La Voz Judía


La Voz Judía
Holocausto, Holocausto, Holocausto
Por Rabino Avi Shafran

Cuando el asesor presidencial de la Autoridad Palestina, Ziad Al-Bandak rindió recientemente un homenaje en el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, el vocero del Hamas Fawzi Barhoun dijo de esa visita palestina al campo que se trataba de un “marketing sobre la susodicha falsa tragedia Sionista”.
Un funcionario del gobierno de Rumania recientemente designado, Dan Sova, afirmó a comienzos de este año que “ningún judío sufrió dentro del territorio rumano” durante la Segunda Guerra Mundial. (Decenas de miles de judíos rumanos fueron asesinados en territorio de Rumania y otros cientos de miles fueron deportados a su destino de muerte. El historiador Raul Hilberg llegó a la conclusión de que “ningún país, fuera de Alemania, estuvo involucrado en la masacre de judíos a semejante escala”).
Por alguna razón nosotros tratamos de estar adiestrados ante la negación del Holocausto.
El rechazo a aceptar el hecho de que parte del mundo ostensiblemente civilizado se haya prestado al juego de asesinatos genocidas durante los años 1928-1945 y que a la mayor parte del resto del mundo no le haya importado demasiado, implica un cierto pesar por el fracaso del genocidio.
Finalmente, sin embargo, los negadores de semejante verdad histórica resultan –al menos fuera del mundo árabe- generalmente marginados, y se los considera o bien deficientes mentales o depravados.
Pero también están aquellos, incluso entre nuestros hermanos judíos, que aunque no niegan el Holocausto, lo ridiculizan. Como el caso de un escritor de Tablet, una revista electrónica, que recientemente escribió (Advertencia: Lo que se cita a continuación es profundamente ofensivo) que “Cada vez que apaludimos a la anciana dama húngara que habló sobre Dachau, cada vez que Elie Wiesel lanzó sobre una página una nueva anécdota anónima referida a una traición, yo lo observé de reojo pensando ¿Qué hiciste tú de lo cual no nos estás hablando? Y tuve el instinto depredador de pensar que estos fueron villanos disfrazados de víctimas que por la exclusiva virtud de sobrevivir (de todos modos muy probablemente necesaria), sintieron que ellos se habían ganado el derecho a ser héroes revistiendo su básico interés animal con frases gloriosas como “el triunfo del espíritu humano”.
Y agrega (si el lector tiene estómago para seguirlo): “Yo me pregunto si alguien le había advertido a Hitler que en el caso de que la solución final no tuviera éxito, sólo el puñado de judíos que verdaderamente llenaran el estereotipo del Judenscheisse (porque cada grupo tiene algunos) sobrevivirían para hacer perdurar la raza judía –conspiradora, indestructible, apoderadora”.
Y finalmente, hay un desafío aún más sutil a la memoria de los seis millones, si bien en un modo más perturbador por su sutileza. Llamémoslo ‘fatiga del Holocausto’.
Como un reciente comentario hecho por un reportero de la Agencia Jewish Telegraphic, el servicio de noticias más importante de los Judíos Norteamericanos, en cuyo sitio se permite que los periodistas hagan su descargo y ofrece informes que son más informales y personales que los oficiales, supuestamente más objetivos.
Ese escritor en particular, quien produjo un informe breve y contundente sobre el reciente Daf Yomi Siyum HaShas, utilizó la plataforma de este espacio para presentar a sus seguidores una serie de observaciones “en tiempo real” referida al MetLife Stadium que tuvo lugar el 1 de Agosto. Aunque pretende ser divertido, algunos lectores se dieron cuenta de que es más capcioso que inteligente.
En uno de los párrafos se puede leer: “8:02: Primera mención sobre el Holocausto (Auschwitz, Nazis, gueto, cámaras de gas)”
En otro dice: “8.19: Otra mención a los 6 millones”.
En un tercero: “8:20: Mención a Hitler: Este mismo día, en el año 1936, los Juegos Olímpicos comenzaron en Berlín en un estadio de estas mismas dimensiones…”
El escritor no aclara cuáles son sus sentimientos precisos respecto a estas referencias, pero en el contexto del tono ‘descarado’ del sitio, resulta muy claro que a él le resultaron en cierto modo…aburridas.
Lamentablemente el Holocausto ha sido mal utilizado para ponerlo al servicio de diversos propósitos. Pero si algún lugar podía resultar el más apropiado y preciso para evocar los designios de los pretendidos destructores de Klal Israel –dentro del arco del judaísmo- por cierto ese fue la monumental celebración judía de la Torá.
Un “Yehei Shmei Rabba”, exclamado al unísono por 90.000 voces judías fue el más estruendoso testimonio del hecho de que nuestros enemigos, una vez más, habían fracasado, y que tanto nuestro pueblo como nuestra Torá habían emergido de una inenarrable tragedia nacional con fé y fortaleza.
Yo no quiero, por supuesto, comparar de ninguna manera la fatiga del Holocausto con expresiones salvajes como la negación del Holocausto o la burla sobre el mismo. Estas últimas son malvadas, mientras que la primera es un desafortunado problema.
Pero no obstante no deja de ser un problema profundamente incomodante.

 

La Tribuna Judía 72

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