El Rosh Hakehilá de Siria, Albert Cameo, de 63 años de edad, vive en la ciudad vieja de Damasco, en uno de los barrios más pobres de la ciudad.
En una entrevista reciente a un semanario judío declaró que “Nosotros vemos soldados y policías todo el tiempo. Las calles están llenas de fuerzas de seguridad armadas, todas ellas pertenecen a las fuerzas del Presidente Assad”. Se puede notar en la entrevista que él limita sus dichos, probablemente temeroso de la posibilidad de que su teléfono esté intervenido.
Es ampliamente sabido que los judíos habían apoyado el régimen de Assad. Si algunos no lo hacen, ellos no dirán ni una palabra sobre el tema de manera pública.
“Nosotros oimos disparos todo el tiempo”, dice Cameo. “Muchos negocios fueron destruidos y la mayoría de los locales comerciales han cerrado. Los rebeldes destruyen todo lo que pueden. Nosotros nos estamos protegiendo en nuestras casas; a veces nuestras vidas corren peligro. Las calles se han convertido en un campo de batalla. Quienquiera que ande por la calle está en peligro. Si no es necesario, no hay que salir de casa.
“Nadie va a trabajar. El transporte público funciona sólo ocasionalmente. Las oficinas gubernamentales están cerradas. Los bancos también. Hay muy poca comida. Los alimentos frescos se consiguen en forma irregular, y no siempre hay mercadería a la venta.
“Yo puedo decirles que en Damasco la guerra entre el gobierno y los rebeldes es intensa.
“Nadie sabe lo que va a pasar. La situación es muy frágil. Nosotros estamos esperando ansiosamente lo que va a ocurrir cada día. Uno no puede saber ni siquiera lo que va a pasar dentro de una hora. Por lo tanto, el más seguro de los sitios es la propia casa.
“La situación de los judíos es muy buena. El ejército nos ciuda. Las sinagogas están protegidas. Todo el mundo sabe que los judíos no son parte del conflicto. Ninguna institución judía ha sido atacada.
“Un Shabat, teníamos minyanim como de costumbre. Nosotros hacemos un rodeo para llegar a la sinagoga. Vamos por los caminos aledaños, no por las calles centrales. A veces la gente llega tarde porque la policía y las fuerzas de seguridad bloquean las calles y no los dejan pasar.
“Yo quiero contarles que ese Shabat la tefilá era muy especial. Nos sentíamos unidos. Yo vi a la gente rezar con más entrega. Nosotros rezamos con todo nuestro corazón pidiendo que la guerra termine y que podamos volver a la vida rutinaria. Ahora nosotros sentimos que no tenemos a nadie en quien creer pero que nuestro Padre está en los Cielos”.
La sinagoga principal de Damasco en la sinagoga Francesa, pero el tesoro de los judíos de Damasco es la sinagoga Eliahu Hanavi, en la Ciudad Vieja; la sinagoga también se llama Tzalat Kebira. En la sinagoga hay una sala Eliahu Hanavi que es famosa por los milagros que allí tuvieron lugar, y hasta hoy en día los judíos llaman a Cameo y le piden que prenda una vela y rece en esa sala pidiendo por ieshuot.
La comunidad judía de Damasco tiene entre 60 y 70 hombres y mujeres, la mayoría personas de edad. La mayoría de los judíos de Damasco que se fueron de Siria están en Nueva York, o en Israel en Holon y Bat Iam.
La comunidad judía es todavía dueña de numerosas propiedades que provienen de los tiempos en que había una comunidad numerosa en la ciudad.
Los productos kosher para los judíos son provistos desde Turquía, desde donde también les es enviado un shojet, que también les provee de vino y matzot, queso, carne y productos kosher para Pesaj.
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