Como informáramos oportunamente, luego de que a principios de julio pasado fracasara la segunda convocatoria de la Asamblea Electora de la AMIA, las autoridades de la institución decidieron que la tercera convocatoria se llevaría a cabo a partir del lunes 7 de noviembre, otorgando un plazo relativamente largo para que los referentes de las listas electorales que participaron en la elección del pasado 10 de abril tuvieran tiempo de conversar y negociar la conformación de la Comisión Directiva.
Si bien al momento de escribir el presente comentario, a dos semanas del 7 de noviembre, las posturas continúan siendo las mismas que a principios de julio: que el Bloque Unido Religioso - BUR considera que le corresponde la presidencia por haber resultado ser la primera minoría, mientras que la segunda minoría, Acción Plural, no lo acepta pues afirma que como la suma de los votos de las listas no raigales supera a los obtenidos por la primera minoría la presidencia de la AMIA la debe ocupar un dirigente “no ortodoxo” y por lo tanto considera que para ese cargo debe ser designado quien era su candidato a presidente, Luis Grynwald.
Pero a la vez, en el tiempo transcurrido se produjeron hechos que sin lugar a dudas influirán en lo que pase el 7 de noviembre.
Una de ellos es que el desgajamiento del Frente Comunitario, la segunda minoría, que conformaron Avodá, Amia es de todos y dirigentes de instituciones sociodeportivas se profundizó, a tal punto que mientras los referentes de Amia es de todos reconocen que la presidencia le corresponde a la primera minoría y por lo tanto están conversando con el BUR.
Por su parte Avodá, junto con los dirigentes de las instituciones sociodeportivas que integraron la lista, emitieron un comunicado en las horas previas al inicio de Rosh Hashana, en el que informaban a la comunidad que el Frente Comunitario adhería a lo sostenido por Acción Plural con quien habían llegado a un acuerdo, habiendo trascendido que el acuerdo establecía que hombres de este frente ocuparían la vicepresidencia primera, la secretaría y algunas vocalías.
Otro es que se intensificaron las voces que solicitan que se convoque a los socios de la AMIA a nuevas elecciones, justificándolo en que al existir dos posturas tan enfrentadas no se logrará conformar una Comisión Directiva de unidad.
También se escuchó en el edificio de Pasteur 633 y sus alrededores que como lo que está ocurriendo, que la Asamblea electora no pueda cumplir con su cometido, no está previsto en el Estatuto, la única posibilidad de que se pueda llamar a nuevas elecciones es si renuncian por lo menos la mitad de los representantes de socios electos en la última elección y sus respectivos suplentes, y que si eso no ocurre se los debe seguir convocando a sesionar hasta la culminación de su mandato estatutario: tres años.
Si bien no está directamente relacionado con esta problemática, el pedido de licencia de Guillermo Borger, debe ser tenido en cuenta. En especial por qué circularon versiones que en lugar de reasumir presentaría la renuncia pues no está de acuerdo con la manera en que se está manejando esta situación: que no se haya elegido a los miembros de la Comisión Directiva y los Revisores de Cuentas.. TRIBUNA JUDÍA lo consultó al respecto y nos aseguró que al finalizar la licencia, el 31 de octubre, reasumiría pero no nos dijo nada sobre cual es su opinión para encontrar una salida a lo que está ocurriendo, excepto que considera que se debe mantener la tradición de que la presidencia le corresponde a la primera minoría y que dirigentes de todas las listas que participaron en la elección deben integrar el máximo órgano de conducción de la AMIA.
Ese concepto de unidad que plantea Borger y que también han sostenido la mayoría de los dirigentes que TRIBUNA JUDÍA consultó, en ciertos casos parece ser más declamatorio que real, pues sabemos que no son pocos los que consideran que si se presentan dos listas para integrarla Comisión Directiva de la AMIA en la Asamblea Electora, y una de ellas triunfa por uno o dos votos sobre la otra lo que se estaría demostrando es la división existente en la comunidad y que no hay que asustarse por ello. Es decir que no les preocupa que la comunidad, en este caso la AMIA, pueda dividirse.
TRIBUNA JUDÍA opina que si esto se produce perjudicará no sólo a la AMIA sino a toda la estructura comunitaria y por eso desea que finalmente se alcance un acuerdo que impida esa división.
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