Pasó ya más de medio siglo desde que Israel ejecutó al criminal de guerra nazi Adolf Eichmann por su intervención en el exterminio de seis millones de judíos europeos, casi un tercio de la población judía mundial existente antes de la guerra. El asesinato de esos seis millones no se ha borrado de la mente. Una parte tan vasta de nuestro pueblo, cada uno de los cuales tenía sus propios sueños, sus amores y sus aspiraciones, fueron exterminados. El genocidio nazi fue llevado a cabo por medio de una infraestructura de campos de concentración perfectamente intercomunicados por vías férreas, guetos y “lugares de liquidación” meticulosamente administrados por el teniente coronel de las SS Adolf Eichmann, jefe de la Oficina de Asuntos Judíos de la Gestapo. Al finalizar la guerra, Eichmann fue capturado por soldados de los EE.UU. pero se las ingenió para esconder su identidad y su elevado cargo antes de huir en medio del caos de la Europa de la post-guerra. El fue mencionado durante los juicios de Nuremberg en 1946, pero por entonces su juicio había quedado congelado y el mundo en su mayoría parecía haberlo olvidado. Esto no incluyó a Israel y a sobrevivientes del Holocausto que buscaban que se hiciera justicia. En el año 1960, el jefe del Mosad (Shin Bet), Iser Harel, investigó una serie de datos sobre posibles paraderos de Eichmann, incluyendo los datos aportados por un hombre ciego en Argentina que sospechaba que su hija estaba saliendo con uno de los hijos de Eichmann sin saber de quién se trataba. La investigación del Mossad descubrió que Eichmann estaba viviendo bajo el nombre de “Ricardo Klement” jundo a su esposa y cuatro hijos en Buenos Aires. Una severa vigilancia se estableció en torno a ese objetivo y en el mes de Abril varios agentes, la mayoría de los cuales había perdido familiares a manos de los nazis, entraron en acción. El 11 de Mayo de 1960, en el momento en que el hombre del que se sospechaba que era Eichmann salió a tomar un colectivo, los agentes lo capturaron forzándolo a entrar en un auto que los estaba esperando y lo llevaron rápidamente a una “casa segura” que había sido previamente alquilada. En el interrogatorio Adolf Eichmann inmediatamente admitió ser quien era. Los agentes lo mantuvieron en esa casa segura durante unos nueve días, encadenado a la cama. El Mossad sabía que Argentina nunca extraditaría a Eichmann dado que había recibido varios millones en oro y dinero sucio de los nazis y era reacia a expatriar a Alemania a los nazis que habían huido de ese país después de la guerra. Por ese motivo, se trató de hacer coincidir la operación con la celebración del 150º. Aniversario de la Independencia Argentina, evento al cual asistieron dignatarios de todo el mundo –incluída la delegación israelí que voló hacia Sudamérica en un charter de un vuelo de El Al. El avión ofreció una oportunidad ideal para trasladar clandestinamente a Eichmann fuera del país. En la noche del 20 de Mayo, un avión de línea de El Al vacío estacionó en un andén del aeropuerto en momentos en que una limusina se acercó hasta la nave y un grupo de gente que vestía uniformes de dicha línea aérea subió rápidamente las escalinatas. Eichmann, que había sido sedado, fue puesto en un asiento al lado de la ventanilla. Muy pronto, Eichmann –custodiado por agentes del Mossad – ya estaba volando hacia un estado judío en un avión de una línea de bandera israelí manejado por un piloto israelí. Demasiados acontecimientos para un monstruo que durante la guerra había trabajado tan diligentemente para convertir a los judíos en “un pueblo exterminado”. Al día siguiente, el Primer Ministro Israelí David Ben Gurión declaró con voz pausada ante la Kneset que “el Servicio Secreto Israelí había localizado a Eichmann” y que sería llevado en breve ante la justicia. El anunció sorprendió al mundo entero y los judíos de todo el mundo celebraron la noticia. Pero muchos líderes mundiales, acostumbrados a que los judíos fueran víctimas indefensas, se enfurecieron ante la osada acción de Israel. Argentina inmediatamente reclamó por la devolución de Eichmann y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas unánimemente condenó a Israel. Israel, considerando que sólo él podía administrar justicia con Eichmann, procedió a preparar el juicio y convocó a un fiscal del caso. Durante nueve meses el mundo escuchó pasmado los testimonios desgarradores de 112 sobrevivientes en la sala de la Corte de Jerusalem contando los sufrimientos que Eichmann había infligido al pueblo judío. Sentado detrás de un vidrio blindado, Eichmann permaneció impasible durante todo el juicio alegando que él no tenía ningún tipo de odio personal hacia los judíos y que “sólo había cumplido órdenes”. A mediados de Diciembre de 1961, Eichmann fue condenado por crímenes contra la humanidad y sentenciado a muerte en la primera y única vez que Israel otorgaría la pena capital. Cinco meses más tarde, el 31 de Mayo de 1962, Eichmann fue trasladado desde su celda en la prisión hacia una plataforma de ahorcamiento especialmente construida donde un guardia pulsó un dispositivo. El cuerpo de Eichmann fue cremado y sus cenizas fueron dispersadas en las aguas oscuras que están más allá de las fronteras de Israel. El hombre que fue elegido para realizar el acto de ejecución, un judío yemenita, fue entrevistado varios años despues por la radio de Israel. “Fue una de las más grandes mitzvot”, declaró, “borrar del mapa a Amelek”. Sin embargo, Amalek sigue con vida después de 50 años de la ejecución de Eichmann: su voz es poderosa y virulenta toda vez que nuestro pueblo enfrenta a sus enemigos de todo el mundo. Basta con mirar el avance de Hamas y Hezbolá, el resurgimiento de la Hermandad Musulmana, y por supuesto, Irán, cuyo líder amenaza regularmente con destruir a Israel. Poco ha cambiado en la escena política mundial también. Basta con ver el hostigamiento que sufre Israel por parte de las Naciones Unidas, o incluso lo que sucede en el antiguo paraíso de Eichmann, la Argentina, que ha reconocido en forma unilateral a “Palestina” como nación independiente no obstante el acuerdo y la unidad existente entre la Autonomía Palestina y el genocida grupo terrorista Hamas. Y todavía subsiste el deseo del islamismo de “echar a los judíos al mar” detrás de oscuros cambios políticos. Pese a todo ello, Israel continúa floreciendo, construyendo su economía, absorbiendo judíos de todo el mundo, liderando innovaciones en agricultura y convirtiéndose en un polo tecnológico de primera línea en las industrias de la medicina y la computación. La población judía en Israel se triplicado en estos años desde que las cenizas de Eichmann fueron arrojadas fuera de la costa de Tel Aviv. Los rascacielos de la ciudad siguen en aumento y las carreteras bullen de un tráfico inquieto e interminable que metafóricamente expresa lo que dice la canción: “Am Israel Jai-El pueblo de Israel vive!”
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