Cuando el pueblo de la ciudad vio como esos dos piadosos rabanim asistían al funeral del pecador, ellos se sintieron intrigados y todos comenzaron a seguir al séquito. Finalmente, todo el pueblo terminó rindiéndole homenaje al sastre.
Mientras iba de regreso a su casa desde el funeral, la multitud rodeó a Reb Pinjas queriendo saber por qué razón él había asistido al funeral.
“Yo les voy a decir cuál es la razón”, les dijo el Gaón. “Hace dos meses yo estaba tratando de reunir fondos para hajnasat kalá. Finalmente pude conseguir suficiente dinero para hacer los arreglos para la boda. Pero a último momento el novio se echó atrás. El decía que los padres de la novia le habían prometido un traje nuevo y que a menos que lo recibiera, él no iba a llevar a cabo la boda.
“La novia, en medio de una gran desesperación, vino a pedirme ayuda. Dado que yo ya había acudido a cada uno de los residentes de la comunidad para pedirles dinero, ya no tenía ninguna posibilidad de ir a pedirle ayuda al sastre. Esa noche yo fui a su casa y le relaté la historia. El me dio un rublo. Pero mientras me estaba yendo me llamó y me dijo: Rebe, si yo le doy el dinero para comprar todo el traje nuevo, ¿usted me promete que tendré un lugar en el mundo futuro, el ‘Olam Habá’?
“Si, le dije. El entonces me dio cuarenta rublos y yo pude llevar a cabo la ceremonia del casamiento. Cuando escuché ahora que el sastre había muerto, decidí asistir a su funeral y ver los resultados de su acto de caridad.
“¿Y pueden creerlo?”, continuó diciendo el Rabi ante la multitud, “sobre el féretro yo vi un halo brillante de un traje y de ángeles bailando alrededor del féretro esperando para escoltarlo hacia el Gan Eden. Por lo tanto, ustedes pueden darse cuenta de cuán grande es la mitzvá de la tzedaká. Una sola mitzvá salvó a este hombre y le aseguró un lugar en el mundo por venir”.
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