La DAIA junto a Sherit Haplitá, Generaciones de la Shoá y Fundación Memoria del Holocausto con el auspicio de FACCMA, FEDECC, FESERA y OSA, realizó el pasado miércoles 18 de abril, en horas de la noche, la Conmemoración de Iom HaShoá Vehagvurá (día del Holocausto y del heroísmo, en el 69º aniversario del Levantamiento del Ghetto de Varsovia, en el teatro Coliseo de la ciudad de Buenos Aires.
La temática desarrollada en está oportunidad fue el de los “justos entre las naciones”, personas que, sin ser judíos pusieron en peligro sus vidas al prestar ayuda, de manera altruista y singular, a las víctimas de la persecución del régimen nacionalsocialista del Tercer Reich alemán y sus acólitos en diversos países europeos con anterioridad y durante la Segunda Guerra Mundial.
Estructurado como ya es tradicional el acto intercalando el encendido de seis velas en recordación de los 6.000.000 judíos exterminados por el nazismo con la lectura de textos en , proyección de vídeos e interpretaciones musicales alusivos, entre ellos los relatos de sobrevivientes de la Shoá que fueron salvados del exterminio por “justos entre las naciones”.
Durante el transcurso del acto hicieron uso de la palabra el embajador del Estado de Israel, Daniel Gazit; Francisco Wichter, sobreviviente de la Shoá y presidente de Sherit Hapleita, la asociación de sobrevivientes judíos del nazismo, quien brindósu testimonio; Agustín Ulanovsky, en representación de las agrupaciones juveniles; El presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti; y el presidente de la DAIA, Aldo Donzis.
Si bien todas las alocuciones fueron interesantes consideramos que las del presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, merecen ser transcriptas en su totalidad.
Dijo el doctor Lorenzetti ““La abrumadora contundencia de este acto, a través del arte, de los gestos y de la experiencia de vida, nos llega directamente al corazón y por eso creo que es muy difícil no sólo hablar, son agregar algo a este mensaje tan claro, tan sentimental, tan dirigido alo mejor de nosotros mismos. Quiero trasmitirles que la Shoá ha sido un proceso, no un único acto. Ha sido un camino y por ese camino transitó el odio y el fanatismo, y por eso vemos que los perpetradores, los autores directos- e indirectos también – deben ser juzgados por la historia, y en su momento también por la justicia. En todo momento por que es ese fanatismo, es esa discriminación las que los llevó a la ceguera, a la locura y a la tragedia. Pero ese camino que llevó a la Shoá también transitó el odio. Ese odio que divide a los pueblos, que establece una suerte de ceguera sistemática. Por ese camino transitó la indiferencia. La indiferencia de todo un pueblo y de una humanidad. Porque esa indiferencia llevó a decir al principio que esos pequeños actos rediscriminación no tenían ninguna importancia, no tenían ninguna trascendencia, le ocurrían a otros, no es mi caso, no me va a tocar a mí o es de un sector. Esa indiferencia es una indiferencia que no pudo haber ocurrido. La sociedad que tolera lo que debe ser intolerable, la sociedad que se adormece frente a los pequeños actos de discriminación no son las sociedades justas que nosotros queremos, que nosotros declaramos. Por ese camino transitó también el odio y el miedo. El miedo frente a los actos de barbarie, y el miedo llevo a silencio. A medida que los actos fueron más violentos ese miedo produjo el silencio y el silencio fue cómplice de la tragedia. Por este camino transito entonces el fanatismo, el odio, la indiferencia de la sociedad y también el temor. Estas son las causas por las que se llegó a esa tragedia, el Holocausto. Pero hay otro camino que también debemos mirar y en ese camino vimos transitar el coraje y la lucha de los que estuvieron en el Ghetto de Varsovia, que eran muy jóvenes y tuvieron una decisión impresionante vista a lo largo de los años. Una decisión de enfrentar a uno de los ejércitos más poderosos de la tierra con nada, sólo con sus principios, con su coraje, con su humanidad, con el deseo de salvar a los demás, talvez optando por una muerte segura. Y por ese otro camino también transito la solidaridad. Esa lucha, ya no violenta, sino la lucha de los gestos, de los símbolos y creo que aquí es muy importante mencionar a muchas personas que con pequeños gestos, que luego fueron grandes, ayudaron prójimo, no se sintieron indiferentes. Hubo maestros, maestras, vecinos, personas como nosotros que entendieron que esto afectaba a la humanidad. Y frente a los actos que agravian a lo humano, ninguno puede ser indiferente. Y estos gestos de personas que ayudaron a los niños, los ubicaron en otras familias y los salvaron por que crearon alternativas para ayudar a sus vecinos, son los que hoy denominamos justos de las naciones y merecen todo nuestro reconocimiento. Creo que estos actos que año a año se renuevan, son tan importantes porque nosotros vemos aquí los dos caminos. El primero donde transita el odio, la indiferencia, el temor, conduce a la tragedia. El segundo, donde está la reacción de los gestos, la solidaridad de dar la vida por los demás, conduce a sociedades más justas, mejores. Creo que siempre nosotros debemos tener presente esta opción en nuestra vida. Nadie nos pide que seamos héroes, ni que tengamos encoraje de aquel las personas. Pero sí nuestras conciencias, cuando lleguemos al finadle nuestras vidas y nos miremos al espejo y miremos nuestra imagen nos vamos a preguntar seguramente si hemos sido coherentes con estos principios, sí hicimos algo para ayudar a los demás. Y si la respuesta es negativa, sí nos damos cuenta que hemos transitado el otro camino, nos vamos a dar cuenta también que estuvimos en el lado equivocado de la historia y que nuestra conciencia nos reclamará. Por eso creo que lo más importante hoy es pensar en el futuro, en estos jóvenes que veo aquí, y decirles que debemos que tener siempre las banderas bien altas y recorrer juntos este camino de la solidaridad, de la lucha contra la discriminación y nunca ser indiferentes por más pequeño que sea el acto que tengamos que enfrentar”.
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