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Más de 50.000 personas, entre ellas guedolim y rabanim, acompañaron los restos de la Rebetzin Batsheva Jaia Kanievsky, esposa del Rabino Jaim Kanievsky e hija del Rabino Iosef Shalom Eliyashiv yblc”t, a su morada final en Zijrón Hajaim Beit Olam, en la sección Shomrei Shabat de Benei Brak.
La Rebetzin Kanievsky había sufrido un ataque cardíaco fatal luego de volver de Minjá en la Sinagoga Lederman vecina a su hogar de Bnei Brak. Tenía 79 años de edad.
En función de su levaiá fueron suspendidas todas las celebraciones de Simjot Beit Hosheiva que estaban planeadas para esa noche, y fueron cerradas incontables sinagogas y ieshivot de Bnei Brak por el Rabino Aron Leib Shteiman.
Debido a su precario estado de salud, se decidió no informar al Rab Eliyashiv, de 101 años de edad, acerca del fallecimiento de su hija hasta después de Simjat Torá.
La Rebetzin Kanievsky era la mayor de las hijas del Rabino Eliyashiv y había nacido en Ierushalaim. Era conocida por sus buenas acciones desde que era una niña, cuando acompañaba a su abuelo materno, Rabino Arye Levin Zt”l, a visitar y llevar comida a los prisioneros y a los carenciados.
Los residentes de Mea Shearim de más edad, recuerdan que mientras la ciudad estaba cercada durante la Guerra de los Seis Días, el cerco se levantaba cuando ella caminaba por la calle.
Dado que debía salir a trabajar para ganar dinero y ayudar a su familia, la Rebetzin solía levantarse a horas muy tempranas para rezar todo el Sefer Tehilim a fin de protegerse de cualquier contrariedad que pudiera ocurrir mientras trabajaba en un lugar que empleaba indistintamente judíos religiosos y no religiosos.
Después de casarse con R’ Jaim Kanievsky, mientras los hombres iban a pedirle a él tanto bendiciones como consejos, sus esposas hacían lo propio con la Rebetzin.
Su reputación circuló boca a boca haciendo que incontables hombres y mujeres de todo el arco del espectro religioso fueran a buscar la calidez y el consuelo de la Rebetzin, quien fue descripta por uno de sus visitantes asiduos como “la más grande mujer que haya vivido desde el tiempo de Miriam, la profetisa”.
La Rebetzin dormía tres o cuatro horas por día solamente, y aparte de tomarse pequeños momentos para comer, se pasaba todo el día recibiendo visitantes o rezando.
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