Los informes referidos a los recientes acontecimientos del barrio de Beit Shemesh, en Jerusalem, son profundamente perturbadores.
Toda clase de violencia, sea física o verbal, de parte de los autodenominados “guardianes” de la modestia, es reprobable. Una conducta de ese tipo está más allá de los límites de la conducta decente, moral…Judía!
Nosotros condenamos estos actos incondicionalmente.
Aquellos que señalaron afligidos que el pequeño grupo de individuos descarriados que se involucraron en esta conducta no son representativos de la comunidad jaredí mayoritariamente, deben ser elogiados.
Sin embargo, resulta perturbador que algunos políticos israelíes y algunos seculares hayan actuado con menos responsabilidad mostrando las acciones de unos pocos como indicativas de los sentimientos de la mayoría. Muy por el contrario, el componente extremista es detestado y rechazado por la vasta mayoría de los judíos ortodoxos.
El concepto que ostensiblemente está en el centro de la controversia pero que desgraciadamente parece perderse por la animosidad y la mala voluntad de algunos, es la exaltación natural de la tzeniut, la modestia Judía.
El Judaísmo considera que los deseos humanos constituyen una fuerza sublime e importante, siempre y cuando su potencial para hacer daño esté equilibrado por su potencial para la santidad.
En una sociedad como la nuestra, donde el mantra de muchos es, en efecto, el “vale todo”, muchos judíos Jaredís, tanto hombres como mujeres, consideran que es necesario tomar algunas medidas especiales – en sus propias vidas y sin buscar la coerción sobre los demás – para contrabalancear la contaminante atmósfera de permisividad de modo tal de evitar la degradación humana hacia la cual ella conduce.
Sería una tragedia si los actos de violencia condujeran a los Judíos – D”s no lo permita-, a rechazar la cultura de la tzeniut que siempre fue un sello de calidad de la nación Judía y a considerar a la modestia Judía como algo conectado con la violencia y el odio en lugar de estarlo con el refinamiento y la santidad.
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