El libro “Historias jasídicas del Holocausto” cuenta la historia de una madre y su hija, Livia, quienes pudieron sobrevivir a la guerra. Cuidándose una a la otra, alentándose una a la otra día tras día en ese horror, ellas pasaron por el terror de varios campos de concentración. Después de la guerra, una simpática mujer alemana miró a Livia y comentó: “Habrá sido muy difícil para una persona de su edad pasar todo ese sufrimiento”. “¿Cuántos años usted piensa que yo tengo?” - preguntó Livia. “Quizás 60 ó 62” - contestó la mujer. “No. Yo tengo 14años”. Aterrorizada al escuchar esto, la mujer se persignó y se fue. El enorme efecto que la angustia puede tener sobre la persona Iaacov fue llevado ante el Faraón y le dio una bendición. Luego el Faraón le preguntó a Iaacov cuántos años tenía e Iaacov le respondió: “Pocos y malos han sido los días de los años de mi vida, y no han alcanzado los años de la vida de mis padres en los días en que deambulaban”. Los comentaristas notan que, de hecho, Iaacov tuvo una vida dura. Por décadas, él vivió con el temor de que su hermano Esav lo mate. Luego pasó 20 años trabajando para su malvado tío Labán, quien constantemente lo engañaba y lo hizo trabajar bajo las condiciones físicas más difíciles. Más tarde, Diná, la única hija de Iaacov, fue trágicamente violada. Y finalmente, Iaacov pasó muchos años angustiado, convencido de que su amado hijo Iosef había muerto. Pero, a pesar de pasar por todo este sufrimiento (y quizás a causa de esto), Iaacov pudo convertirse en un gran Tzadik. De hecho, él trabajó tan duro para mejorar su carácter, que muchos comentaristas clásicos lo describen como “la persona más recta que jamás haya vivido”. Sabiendo que él alcanzó un nivel de rectitud tan alto, el comentario de Iaacov al Faraón sobre su “vida de gran dificultad” parece inapropiado. A pesar de que una persona promedio puede quejarse sobre las tribulaciones de su vida, se espera que un tzadik no lo haga! El Midrash sigue describiendo la consternación de D’os por el comentario de Iaacov. El Todopoderoso le dice a Iaacov: “Yo te he dado refugio de Esav y Labán, te he devuelto a Diná y a Iosef, ¿y tú te quejas?”.
El Midrash concluye que la vida de Iaacov fue acortada como resultado de estas palabras de queja. Pues si Iaacov (o cualquier otro) no aprecia completamente su vida, entonces ¿por qué se le otorgaría longevidad?! Sin embargo, otros comentaristas explican el incidente con el Faraón de distinta manera. Ellos dicen que el Faraón estaba asombrado por la apariencia anciana de Iaacov, y preguntó sobre su edad. Iaacov, dándose cuenta de que su apariencia lo hacía ver mucho más viejo de lo que realmente era, sintió la necesidad de explicarle al Faraón la causa de ese fenómeno, y describirle las dificultades que tuvo que enfrentar en la vida. Así, en la visión de estos comentaristas, en las palabras de Iaacov no hubo ninguna queja, sino que fue una explicación de su apariencia. Como un gran tzadik, él no hubiese (especialmente a una persona pública como el Faraón) expresado amargas quejas sobre su vida. Sino que Iaacov estaba explicando cómo las tragedias de la vida se habían grabado en su rostro… así como lo haría en el rostro de su tataranieta, Livia, milenio más tarde.
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