y su final incierto, ya que pocos meses antes de terminar la segunda Guerra Mundial, en Budapest, entrò a su auto y, junto a su chofer, se dirigió al cuartel general ruso a negociar con el mariscal Malinovsky. Presentándole un plan para proteger y rehabilitar a los judíos húngaros en la posguerra (…) A partir de allí el Occidente no supo más de ellos”.
Luego de estas consideraciones la embajadora Shavit se preguntó “¿Quien es una persona valiente?”, respondiéndose “Entiendo que no es aquella que no tiene miedo, sino la que tiene capacidad para afrontarlo. La Shoá reveló las profundidades en las que se había hundido el hombre y Wallenberg representó en mar de tinieblas, un ser humano capaz de entender sus aspiraciones, demostrando que la justicia tiene valor”; para luego volver a preguntarse” ¿Cuál fue su misión. Tal vez se la pueda resumir en trabajar, sin descanso, asumiendo mil riesgos y recurriendo a todos los recursos y esfuerzos, casi sobrehumanos, que lo convertirían en uno de los héroes de la Shoá. Para el judaísmo – por lo menos –hay una misión que presupone
un mensaje para toda la humanidad: Quien salva a una vida, es como si salvara al mundo entero.
A continuación se inauguró un monolito y se plantó un árbol, como símbolo distintivo de la tradición judía y que representa el respeto por la vida, la solidaridad y la memoria.
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