Hace quince años atrás, Pawel Bramson era un skinhead que gritaba slogans antisemitas y racistas durante los partidos de fútbol. El odiaba a los judíos y a los negros “simplemente-él dice- porque uno necesita insultar por lo que está mal en el mundo”. En la actualidad el cuida la cashrut, usa una barba larga y un sombrero negro típico de los judíos ortodoxos, y asiste al gran rabino de Polonia, Mijael Schudrich. La transformación de Bramson –documentada en el film “La Luna es Judía”, que recientemente recibió el Premio Fénix en el Festival Internacional del Cine con temática judía a la mejor película que muestra la vida moderna en Polonia- comenzó cuando tenía 22 años. Escrita por Bramson y Mijal Tkaczynski, el documental toma su título de una canción de Marcin Switlicki que relata un complot judío fabricado para decir que todo –las sábanas, la luna- son judíos. “La Luna es Judía, que fue presentada en diversos festivales de los EE.UU., es como una confesión en donde cuento algunas cosas malas que hice en mi vida”, dice Bramson. Cuando era joven, Bramson –quien ahora tiene 36 años- no estaba particularmente interesado en sus raíces, no tenía ningún motivo para pensar que su familia le habría ocultado algo de su historia. “Yo era un ario, tal vez sin ser rubio, pero por cierto no era judío”, dice. El tenía hermanos que practicaban el catolicismo. “La idea de ser judío ni siquiera estaba en mi pensamiento”, dice. Eso fue hasta que su esposa, Aleksandra, comenzó a investigar sobre sus propias raíces y a buscar a sus ancestros en el Instituto Histórico Judío de Varsovia. “Ella estaba buscando sus raíces y al mismo tiempo las mías”, dice Bramson. “Al descubrirlo, vino a casa y me mostró los documentos”, que indicaban que ambas familias habían sido judías. Bramson verificó la información con sus padres. Y estos le confirmaron que lo que había descubierto su esposa era cierto; que sus abuelos maternos habían sido judíos. A partir de ese momento, el jóven empezó a cambiar su vida diciendo que se había dado cuenta de que no era la persona que pensaba. Como otros jóvenes polacos que han descubierto sus raíces judías, Bramson comenzó a ir al Instituto Histórico Judío, a la sinagoga, a hablar con el rabino y a aprender todo lo posible sobre judaísmo. El empezó a integrarse cada vez más a la comunidad judía de Varsovia. “Mi padre estaba encantado cuando me convertí en judío porque él siempre quería que yo fuera religioso, no importaba de qué religión se trataba”, dice. Actualmente él es un mashguiaj, un supervisor casher, y es asistente de Schudrich. El gran rabino dice que es “un ser humano único”. “Siempre trata de superarse y ser mejor persona utilizando su religión, el Judaísmo, como un modo de acercarse a D”s y para ser más generoso con sun congéneres”, afirma Schudrich. Mijael Traison, un abogado norteamericano que está involucrado en numerosos proyectos relativos a la historia judía y a la cultura en Polonia, conocía a Bramson desde hacía varios años. “Pawel Bramson fue entrevistado en muchas ocasiones por distintas agencias de noticias de todo el mundo. Cada vez que su historia sale a la luz es como si se hubiera descubierto que hay vida en Marte”, dice Traison. “Por cierto, para gran parte del mundo judío, que cree que toda la vida judía en Polonia se extinguió hace varias décadas, Polonia es como Marte, y la vida judía resulta tan difícil de encontrar como hallar una ciudad pujante en un planeta remoto”. El simbolismo de la historia de Bramson, dice, “resuena como si se tratara del renacimiento del propio estado de Israel”. Cuando le preguntan si le resultó difícil cambiar su vida anterior por la actual, Bramson responde que la evolución aún no concluyó. “Yo todavía estoy cambiando mi vida y pienso que esto nunca va a terminar”, dice. “No es tan sencillo”.
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