Existe una buena posibilidad de que los sistemas de computación en Irán, la electricidad en la oficina del primer ministro de Indonesia, y los chalecos antibalas que protegen a los soldados sauditas provengan de Israel.
Un comerciante al que llamaremos Motti, que tiene conexiones en países árabes, quedó estupefacto hace algunos meses atrás cuando representantes de una muy conocida compañía israelí de alimentos le pidió que tantee la posibilidad de exportar a Irán. Ellos le dijeron que una compañía iraní se había puesto en contacto con ellos a través de intermediarios en el exterior. Motti se negó. El no quería romper el embargo. Pero desde ese momento él descubrió que unas pocas compañías locales y comerciantes negocian directamente con su enemigo número uno: Israel. Por lo tanto no le impactó conocer la historia presentada en Bloomberg News hace algunas semanas referida a que la compañía israelí Allot Communications le vendió supervisión de Internet y equipos de vigilancia a Irán durante cinco años por intermedio de un distribuidor danés.
De acuerdo al artículo, Allot envió equipamiento a Dinamarca donde empleados quitaron las etiquetas y reenvasaron la mercadería para ocultar su origen israelí. Luego, a través de un intermediario, fue vendida a Irán. Tres ex empleados de Allot contaron que el destino de ese equipamiento para Irán era “un secreto a voces”, pero la compañía negó haber aprobado la operación o tener algún conocimiento acerca de que sus productos hubieran aparecido en ese país.
El profesor Uri Bialer, de la Universidad Hebrea de Jerusalem, un experto en relaciones internacionales que ha investigado las relaciones entre Israel e Irán, afirmó: “El comercio con Irán es historia antigua. El dinero no tiene color. Los iraníes también tratan de hacer negocios y siempre hubo israelíes con buen ojo para hacer dinero”.
Najum Shilo, un experto en temas de Iran y propietario de Gulf Markets Intelligence dice que para algunos comerciantes iraníes tiene sentido importar desde Israel. “Aquí nosotros miramos a Irán como nuestro enemigo, como a un demonio”, explica, “pero no todos los iraníes se levantan por la mañana pensando en la forma de destruir Israel. Irán tiene un importante segmento de comerciantes que no son fanáticos, que son gente que quiere ganar dinero y si tienen que hacer un intercambio comercial indirecto con Israel lo hacen”.
La historia de Allot resulta sorprendente porque a lo largo de los últimos 30 años –desde el inicio de la revolución iraní y el endurecimiento de las relaciones con Israel – algunos escándalos comerciales levantaron mucha ola. Por otra parte, las sanciones impuestas por Israel y los EE.UU. también están orientadas a impedir que las compañían realicen intercambios con Irán, aún cuando sean indirectos. Pero en la realidad de hoy, con el peso de la crisis en los mercados occidentales, hay compañías que apuntan hacia el tercer mundo, incluyendo mercados en países hostiles hacia Israel. Esos países tienen muchos adoradores fanáticos de la tecnología israelí y de sus productos, pero para evitar sensibilidades políticas, todo debe ser hecho en secreto. Los stickers que dicen “Made in Israel” son cambiados por otros pertenecientes al país intermediario.
“Operar clandestinamente resulta un inconveniente que incluye un trabajo más difícil y mayores inversiones, pero a veces no hay opciones”, explica un administrativo importante de una reconocida compañía israelí de Alta Tecnología. “Nuestros competidores en el exterior tratan libremente con los países árabes, con lo cual pueden ofrecer mejores precios. Vale la pena entrar en esos mercados y cerrar un poco la brecha aunque sea levemente”.
El comercio israelí prospera bastante en Arabia Saudita e Irak, y en países más distantes como Indonesia y Malasia también. Los dueños de las empresas de ambas partes hacen todo lo posible para evitar una publicidad dañina. Los contactos se realizan en conferencias internacionales, por medio de compañías conocidas por las partes en Europa y los EE.UU., y directamente a través de Internet.
“La tecnología, particularmente Internet, está haciendo que el mundo se achique”, explica Eliran Malul, de Arab Markets, cuyos brokers hacen negocios en países árabes. Los empresarios árabes están interesados en la tecnología israelí y la buscan por medio de Internet y las redes sociales como Facebook, Twitter y LinkedIn”.
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