En Bosnia, el Museo Nacional que cuenta con 124 años de existencia, corre el peligro de cerrar sus puertas luego de haber sobrevivido el colapso del imperio Austro-Húngaro, dos guerras mundiales y la implosión de Yugoslavia.
El centro del conflicto es si se debe o no preservar –y de qué manera- la herencia que comparten los hoy divididos feudos serbios y croatas que alguna vez fueron una comunidad que se preocupaba en forma conjunta por el futuro de su país.
Mientras los líderes políticos de las distintas facciones discuten, los fondos que alimentaban las instituciones culturales más importantes de Bosnia prosiguen disminuyendo. Esto llevó a que el año pasado tuviera que cerrar sus puertas la Galería Nacional y más recientemente el Museo Histórico.
“Nosotros no somos más que el reflejo de la enfermedad crónica que ha afectado a nuestro país”, declara el director general del imponente Museo Nacional que se encuentra en Bosnia, la capital de Sarajevo. “Estamos en una situación muy difícil y no tenemos más opciones que cerrar las puertas del museo dado que no recibimos nuestros salarios desde hace más de seis meses”, agrega.
La cuestión reside en quién debería suministrar los fondos para la subsistencia del museo.
Fundado en 1945, cuando Bosnia era parte de la república socialista de Yugoslavia, el Museo Histórico contiene unas 400.000 piezas.
El Museo Nacional, por su parte, abrió sus puertas en 1888 durante el imperio austro-húngaro. Uno de sus piezas más valiosas es la Hagadá de Sarajevo, un manuscrito judío que data del siglo 14, que está recubierto en cobre y oro, que fue llevado a Sarajevo por los judíos españoles que huían de la Inquisición en el siglo 16. Durante la Segunda Guerra Mundial la Hagadá fue ocultada de los nazis.
Hasta el momento, las soluciones implementadas para seguir manteniendo abierto el museo no fueron suficientes a largo plazo y se teme que el Museo Nacional corra la misma suerte que los demás centros culturales de la ex Yugoslavia.
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