Las esperanzas más recientes de que existan signos de vida posible en otros planetas yace en el furgón de carga de una nave espacial que fue lanzada desde Cabo Cañaveral semanas atrás, durante la Parashá Toldot perteneciente al Shabat.
El Laboratorio de Ciencias Marte enviará a un satélite explorador acertadamente llamado “Curiosity” hacia la superficie del Planeta Rojo.
El gas metano, que puede ser emitido por organismos vivientes, al parecer ha sido detectado en la atmósfera de Marte, y el instrumental que lleva el Curiosity estará en condiciones de confirmar la presencia del gas y de otras moléculas carbonosas igualmente consideradas como “ladrillos de construcción de la vida”.
Muchos científicos consideran que la vida debe existir en otros mundos. Sin embargo, la ciencia por lo general no adopta creencias que no hayan estado sustentadas en observaciones, y la convicción de que existe vida en cualquier lugar del universo deriva de la creencia de que la probabilidad impregna y gobierna al universo – ese azar subyace a las raíces de la realidad.
Si la probabilidad es el tejido sobre el cual la fábrica del universo se expande, tal como lo proclama el canon del credo, ¿qué razón podría haber en términos de posibilidad para que un solitario y humilde planeta dentro de un solitario y humilde sistema solar de una solitaria y humilde galaxia, haya dado por si mismo lugar a la existencia de la vida?
La tolerante fe científica considera como algo parecido a un milagro que la vida terrestre haya surgido de alguna forma desde la materia inanimada aquí, en la Tierra.
Y se inclina reverenciando a una trinidad: un ancestro unicelular, un mutación azarosa, y la selección natural. Su interacción, prosigue explicando la creencia, es responsable de la soprendente diversidad de la vida sobre la tierra.
De ese modo, durante las mismas eras en las que el tiempo y la probabilidad sobre la Tierra permitieron que elementos inertes se conviertan lentamente en iPods y sus propietarios, incontables otros mundos no tenían por qué haber hecho nada menos. Por cierto, podrían haber hecho muchísimo más.
Nosotros los judíos creyentes sabemos que la Creación fue de hecho un acto proveniente de la voluntad Divina, y no un efecto del azar. A pesar de todo ello no es impensable que exista vida rudimentaria en otros planetas, del tipo de la que está buscando Curiosity. Después de todo, D”s creó vida aquí sobre la Tierra que permanece fuera de los sentidos de la mayor parte de la historia humana –ya sea en los orificios volcánicos submarinos o en los recovecos de la jungla amazónica.
El descubrimiento de la existencia de vida en otros planetas difícilmente pueda desafiar la fe judía.
¿Pero que exista vida inteligente en otro lugar del cosmos? Es improbable, yo creo. Una cosa es cierta. Todos los esfuerzos, por grandes que hayan sido, tendientes a detectarla han resultado vanos.
Durante los años ’60 y ’70, existía el SETI (Search of Extra-terrestrial Intelligence); el META (Megachannel Extra-terrestrial Assay), y el META II.
EN 1972 Y 1973 se pusieron placas señalando la ubicación de la Tierra dentro de la galaxia y del sistema solar, y mostrando cómo son los seres humanos, dentro de los satélites de experimentación Pioneer y Voyager. En 1974, el mensaje Arecibo, que transportaba información codificada respecto a la química y a la vida terrestre, fue arrojado al espacio. Y en los años ’90, fue creado el “Billion-channel ExtraTerrestrial Assay”, (BETA), junto con un proyecto que resumía el poder informático de cinco millones de computadoras de voluntarios destinadas a revelar patrones indicativos de vida inteligente en otros lugares fuera de nuestro planeta. Decenas de billones de horas de tiempo procesado han sido hasta el momento invertidas en ese proyecto.
Sin embargo, hasta el momento…nada.
La escasez de cualquier signo de vida inteligente más allá de nuestro planeta no prueba nada, por supuesto. El universo es muy grande.
Pero vienen a mi mente las palabras que el Reb Levi Itzjok de Berditchev tuvo que decir acerca de un versículo de la Torá, Devarim 17:3, referido a un falso profeta que quería “hacer una reverencia….ante el sol o a la luna o ante cualquier cuerpo celestial, el cual yo no he ordenado”. Rashi explica que la última frase significa “el cual yo no te he ordenado adorar”.
El Berditchever tenía una explicación diferente. La razón por la cual uno no debería inclinarse ante un cuerpo celestial, él explicaba, es que D”s no lo ha ordenado de ninguna manera. Uno puede, sin embargo, inclinarse con un sentido de respeto ante un ser humano –debido a que los humanos son criaturas únicas, sublimes; seres que han recibido mandamientos; que únicamente poseen el libre albedrío para aceptar y ejecutar el deseo de D”s.
Los extraterrestres inteligentes, yo supongo, pueden haber recibido sus propios mandamientos Divinos. Un Alfa Centauro de algún planeta que gira puede haber tenido su propia revelación del Monte Sinaí, o alguna otra equivalente.
Yo me imagino que uno podría “escuchar” cosas por el estilo.
Personalmente yo pienso que el silencio que allí reina suena más fuerte.
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